Redacción Macronews.- Stranger Things encara su recta final y el desenlace definitivo está cada vez más cerca, dejando una sensación agridulce entre los seguidores de la exitosa serie de Netflix, que aunque conserva momentos emocionantes y escenas conmovedoras, también muestra signos claros de desgaste tras varias temporadas en la cima.
El fenómeno televisivo creado por los hermanos Duffer ha sabido prolongar sus principales virtudes, como el carisma de sus personajes, la espectacularidad visual y la nostalgia ochentera, pero en este tramo final también arrastra excesos narrativos que resultan difíciles de ignorar. La serie sigue siendo capaz de generar tensión y emoción, aunque da la impresión de estirar la historia más de lo necesario antes de llegar a su conclusión.
En los episodios más recientes se percibe cómo la trama avanza con cierta lentitud, como si el peso de la maquinaria industrial hubiera superado a la lógica creativa. Hay viajes que no conducen a grandes consecuencias, decisiones que se revierten rápidamente y dinámicas que se repiten, provocando la sensación de que este último arco pudo haberse condensado en una gran película épica.
El Volumen 2, compuesto por tres episodios extensos, refuerza esa percepción. El uso constante de saltos temporales y flashbacks termina afectando el ritmo narrativo, interrumpiendo historias que pierden impacto emocional. Aunque estos recursos buscan añadir profundidad, en varios momentos resultan confusos y rompen la tensión acumulada.

A pesar de ello, el reparto sigue siendo uno de los mayores aciertos de la serie. Personajes como Max destacan con uno de los arcos más sólidos y emotivos, mientras que Will gana mayor presencia en la historia. Otros, como Eleven, quedan en segundo plano, aparentemente reservados para un protagonismo mayor en el cierre definitivo.
El apartado visual continúa siendo una de las grandes fortalezas de Stranger Things, con escenas espectaculares que elevan el impacto, aunque en ocasiones obligan a una sobreexplicación de la trama que termina agotando al espectador. Narrativamente, el avance es limitado y toda la responsabilidad recae ahora en el último capítulo, que deberá cargar con el peso de cerrar la historia de manera satisfactoria.
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Pese a sus fallas, la serie no ha perdido su corazón. Hay reconciliaciones que funcionan, secuencias de acción memorables y momentos que recuerdan por qué Stranger Things se convirtió en un fenómeno global. Puede que haya durado más de lo necesario, pero quienes han acompañado este viaje hasta el final esperan un cierre a la altura de su legado.















