La Navidad altera nuestras rutinas y también la de nuestros amigos peludos. En estas fechas, perros y gatos están (o pueden estar) expuestos a nuevas situaciones, como la de encontrar invitados desconocidos en casa, reuniones ruidosas, nuevos olores, cambios en el espacio por las decoraciones navideñas o más horas solos. Incluso, algunos de ellos, adoptados durante la pandemia, no han tenido la experiencia de vivir unas fiestas en casa con todo el alboroto que implican. Nuestros compañeros perros y gatos bien merecen un plan de relax navideño.
Estas son las principales recomendaciones para minimizar y positivizar todos estos cambios y pasar – juntos- una feliz Navidad.
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Es probable que, en algún momento, nuestro perro o gato prefiera ausentarse y apartarse de tanto ruido yendo a un espacio seguro. Para facilitarle las cosas, puedes preparar un lugar de descanso lo más confortable posible (o de ensueño), donde tenga cerca también sus juguetes, comedero y bebedero. Lo ideal es preparar este espacio seguro en el lugar de la casa donde él se sienta más cómodo y esté alejado de sonidos fuertes y desconocidos. Los gatos, con escondites de lo más imaginativos, pueden encontrar su lugar seguro en el interior de un armario, en una caja de cartón, debajo de nuestra cama o sofá o en su propia camita.
Su refugio debe ser sagrado, también para las visitas, por lo que ha de estar en un lugar de fácil acceso para él, pero donde nadie pueda molestarlo. Por eso es importante advertir a los más pequeños de que cuando nuestro amigo desaparece de nuestra vista o se encuentra en su refugio, se le deje tranquilo. Por ejemplo, ir a visitar a un gato cuando está escondido podría reducir su sensación de seguridad y hacerle buscar otro lugar secreto donde nadie pueda encontrarle. Si al organizar la casa le buscamos un nuevo espacio seguro, deberemos habituarlo a él con suficiente antelación. Sin forzarlo, podemos atraerlo con algún premio, juguete o una sesión de mimos.
En Navidad decoramos la casa, utilizamos velas perfumadas y modificamos los espacios para futuras celebraciones. A la hora de hacerlo, hay que pensar que los cambios también alterarán a nuestro amigo, acostumbrado a moverse por casa de una forma segura y a esconderse y descansar en sus lugares favoritos.
La clave es hacer que esos cambios no le afecten demasiado. ¿Cómo? Respetando sus hábitos e incorporándolos de forma paulatina, los días previos a cualquier celebración, para que se vaya acostumbrando. Nunca debemos olvidar que deben tener libre acceso a su espacio seguro porque, de lo contrario, pueden frustrarse y ponerse nerviosos.
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A veces es mejor que los invitados ignoren a nuestro perro o gato, ya que si se siente amenazado es posible que se defienda con gruñidos, bufidos, zarpazos o intentos de mordidas
Además, los cambios no son solo visuales. La Navidad también implica que en casa haya más ruido de los habitual o se escuchen sonidos desconocidos o que el olor de la casa cambie. Nuestros perros y gatos, que son especialmente sensibles a los olores, lo notarán. Por eso, sobre todo en el caso de los gatos, es recomendable evitar productos o sustancias que puedan modificar el perfil olfativo de su ambiente. Por ejemplo, no hay que dejar los abrigos de los invitados, con perfumes diversos, o velas con fragancias cerca de donde tenga sus cosas o se refugie para estar tranquilo.
Ausencias y nuevos horarios: acostúmbralo a lo que vendrá
Si las fiestas van a alterar las rutinas de tu perro o gato, lo mejor será intentar que tengan el menor impacto posible en su día a día y preparar con tiempo esas nuevas situaciones. Si no vas a estar para darle de comer, se puede recurrir a un comedero automático o tener a alguien de confianza –de la tuya y de la suya para que le dé de comer en las horas convenientes o le haga compañía. Lo mismo pasará con los paseos: los perros deben salir a la calle al menos tres veces al día no solo para que puedan hacer sus necesidades, sino porque les beneficiará emocionalmente tanto la práctica de ejercicio físico como la interacción social. Repartir esa tarea en familia es otra buena opción durante las vacaciones.
