Muchos lo conocían como el rostro de los sorteos de las principales competiciones de la UEFA, como la Eurocopa o la Liga de Campeones.
Pero desde este viernes Gianni Infantino tiene en sus manos las riendas del fútbol mundial.
El suizo, de origen italiano, fue electo como el noveno presidente de la Federación Internacional de Fútbol Asociado, FIFA, organismo que atraviesa tal vez la crisis más profunda desde que fue creado en 1904.
Vamos a restaurar la imagen de la FIFA
Infantino se impuso en la segunda ronda de votación con 115 votos, por 88 del jeque bahrení Salman bin Ebrahim Al Khalifa.
El príncipe jordano Ali Bin Al Hussein recibió nada más cuatro votos y el francés Jermoe Champagne ninguno.
«Vamos a restaurar la imagen de la FIFA«, prometió el dirigente suizo nada más conocerse los resultados de la votación.
«Quiero ser el presidente de todos ustedes, de las 209 naciones. Quiero trabajar junto a todos ustedes y construir una nueva era en la que podamos poner al fútbol en el centro», agregó.
Suizo, políglota y gestor, Infantino cuenta con un perfil similar al de su antecesor, Sepp Blatter, quien en sus casi dos décadas al frente del deporte más popular del mundo logró alcanzar niveles sin precedentes de difusión y crecimiento económico, pero que también dejó que creciera una cultura de favoritismo, autoritarismo y corrupción.
Blatter ni siquiera pudo estar presente en el congreso extraordinario en Zúrich, en Suiza, al estar cumpliendo junto a Michel Platini una suspensión de seis años de toda actividad relacionada con el fútbol por un «pago desleal».
La ausencia de ambos, y las de otros 20 dirigentes que durante que durante décadas han liderado y controlado los hilos del deporte más popular del planeta, implicados en los escándalos de corrupción que saltaron en mayo de 2015, reflejan el difícil presente de la FIFA.
Es por eso que el nombramiento de un nuevo presidente, así como las reformas aprobadas este viernes por los 207 delegados que votaron en la sesión del congreso, marca la encrucijada desde la cual el organismo busca consolidar los intentos de cambio.
¿Pero es Infantino la persona más indicada para liderar una transformación?
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Todo en familia
Infantino es el actual secretario general de la UEFA, el organismo que vigila por los derechos del fútbol europeo, puesto al que llegó en octubre de 2009.
Su vínculo con el fútbol, sin embargo, se remonta en el tiempo, casi 30 años antes.
Fue en su pueblo natal, Brig, a unos 10 kilómetros de la localidad en la que nació Blatter, en donde asumió la presidencia del equipo local con tan sólo 18 años de edad.
Egresado en leyes, Infantino trabajó como Secretario General del Centro Internacional de Estudios Deportivos (CIES) en la Universidad de Neuchâtel y se unió a la UEFA en 2000, en donde desempeñó diferentes cargos jurídicos hasta ascender dentro del organismo.
Para muchos aficionados, su figura es simplemente la de ser el encargado de moderar los sorteos de las principales competiciones de la UEFA, como la Eurocopa o la Liga de Campeones.
Durante su carrera en la UEFA, Infantino ha mantenido una estrecha relación con su presidente, Michel Platini, hasta el punto que sólo presentó su candidatura a la presidencia de la FIFA una vez que se confirmó la suspensión que pesa sobre el legendario futbolista.
También contribuyó el respaldo en bloque que en un principio recibió de los países europeos.
Su figura está inevitablemente relacionada con el orden establecido en la UEFA y, por ende, con el de su hermana mayor, la FIFA, el mismo sistema que ahora se busca transformar.
Fútbol global
Muchos analistas creen que lo que necesita la FIFA es un cambio de formas, más que de fondo.
A fin de cuentas, la gestión de Blatter y de su antecesor, Joao Havelange, guio al fútbol hacía cotas de popularidad sin precedentes, consolidándose de lejos como el deporte más popular del planeta.
Infantino basó su candidatura en este punto, en el de mantener el crecimiento del fútbol, su globalización alrededor del mundo, aunque garantizó que lo haría alejándose de los acuerdos de pasillo que proliferaron dentro del organismo.
«Algo se tiene que hacer. Se necesita implementar las reformas», le dijo Infantino a la BBC.
«Si no hacemos algo para restaurar la imagen de la FIFA y su reputación, además de incrementar el desarrollo del fútbol en el mundo, no veo un futuro para la FIFA«.
«El fútbol siempre existirá, pero la manera en la que hemos vivido y percibido a la FIFA como organización en los últimos meses no puede continuar», aseguró.
El manifiesto de Infantino está basado fundamentalmente en tres pilares: reformas, democracia y participación y desarrollo del fútbol.
Entre sus propuestas se encuentran:
- Destinar 50% de los beneficios de la FIFA a las federaciones nacionales, unos US$5 para el desarrollo del fútbol en un período de cuatro años.
- Destinar US$40 millones a cada una de las seis confederaciones regionales.
- Aumentar el número de países de la fase final de la Copa del Mundo de 32 a 40.
- Investigar la posibilidad de organizar una Copa del Mundo regional, no sólo en uno o dos países
Sus críticos dudan de cómo podrá financiar sus ideas.
Infantino fue el gestor encargado de la expansión de la Eurocopa de 16 a 24 países, así como de la visión paneuropea de la edición de 2020, que se va a disputar en 13 ciudades alrededor del continente.
Un cambio que fue bien recibido por las federaciones nacionales, pero que todavía no convence a los aficionados, quienes se consideran los más perjudicados al no poder cubrir con los gastos de seguir a sus selecciones y clubes favoritos.
La FIFA inicia un nuevo camino.
Lo que está por ver es qué tan diferente será el paisaje que se verá en el trayecto hacia un destino que los millones de aficionados esperan sea en beneficio del fútbol.
Fuente: BCC Mundo