Brasil despidió con lluvia, música y colorido los primeros Juegos Olímpicos en Sudamérica, una aventura de 11 mil millones dólares (de acuerdo a la cifra oficial) que ayer entregó la estafeta a Tokio 2020.
Durante 17 días, Río de Janeiro presentó al mundo una burbuja llamada Barra de Tijuca en la que compitieron los mejores deportistas del mundo, esos que tardaron más de una hora en ingresar al estadio para vivir una combinación de luces, música y momentos divididos en 14 tiempos.
Por México, la abanderada fue María del Rosario Espinoza, quien con la plata del sábado llegó a tres preseas olímpicas en Juegos consecutivos y había sido ya abanderada en la ceremonia de inauguración de Londres 2012.
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Entre una consistente lluvia, algunos deportistas optaron por hacer al recorrido en el estadio Maracaná y tomar la puerta de salida hacia los camiones que los llevaron desde la villa de atletas, otros si ocuparon su asiento en la grama del recinto para observar un vídeo con los mejores momentos y apreciar la premiación de la maratón varonil, donde ganó el keniata Eliud Kipchoge.
Enseguida los discursos de agradecimiento de Carlos Nuzman (presidente del Comité Organizador de Río 2016) y de Thomas Bach (presidente del Comité Olímpico Internacional), quienes destacaron el esfuerzo carioca que mostró al olimpismo las ganas de un rostro diferente al primer mundo económico como Londres, Beijing y próximamente Tokyo.
A Río le sobraron tribunas y le faltó su gente en los escenarios, incluso en la ceremonia de clausura había quienes vendían sus pases a cambio de 600 reales. Deportivamente ganaron 19 preseas y saldaron el compromiso de organización, les sobró fiesta y color; les ha hecho falta llenar los escenarios.
Fuente: Macrix Noticias