Si, por el contrario, nos toca ir de celebración a otra casa y dejamos a nuestro amigo solo durante unas horas, es conveniente acostumbrarlo a esas ausencias, si es que no lo está por su rutina diaria. Es mejor ir comprobando su reacción durante periodos de aislamiento cortos que dejarlo solo muchas horas sin una «preparación» previa. También puede suceder que, al pasar mucho tiempo con él, pueda perder el hábito a quedarse solo unas horas en casa una vez recuperemos los horarios de siempre. Por esta razón, será recomendable acostumbrarlo a que estas fiestas pase algunos ratos sin nuestra presencia.
Prepara a los invitados para que sepan cómo tratar a tu perro o gato
Nadie mejor que tú conoce a tu perro o tu gato. Bien sabrás si tolera a los desconocidos o si prefiere no interactuar con personas a las que no esté habituado. Por tanto, hay que preparar a los invitados para que no le atosiguen y tampoco traten de conquistarlo dándole algunas porciones de comida de sus platos. A veces es mejor que los invitados ignoren a nuestro perro o gato, que hagan como si no estuviera en casa, ya que si se siente amenazado es posible que se defienda con gruñidos, bufidos, zarpazos o intentos de mordidas. Si él descubre esta forma de protegerse, la utilizará otras veces que se sienta amenazado. En el caso que un perro o gato pueda tener un problema más grave con desconocidos en casa, es mejor que no esté expuesto a las visitas.
Supera la tentación y no le des de comer tu comida
Caras de pena, miradas irresistibles y toquecitos con la pata o con el hocico son algunos de los recursos que utilizan nuestros perros y gatos para demandar comida cuando estamos en la mesa. A veces es difícil evitar la tentación, pero proporcionándoles alimentos completos y equilibrados y cubriendo sus necesidades, ese picoteo extra no solo puede fomentar una conducta indeseada, sino que puede aportarles un exceso innecesario de calorías, e incluso provocarles una indiscreción alimentaria o una intoxicación.
No todos los alimentos que ingerimos son aptos para ellos. De hecho, algunos son potencialmente tóxicos, como es el caso del chocolate, las nueces de macadamia, las pasas, la cebolla, el ajo, los dulces preparados con xilitol (o azúcar de abedul), el café, los cacahuetes y alimentos crudos como el huevo o la patata. Darles uvas para las campanadas tampoco es una buena idea. Y es que la cosa es seria, puesto que estos alimentos, consumidos en cantidades suficientes, pueden provocar problemas de salud digestivos, neurológicos, hematológicos, renales e, incluso, complicaciones cardiorrespiratorias que pueden comprometer la vida del perro o gato.
Además de la lista de alimentos prohibidos, hay otras reglas que debemos cumplir: evita darles comidas ricas en grasas y dulces: un exceso de calorías puede ser el primer paso hacia el sobrepeso y hacia patologías como pancreatitis y diabetes. ¿Y qué hay de la comida sobrante? Uno de los mayores peligros son los huesos. Los de pollo, pequeños, se astillan cuando los mastican pudiéndoles provocar lesiones u obstrucciones en el aparato digestivo. Los huesos de frutas también pueden causar peligrosas obstrucciones.
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Y, sobre todo, relájate y actúa con naturalidad
Nosotros somos un referente social y emocional para ellos, así que debemos transmitirles calma y actuar con normalidad. Nuestros compañeros perrunos y felinos son capaces de reconocer nuestras emociones y, en ambas especies -aunque en grado diferente-, existe la llamada “referencia social”. Seguro que en más de una ocasión has visto cómo se fijan en tu reacción antes de acercarse o no a un objeto desconocido. Incluso se ha demostrado que los perros pueden sincronizarse con nosotros a nivel fisiológico y hormonal, tanto cuando interaccionamos de forma positiva con ellos como cuando vivimos situaciones de estrés. Este “contagio emocional” hace, por lo tanto, que si nosotros vivimos la Navidad con ansiedad, nuestros perros y gatos puedan experimentar las mismas sensaciones.
Así que ya sabes, estas fiestas, pon en práctica estos consejos y ayuda a tu perro y tu gato a sentirse confortables y seguros para que disfruten también de la Navidad. Como siempre, nuestra prioridad debe ser su bienestar. ¡Feliz Navidad!
FUENTE; LA VANGUARDIA