En la época dorada de la lucha libre mexicana, donde los nombres de El Santo, Blue Demon y Mil Máscaras resonaban en cada arena, una mujer se alzaba con fuerza y valentía para desafiar las convenciones y abrirse paso en un mundo dominado por hombres: Irma González, la legendaria “Emperatriz Azteca”.
En una entrevista muy personal, Azteca Noticias visitó a la leyenda de 88 años. En un tercer piso muy cerca de los Bosques de Aragón en Ciudad de México, el hogar de “Emperatriz Azteca”, nos recibió con los brazos abiertos.
“Soy Irma Gonzalez, campeona nacional y mundial, y sigo viendo haber que mas me gano, a estas alturas después de tanta lucha, pues me duele aquí, me duele allá, a veces duele todo, pero también duele más no poder asistir a mis niños en sus cosas que quieren, bueno eso digo yo”, nos dijo desde su sofá favorito, ella sentada, delicada de salud pero con un semblante inquebrantable.
Nacida en Cuernavaca, Morelos, el 20 de agosto de 1936, Irma González se convirtió en un ícono de la lucha libre femenil, no solo por su destreza en el ring, sino también por su tenacidad para romper barreras en una época donde el machismo imperaba en el deporte espectáculo
“He luchado hasta 5 veces por día, hoy estoy francamente feliz”, enfatizó en un tono fuerte con una mirada profunda ante las cámaras de FIA.
1950: Era impensable que una mujer sea luchadora
A principios de la década de 1950, la lucha libre femenil era prácticamente inexistente en México. El entonces regente del Departamento Central, Ernesto P. Uruchurtu, había prohibido las luchas entre mujeres en la capital, considerándolas un espectáculo “inmoral” y “poco adecuado” para el público.
Sin embargo, Irma González, con una determinación inquebrantable, se negó a renunciar a su sueño. Bajo el nombre de “La Novia del Santo”, comenzó su carrera en Puebla en 1955, abriéndose paso en arenas y funciones menores en otros estados del país.
Con el tiempo, adoptó otros nombres, como “Tirana”, “Flor Negra”, “Rosa Blanca” y “Emperatriz Azteca”, forjando una leyenda en los encordados con su estilo ágil y técnico.
¿Qué es la lucha para usted?, le preguntamos a la leyenda viva.
“Además del modo de vivir, es una cosa que me gusta, andar aquí allá, un ring otro ring, hoy mentalmente me digo, hoy voy a hacer esto y esto, comenzar con esto y ahí me sigo”, dijo.
Maestra de la llaves en el cuadrilátero
Irma González no sólo dominaba las llaves y contrallaves, sino que también poseía una personalidad carismática que conquistó al público. Su belleza y elegancia contrastaba con la ferocidad que mostraba en el ring, creando una combinación irresistible que la convirtió en una de las favoritas de la afición.
¿Recuerda la última vez que le gritaban en el ring, !iIrma, Irma, Irma!?, ¿Que sentía? “Si, si, se siente uno elegido de Dios”, sus ojos brillaron, y el silencio absoluto invadió la habitación.
A lo largo de su carrera, Irma González se enfrentó a las mejores luchadoras de su época, como Chabela Romero, Lola González y La Marquesa. Su rivalidad con esta última fue especialmente memorable, con encuentros épicos que quedaron grabados en la historia de la lucha libre femenil.
¿Cuáles eran sus llaves favoritas? “La Tapatía, la Gori Special, la Campana, uy, tengo varias”.
Entre sus logros más destacados, se encuentran cinco Campeonatos Nacionales Femeniles de Lucha Libre y dos Campeonatos Mundiales Femeniles.
Pero más allá de los títulos, su mayor legado fue abrir camino para las futuras generaciones de luchadoras, demostrando que las mujeres también podían brillar en el ring.
Irma Aguilar: Heredera de una dinastía
El legado de Irma González se extendió más allá de su propia carrera, inspirando a su hija, Irma Aguilar, a seguir sus pasos en el mundo de la lucha libre.
Irma Aguilar, conocida como “La Hiena del Ring”, heredó el talento y la pasión de su madre, convirtiéndose en una luchadora formidable por derecho propio. Juntas, madre e hija hicieron historia al convertirse en el primer equipo en ganar el Campeonato Nacional de Parejas Femenil de México en 1990.
