Cuando se está tratando de obtener o mantener el peso ideal, una de las variables más usadas a la hora de decidirse por una comida u otra es el número de calorías que ambas contienen. Sin embargo, podríamos estar cometiendo un grave error, fracasando en nuestro intento de perder algunos kilos y, sobre todo, en el de llevar una dieta saludable
«Contar calorías no es suficiente, porque hay que tener en cuenta el porcentaje de proteínas, hidratos o grasas de la misma que, si no están correctamente proporcionados, puede incluso motivar un aumento de peso o poner en riesgo nuestra salud», cuenta Laura Parada, nutricionista de Slow Life House, informa el portal The Huffington Post.
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Para hacerse una idea de forma gráfica, «una bolsa pequeña de patatas fritas tiene las mismas calorías que un batido verde», explica Nuria Roura, coach especializada en salud y nutrición.
En este punto, entonces, «tenemos que pensar en nutrientes, en comer alimentos reales que nos nutran de verdad. Un refresco light o cero no tiene calorías y, aun así, no debería estar en una alimentación saludable», explica, dada su repercusión negativa en la salud de los huesos, por no hablar de los efectos dañinos de la cafeína.
Entonces, ¿qué hay que hacer?
Olvida las dietas milagro: lo que tienes que hacer es aprender a comer bien, elegir productos naturales de calidad que ayuden a nutrir y saciar a tu organismo con lo que realmente necesita.
Para esto, es importante no pensar aquello de que «cuanto más light, mejor» ya que, igual que sucede con los refrescos sin calorías, los productos bajos en grasas tienden a esconder un mayor porcentaje de azúcares que su versión con calorías completas: los fabricantes compensan la reducción de materia grasa añadiendo edulcorantes para hacerlos más sabrosos. ¡Sorpresa!
Precisamente aquí reside otra de las principales claves para una alimentación saludable: aprender a comer sin azúcares añadidos es esencial, así como distinguir entre azúcares malos (sin valor nutricional en absoluto, generan picos de insulina que, pasado el subidón, te harán sentir más hambre) y azúcares buenos, siendo estos últimos los presentes por naturaleza en los alimentos y una fuente de energía llena de vitaminas, minerales y nutrientes. Lo encontrarás en frutas, lácteos o cereales.
Cuidado con la ortorexia
Esto, por supuesto, sin llevarlo jamás al extremo, pues caer en la ortorexia (trastorno obsesivo por comer comida saludable) puede llevarnos a rechazar ingredientes que nuestro organismo necesita.
En cuanto a los alimentos integrales, has de saber que su aporte calórico es muy similar al de su versión refinada; «sin embargo, resultan más beneficiosos por otros motivos: su mayor aporte de vitaminas y minerales y, sobre todo, de fibra. Esta, además de mejorar el tránsito intestinal,sacia más durante más tiempo«, afirma Leticia Plaza, nutricionista de la Clínica Ravenna Madrid.
¿Moraleja? El único truco está en evitar el hecho de ver todo como una dieta, pues la misma palabra es restrictiva, poco compatible con nuestra vida y difícil de mantener en el tiempo.