Clínicamente esta afectación es conocida como CTE (por sus siglas en inglés) provocada por la acumulación de traumas cerebrales que genera demencia, pérdida de memoria, depresión, agresividad y confusión.
El fUtbol americano es el deporte por excelencia en los Estados Unidos; sin embargo, a lo largo de los años la práctica del mismo ha mermado en numerosas ocasiones física y mentalmente a quienes lo practican.
Como muestra tenemos el más reciente caso del jugador profesional de los Buffalo Bills, Damar Hamlin, quien en pleno partido ante los Cincinnati Bengals se desvaneció dentro del campo al término de una jugada.
Afortunadamente y después de varios días hospitalizado, el joven de 24 años de edad se recupera satisfactoriamente tras sufrir un problema en el corazón debido al impacto que sufrió, aunque la NFL no se ha pronunciado al respecto sobre un parte médico oficial.
Y justo es ahí donde las críticas llueven, nos referimos a la liga como tal, pues así como habrá que reconocerles muchas cosas positivas que incluso han servido para mejorar no sólo su deporte sino el resto de otras disciplinas, también se ha visto envuelta en diversos escándalos.
A pesar de que la mayoría de estas historias no han sucedido en los emparrillados, si han tenido que ver con jugadores activos o retirados que han sufrido desde conmociones, depresión y demencia, mismos que los han llevado a cometer actos que a simple vista serían irracionales.
Lamentablemente el común denominador en todos los casos se reduce a los impactos severos y lesiones cerebrales que los jugadores a lo largo de su carrera van acumulando.
Estudios confirman que la esperanza de vida media del hombre estadunidense es de 76 años y la de los jugadores de la NFL de 57, de ahí la preocupación por algunos sectores en tomar acciones de prevención ante esta problemática.
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Clínicamente esta afectación es conocida como CTE o encefalopatía traumática crónica, una enfermedad neurodegenerativa provocada por la acumulación de traumas cerebrales que genera demencia, pérdida de memoria, depresión, agresividad y confusión.
El primer caso documentado se remonta al 2007 en la figura de Mike Webster, Pittsburgh Steelers, cuatro veces campeón de la NFL y miembro del Salón de la Fama. Un estudio de sus 15 años de carrera afirmó que el jugador recibió impactos en la cabeza que equivalen a 25 mil accidentes leves de tráfico. Lo que le ocasionó acabar con demencia, muriendo de un ataque al corazón a los 50 años.
Terry Long, se suicidó a los 45 años bebiendo anticongelante. Andre Waters, al que la NFL llevaba años negando una pensión de invalidez, se pegó un tiro en la boca a los 44 años. Justin Strzelczyk, de sólo 36 años, empezó a oír voces, se plantó en una gasolinera y de forma intempestiva emprendió una huida enloquecida que acabó con su camioneta contra un depósito de ácido y una gran explosión.
Pero quizá los más mediáticos han sido tres casos, el primero de Dave Duerson de 50 años, el segundo Junior Seau de 43, quienes se suicidaron disparándose en el pecho en vez de en la cabeza. El motivo, de acuerdo a los reportes de la policía el mismo Duerson lo daba a conocer en su nota de despedida que sentenciaba ‘estudien mi cerebro’.
Y el tercero y del cual existe hasta un documental es el de Aaron Hernández de los New England Patriots, quien fue encarcelado por el asesinato de su cuñado y ex jugador de fútbol americano semi-profesional, Odin Lloyd. El exdeportista fue sentenciado a cadena perpetua, poco después se suicidó dentro de la prisión.
La autopsia demostró que padecía de Encefalopatía traumática crónica, (CTE), misma enfermedad que desde 2007 comenzó a invadir al fútbol americano profesional de los Estados Unidos y que la NFL le ha costado trabajo admitir.
Fuente: Excelsior