Aun cuando una mujer puede conocer de otras lo que implica criar a un hijo, solo al convertirse en madre es capaz de conocer el sacrificio y el placer de tan noble proeza
Hay cosas que solo se aprenden cuando eres madre. No importa que hayas convivido con los hijos de otros y contribuyeras a su cuidado.
El ser la única o la persona más responsable de la crianza de un bebé te acarrea emociones y faenas insospechadas.
A continuación, me gustaría comentarte 3 cosas que solo se aprenden cuando eres madre.
Cuando eres madre aprendes que el día no tiene 24 horas
Durante el embarazo, sobre todo si no tienes otros hijos, cuentas con todo el tiempo del mundo para acicalarte y verte bella. A las madres primerizas les encanta dedicar horas delante del espejo comprobando que tan linda luce su barriguita con uno y otro atuendo.
Hay tiempo suficiente para dormir, ducharse, peinarse, maquillarse, hacerse la manicura, ir a la peluquería, doblar y desdoblar mil veces la ropa del bebé que está por llegar… Las horas sobran. Pero con la llegada de la criatura todo cambia.
El niño pequeño consume la mayoría de las horas del día y de la noche; apenas queda tiempo para que la madre se alimente, descanse y hasta se asee.
Si antes empleabas muchas horas en dormir, pasabas rato debajo de la ducha y te cepillabas el cabello con suavidad, luego de su nacimiento casi no pegarás los ojos, tendrás que pasar por debajo de la regadera a la velocidad de un rayo y te mantendrás con el pelo siempre recogido para evitar peinarlo.
El maquillarte, el hacerte la manicura, ir a la peluquería y todos los demás acicalamientos de hoy los dejarás para mañana, mañana quedarán para pasado mañana y pasado mañana los seguirás posponiendo.
Cuando eres madre solo cuentas con las horas de sueño del niño para realizar otras tareas, otras tareas que también se ejecutan en pos de su bienestar como lavar su ropita, calentar el biberón, prepararle el baño…
Cuando eres madre aprendes que el amor a primera vista existe
El amor a primera vista existe y eso solo lo compruebas cuando ves a tu hijo por primera vez.
Se sabe que las madres aman a sus criaturas cuando todavía están dentro del vientre; no obstante, luego del parto, experimentan una emoción, devoción y cariño colosal. Por mucho que amaras a otra persona en la vida, te das cuenta que jamás quisiste a alguien como quieres a tu hijo.
A ese pequeñito que poco conoces le eres más fiel que a nadie y lo amas como a ti misma superado con creces.
Cuando eres madre aprendes que la felicidad también vive en el sacrificio
Si antes de nacer tu hijo ya eras feliz, con su llegada, ese bienestar se incrementa.
Los desvelos, los sacrificios, el exceso de tareas y el nunca tener tiempo para ti te convierten en la persona más dichosa del mundo.
Cuando eres madre tu descanso pasa a un segundo plano. No importa si durante la madrugada el bebé se despierta cada hora; toda vez que se queja en su cuna te levantas y lo cargas con el mismo regocijo de la primera vez.
FUENTE: Eres Mama