Redacción MacroNews.– La industria aeronáutica militar rusa enfrenta un retroceso significativo en sus exportaciones. Un ejemplo reciente es Perú, que en lugar de optar por los cazas MiG-35 o Su-30, estaría por cerrar la compra del F-16 Block 70, lo que marcaría el fin de las adquisiciones de equipo ruso/soviético en ese país.
En un primer momento, además de los modelos rusos, se barajaban alternativas como el Rafale francés, el Gripensueco o incluso el J-10 chino. Sin embargo, la desaparición de Moscú en la contienda refleja un problema mayor para los exportadores de armas rusas.
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Factores del declive
Desde la invasión de Ucrania en 2022, Rusia ha visto reducida su influencia en el mercado global de defensa. Francia ya superó a Rusia como segundo exportador mundial de armas, mientras que Moscú enfrenta un escenario adverso:
Necesidad de reponer pérdidas de material militar en Ucrania.
Sanciones que limitan el acceso a componentes extranjeros de alta tecnología.
Escasez de mano de obra y recursos financieros.
Aumento de costos por el debilitamiento de su economía.
De acuerdo con el SIPRI, en 2019 Rusia vendió armas a 31 países, pero en 2023 esa cifra cayó a solo 12.
Reputación en entredicho
Incluso antes del conflicto, la industria rusa ya mostraba problemas de posventa. El caso de Interjet en México es emblemático: tras adquirir 20 aviones Sukhoi Superjet 100, la aerolínea sufrió la falta de repuestos y mantenimiento, lo que llevó a que las aeronaves quedaran en tierra y contribuyeran a su quiebra.
Hoy, los repuestos para aeronaves rusas son aún más difíciles de conseguir y la reputación de sus sistemas de armas se ve afectada por los resultados irregulares en el campo de batalla.
Perú y el giro hacia Occidente
Aunque históricamente Perú adquirió equipo ruso, su relación con Moscú nunca fue estrecha en lo militar ni en lo político. La modernización de su fuerza aérea ahora parece inevitablemente orientada hacia un caza occidental, con el F-16 como principal candidato.
El éxito global de este modelo y su creciente presencia en Sudamérica fortalecen la posibilidad de que Lima se sume a la lista de países que dejan atrás el armamento ruso.