Los estudiantes de Harvard este año han estado haciendo algo por primera vez en la larga historia de esta prestigiosa universidad de Estados Unidos.
Están prometiendo no hacer trampa.
Específicamente, se están adhiriendo a un «código de honor» con el que juran respetar los valores de integridad académica.
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Eso quiere decir que los estudiantes de la aclamada institución deben comprometerse a no hacer trampa en los exámenes, inventar cifras o adjudicarse como propio el trabajo de otra persona (lo que comúnmente se llama plagio).
Y no se trata de una promesa temporal.
Brett Flehinger, decano adjunto de Integridad Académica y Conducta Estudiantil de Harvard, dice que los estudiantes ahora escriben su «respuesta personal» al juramento antes de empezar el año, reafirman su compromiso cuando se inscriben y, una vez más, antes de tomar exámenes.
Cambio cultural
El mensaje es de «cambiar la cultura», dice el doctor Flehinger, afirmando los principios de honestidad académica, en lugar de sólo perseguir notas altas.
«Los estudiantes están bajo mucha presión, no toda saludable», dice. El código de honor busca devolver un poco de equilibrio.
«Lo que intentamos trasmitir a los estudiantes es que la exactitud y la honestidad son los fundamentos de todo el trabajo académico y el conocimiento, la ciencia, las humanidades y las ciencias sociales«, reitera el decano.
El Código de Honor de Harvard
Los miembros de la comunidad de Harvard se comprometen a producir trabajo académico íntegro, lo que significa un trabajo que se adhiere a los estándares intelectuales y académicos de atribución exacta de las fuentes, uso y recolección de datos apropiados, y transparencia en el reconocimiento de las contribuciones de las ideas, descubrimientos, interpretaciones y conclusiones de otros.
La trampa en los exámenes, el plagio o la fraudulenta representación de las ideas o lenguaje de otros como propio, la falsificación de datos o cualquier otra instancia de deshonestidad académica, violan los estándares de nuestra comunidad, así como los estándares del mundo en general en el campo del conocimiento y las relaciones.
La adopción del código de honor se produce tras un sonado escándalo en 2012. Durante un examen, más de 100 estudiantes fueron investigados por hacer trampa y unos 70 fueron sancionados.
Lo que realmente sacudió la institución fue la magnitud del engaño. Siendo una universidad acostumbrada a ocupar los primeros puestos del ranking mundial, donde estudiaron ocho presidentes de EE.UU., este marcó un profundo interrogante sobre su reputación.
La adopción del código, que ya está instituido en otras universidades de EE.UU., envía un mensaje a los nuevos estudiantes de que el principio de los estudiantes de Harvard es el de un honrado desempeño.
¿Cuál es la mentalidad de los estudiantes de Harvard?
En términos de moralidad, política y actitudes sexuales, es probable que se sepa más sobre los ingresados en Harvard que sobre los de cualquier otra universidad.
Una encuesta anual del periódico estudiantil Harvard Crimson entra en extremo detalle:
- Casi dos terceras partes de los estudiantes que entran a Harvard son vírgenes.
- Más de una tercera parte nunca han bebido alcohol.
- Alrededor de un cuarto han probado la marihuana, una proporción más alta que los que fuman tabaco.
- Casi dos terceras partes tienen una creencia religiosa.
- La mayoría se considera políticamente liberal.
- Casi uno de cada cinco ha recibido asesoría en salud mental.
- El 80% llega al campus con un iPhone.
El arte de la trampa
Pero la encuesta, basada en una muestra de más de un 70% de los nuevos estudiantes, también preguntó sobre las trampas.
Y un 9% reconoció haber hecho trampas en un examen, una cifra consistente con años anteriores.
Otros habían hecho trampa en sus deberes, tareas y otros tipos de trabajos académicos.
En la misma encuesta, un 23% de los estudiantes reconocieron haber hecho trampa en labores académicas antes de empezar en Harvard.
Pero, ¿podrá una promesa disuadir a los estudiantes de hacer trampa?
Un estudio publicado en octubre por la Oficina Nacional de Investigación Económica de EE.UU. indica que hay un nivel de trampa constante.
Ming-Jen Lin, de la Universidad Nacional de Taiwán, y Stephe D. Levitt, de la Universidad de Chicago, revisaron los exámenes de ciencia tomados en una «prestigiosa universidad estadounidense», cuyo nombre no revelaron.
Encontraron «evidencias convincentes» de trampas cometidas por al menos un 10% de estudiantes. El tipo de evidencia incluyó la de estudiantes que estaban sentados juntos dando exactamente las mismas repuestas erradas.
«No es sorprendente que los estudiantes hagan trampa, tienen muchos incentivos para hacerlo y la probabilidad de ser descubiertos es baja», concluyó el estudio.
«Lo que tal vez sea más sorprendente es que se haga tan poco esfuerzo para atrapar a los tramposos».
Cambio de puestos
El estudio del profesor Levitt sugiere que los tramposos usualmente intercambiaban información con alguien en el escritorio vecino.
Los investigadores lograron hacer experimentos con cambios muy básicos.
Con poco previo aviso, reorganizaron al azar la distribución los puestos en el salón del examen para no permitir que las personas supieran al lado de quién se estarían sentando.
El resultado fue que «casi toda evidencia de trampa desapareció».
¿Qué diferencia podría hacer un código de honor?
Cary Cooper, profesor de psicología organizacional y salud del Manchester Business School, no cree que frene mucho a los tramposos.
«La universidad lo aplica porque impone una guía explícita de conducta ética y moral sobre lo que es inapropiado».
De esta forma, si algo falla y estalla un escándalo, las universidades pueden decir que mostraron evidencias claras sobre las reglas.
Así, limitan los daños a la reputación y el riesgo de demandas por parte de los estudiantes, en lugar de crear un «sistemas de valores institucional», expresa Cary.
Pero también señala que la manera de hacer trampa ha cambiado, con internet planteando nuevas incertidumbres sobre copiar y compartir, y que es posible que los estudiantes mismos no interpreten sus acciones como deshonestas.
Eso incluye los de alto nivel de los que se espera un «desempeño excepcional», indica. Ellos «racionalizarán» que «no hay nada malo en ello», que es lo que otros estudiantes hacen.
«Hay algunas personas que están tan motivadas por obtener buenos resultados que cruzan la línea«.
(FUENTE: BBC MUNDO)