La organización estadounidense Clean Futures Fund busca ayudar y salvar a más de mil perros callejeros que viven en la central nuclear de Chernobyl en Ucrania.
Estos animales son parte de una larga descendencia de mascotas de los antiguos habitantes de la ciudad de Prípiat, quienes evacuaron sus hogares y abandonaron a los canes en abril de 1986 tras las explosiones en la central.
A través de su campaña «Los perros de Chernobyl», Clean Futures busca que personas sensibles puedan donar un mínimo de un dólar para cambiar la vida de estos animales que deambulan la zona de exclusión a unos 30 kilómetros a la redonda. Aunque muchas personas suelen pensar que la central nuclear y la ciudad de Prípiat son «zonas fantasma», más de 3 mil 500 personas viajan diariamente para sellar la fuente radioactiva que se registró hace 31 años.
Estos trabajadores suelen alimentar a los canes y dejan basura en las cercanías, por lo tanto, los perros se acercan a la zona para conseguir comida. Según la organización de origen estadounidense, su proyecto consiste invertir el dinero donado para contratar veterinarios ucranianos, comprar vacunas, anestesiar a los canes, crear un hospital veterinario temporal para llevar a cabo las operaciones y ayudar a manejar la población de animales callejeros abandonados.
El nombre de la campaña lleva una recaudación de 20 mil 430 dólares con una meta fija de 80 mil dólares. En comparación con los perros callejeros comunes de las grandes ciudades europeas, los canes de Chernobyl son diferentes, según Clean Futures «están desnutridos, son constantemente mordidos por los lobos que habitan el bosque y les contagian la rabia, ellos están en extrema necesidad de atención médica».
Clean Futures estimó que unos 250 canes duermen en los alrededores de la central nuclear de Chernobyl, más de 225 en la ciudad y otros vagan por la zona de exclusión. La empresa que trabaja en la central nuclear contrató a personal que atrapa y mata a estos perros, por falta de opciones.
Cada año, nuevos cachorros nacen en Chernobyl y consiguen alimento de los trabajadores que cuidan de ellos durante el frío invierno en Ucrania, pero los empleados también corren el riego del contagio por rabia al interactuar con los canes.
Fuente: Cultura Colectiva