Analiza y descubre cuál es la tuya y qué tanto ha afectado tu rutina de pareja
A muy temprana edad, todos recibimos mensajes y experiencias de aquellos que nos rodean sobre nuestro cuerpo, nuestro placer, nuestra desnudes y nuestras sensaciones.
Puede que pienses que esto es irrelevante, pero son factores formativos sobre cómo experimentamos y nos acercamos a nuestras relaciones y al sexo cuando somos adultos.
Para poder cultivar la pasión y el deseo, es importante tomar en cuenta las historias que hemos recibido sobre nuestro género, el sexo y nuestra sexualidad.
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Comienza una página nueva en tu diario y apunta tus primeros pensamientos, recuerdos y asociaciones conforme exploras estas preguntas:
1. ¿Cuáles fueron los primeros mensajes que recibiste sobre el sexo?
Escanea tu memoria y analiza todo lo que te hablaron, viste y presenciaste durante tu infancia. ¿El sexo era algo a lo que le debías temer o evitar? Por ejemplo, muchas mujeres recibieron advertencias de que el sexo siempre terminaba en embarazo.
¿Acaso el sexo era visto como un acto predatorio del cual podías ser víctima en lugar de algo que tal vez pudieras desear? ¿Era tu cuerpo una fuente de vergüenza? Por ejemplo, “esa falda está muy corta.”
O tal vez el sexo era visto como parte de un intercambio amoroso. Cuando veías a tus padres reírse, tomarse de las manos y besarse, ¿te sentías avergonzada o incoómoda? O ¿simple y sencillamente aprendiste que era una función biológica?
2. ¿Qué has hecho con estos mensajes?
Completa las siguientes oraciones:
“Las niñas buenas no…”
“Un verdadero hombre no…”
“Una dama debería…”
“Sólo puedes tener sexo cuando…”
3. ¿En qué medida estos mensajes te han afectado?
Emily Nagoski escribe sobre cómo todos tenemos aceleradores y frenos durante el sexo – cosas que nos inhiben o nos incitan. Los aceleradores pueden incluir aromas, pistas visuales o cualquier tipo de tacto. Los freno incluyen miedo de ser descubiertos, no sentirte sexy o atractiva o preocuparte de contagiarte de alguna ETS. ¿Cuáles son tus aceleradores y tus frenos?
4. ¿El sexo era algo central o periférico en tu vida familiar?
Con frecuencia la mayoría de las personas responden que el sexo era un tema del que nunca se hablaba. Pero cuando analizamos más a fondo, una vez que catalogas todas las diferentes maneras en que el tema del sexo fue evitado o negativamente enfatizado, quedan sólo muy pocos que siguen creyendo que el tema del sexo era periférico. Irónicamente, los temas que no se hablan crecen de tamaño inevitablemente. Explora esta pregunta y descubre cómo era para ti.
5. ¿Tu vida sexual ha reforzado o debatido los mensajes que recibiste cuando eras niña?
¿Te has encontrado con un mundo sexual totalmente diferente o tus creencias de la infancia han sido confirmadas? Piensa de manera retrospectiva entre tus experiencias recientes y pasadas. Examina cómo tus bases sexuales del pasado te han moldeado, te han introducido y te han abierto a todas las posibilidades que has experimentado.
Finalmente escoge un mensaje sexual que hayas recibido y quieras cambiar. ¿Qué mito te gustaría desmentir? Identificándolo podrás renovar tu vida sexual al 100%.
FUENTE: COSMOPOLITAN