Redacción Macronews.- Tres años después del estreno de Avatar: El sentido del agua, James Cameron presenta Avatar: Fuego y ceniza, una nueva entrega que amplía el universo de Pandora al introducir el elemento del fuego como eje narrativo central. La cinta profundiza en el conflicto de los Na’vi con la llegada del Pueblo de la Ceniza, un grupo rebelde y violento que ha perdido la fe en Eywa y que es liderado por Varang, personaje interpretado por Oona Chaplin.
Lejos de abandonar por completo el agua y la crítica a la pesca masiva abordada en la segunda película, el director ganador del Óscar combina ambos elementos para mostrar una Pandora más fragmentada, marcada por el odio, el dolor y la pérdida. La película abre con una frase que define su tono: “El fuego del odio, las cenizas del dolor”, un mensaje que atraviesa tanto al Pueblo de la Ceniza como a personajes clave como Neytiri, cuyo rencor hacia los humanos se intensifica tras los acontecimientos previos.
El coronel Miles Quaritch, interpretado por Stephen Lang, vuelve a posicionarse como antagonista principal, aunque ahora aliado circunstancial del Pueblo de la Ceniza. A pesar de su transformación en avatar Na’vi, el personaje mantiene intacta su ideología de conquista y venganza. En contraste, Jake Sully insiste en que el cambio físico debería traer consigo una nueva forma de ver el mundo, aunque Quaritch demuestra una resistencia casi absoluta a abandonar su visión militar y colonizadora.
La historia también profundiza en el costado más humano del conflicto a través del vínculo entre Quaritch y su hijo Spider, así como en la paternidad compartida con Jake Sully. Ambos personajes, enfrentados históricamente, coinciden cuando la vida de sus hijos está en riesgo, dejando claro que, incluso en un entorno alienígena, las motivaciones parentales siguen siendo universales.
El duelo ocupa un lugar central en la narrativa. La película inicia con el funeral de Neteyam, hijo mayor de Jake y Neytiri, y muestra los rituales Na’vi para despedir a los muertos en medio de una guerra constante. La falta de tiempo para procesar la pérdida y la obligación de seguir luchando marcan emocionalmente a los protagonistas, reforzando el tono más oscuro y reflexivo de esta nueva entrega.
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Con Avatar: Fuego y ceniza, James Cameron apuesta por una evolución temática que combina espectáculo visual, conflicto moral y reflexión sobre el odio, la colonización y la pérdida, consolidando a la saga como una de las más ambiciosas del cine contemporáneo.



