“Mi hija se metió en el mundo de la lucha, y yo ni sabia, era muy discreta, dije yo. luego comprendí que así es esto”, dijo Irma Gonzalez.
En entrevista con Azteca Noticias, la hija de la “Emperatriz Azteca”, Irma Aguilar se refirió sobre sus inicios en la lucha siguiendo el legado de su madre:
“Aprende lo que hace tu mamá, eso me decían, y yo dije si, si voy, me buscaron un gimnasio y estuve entrenando mientras mi mamá venía de Alemania, ella estaba en una gira. Cuando retorno de Alemania, le di la sorpresa que ya estaba entrenando y que ya había luchado contra mi más acérrima enemiga o contrincante que era Chabelita Romero”.
Recordó el pedido repetitivo del público, una dupla pionera, madre e hija. “La gente nos pedía madre e hija, y estoy orgullosa de tener a mi mamá que fue de las pioneras de la lucha libre, que puso en alto la lucha libre femenil, y la respetó y se respetó ella”.
La mancuerna de “Las Irmas” fue una de las más populares de la época, combinando la experiencia y la astucia de Irma González con la juventud y la agresividad de Irma Aguilar. Juntas, enfrentaron a las mejores parejas del momento, dejando una huella imborrable en la lucha libre femenil.
“Hoy tengo cuatro nietas y un nieto, pues soy rica, estoy rica”, nos comentó Irma Gonzales madre.
Irma Gonzales y otras facetas
A pesar de que su nombre está ligado principalmente a la lucha libre, Irma González cultivó una faceta musical menos conocida, pero igualmente apasionante. Dotada de una voz privilegiada, se adentró en el mundo de la composición, creando melodías que reflejaban su sensibilidad y su amor por México.
Entre sus composiciones más destacadas se encuentra “Mandilon”, y canciones dedicadas a la Virgen De Guadalupe.
Una lucha constante contra los prejuicios
Irma González no solo se enfrentó a sus rivales en el ring, sino también a los prejuicios y obstáculos que la sociedad imponía a las mujeres en la década de 1950. En una época donde la lucha libre era considerada un deporte exclusivo para hombres, Irma desafió las convenciones y se abrió paso a base de esfuerzo y talento.
“Y era un modelo, mi mamá un modelo a seguir por las chicas que después vinieron y les gusto la lucha libre y estoy orgullosa de ser su hija, y también de haber hecho pareja y que fuimos las primeras madre e hija luchadoras”. dijo Irma Aguilar hija de la leyenda.
Su perseverancia la llevó a recorrer todo el país, y el mundo, luchando en arenas y funciones menores, hasta que finalmente logró consolidarse como una de las figuras más importantes de la lucha libre femenil.
El legado de una pionera
Irma González es un símbolo de empoderamiento femenino y un ejemplo a seguir para las mujeres que buscan romper barreras en cualquier ámbito de la vida. Su historia nos recuerda que con talento, pasión y determinación, es posible alcanzar los sueños, incluso en un mundo que parezca diseñado para impedirlo.
En marzo de 2023, el Consejo Mundial de Lucha Libre (CMLL) rindió un merecido homenaje a Irma González con el Torneo Copa Irma González, reconociendo su trayectoria y su contribución a la lucha libre femenil.
Hoy en día, Irma González sigue siendo una figura admirada y respetada en el mundo de la lucha libre. Su legado permanece vivo en la memoria de la afición y en la historia del pancracio mexicano, una verdadera emperatriz que conquistó el ring y los corazones de miles de fanáticos.
Irma González e Irma Aguilar, madre e hija, dejaron una marca indeleble en el pancracio mexicano. Su historia es un testimonio del poder de la determinación, la pasión y el amor por un deporte que, a pesar de las adversidades, les permitió alcanzar la gloria y convertirse en verdaderas leyendas.
Con más de 88 años de edad, la “Emperatriz Azteca” continúa inspirando a nuevas generaciones de luchadoras y aficionados, un testimonio de su fuerza, talento y determinación.
FUENTE: EL UNIVERSAL