Regalos, cenas, compras, más compras… Es probable que estos días nos convirtamos un poco en «grinchs» y nos encontremos sumidos en una carrera veloz que nos arrastra sin apenas percatarnos de lo especial que pueden llegar a ser estas fechas. O tal vez seamos pequeños Mr. Scrooge, como en el «Cuento de Navidad» y nos preocupen más los negocios, el trabajo, el dinero… Pero queremos pararnos un momento y rescatar la magia de la Navidad.
Detener la vorágine de «obligaciones» y rescatar lo que es probable que sintiéramos hace años, cuando éramos pequeños, como lo son ahora nuestros hijos. Cuando estos que se avecinan nos parecían unos días mágicos, especiales, inolvidables. Si, como a Scrooge nos visitara el fantasma del pasado tal vez podamos descubrir qué es lo que más apreciábamos cuando éramos niños. ¿No valdría la pena rescatarlo?
Si logramos impregnarnos de ese espíritu navideño, lograremos transmitirlo a nuestros hijos. Se trata de volver a ser un poco niños, de escribir junto a los hijos la casta a Papá Noel o a los Reyes y hacerlo también nosotros. ¿O es que por ser mayores ya no tenemos deseos, ilusión, propósitos?
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Se trata de sorprender a nuestros hijos con tres vasos de leche medio vacíos y las migajas de las galletas, colgar los calcetines y encontrarlos llenos de dulces y regalillos el 25 de diciembre, montar el árbol de Navidad y decorar la casa y hacerlo implicando a los pequeños.
La ilusión de todos estos momentos nos hace ver con más claridad el sentido de una fiesta que, a pesar de sus raíces religiosas, todas las familias pueden celebrar a su manera. Y además, la magia de la Navidad no solo son regalos y adornos. Si hay algo que alegra los corazones es disfrutar de la familia, pasar tiempo con los hijos pero también con los abuelos, con los tíos, los hermanos…
Ser generosos con los demás, rescatar valores como la paz, la solidaridad, las buenas intenciones, la esperanza. Y pensar que puede ser así el resto del año. porque el siete de enero, desde luego, no tenemos por qué acabar de un plumazo con todas estas costumbres y volver al estrés, a la rutina, a la desidia. ¡Seguro que un poco de magia nos hace más optimistas y nos enfrentamos a la rutina de mejor talante!
Pero aún queda mucho para el 7 de enero, así que, de momento, os dejamos con estas 11 ideas para rescatar la magia de la Navidad en familia.
La magia de la Navidad en familia
- Evita el consumismo desenfrenado. Hay que enseñar a los niños que no todo son regalos, el valor de las cosas… Podemos pensar en otras posibilidades a la hora de regalar, como las manualidades. También hay, para niños, algunosregalos que no son juguetes y que les van a encantar.
- Pasead por la ciudad, para ver los belenes, los árboles de Navidad, la iluminación especial… Sin otro objetivo que pasear y disfrutar de este ambiente navideño.
- Apaga la televisión y desconecta el móvil: lee un cuento, habla y juega con los niños, disfrutando de los regalos y de vuestro tiempo en familia.
- Enciende la tele para ver una película familiar navideña, las típicas de estas fechas, con tus hijos. Las manitas para arrullarnos y las palomitas no pueden faltar. «Polar Express», «Solo en casa», «Vaya Santa Claus», «Qué bello es vivir», «Una Navidad con Mickey», «Pesadilla antes de Navidad», «Un padre en apuros», «Elf»… son solo algunas ideas para una tarde mágica con los peques.
- Escribe una postal de felicitación a tus hijos. Escribe con ellos una tarjeta para familiares y amigos. Las tarjetas navideñas que adornan de casa y nos desean lo mejor para el nuevo año, alegrando los corazones, no tienen por qué desaparecer.
- Escribid juntos las cartas a Papá Noel o a los Reyes y no necesariamente plagada de deseos materiales: los deseos para los demás, los propósitos o metas para el nuevo año…
- Si los Reyes o Papá Noel van a vuestra casa, es porque así lo habéis decidido. Es posible pasar una mágica Navidad sin ellos (los regalos siempre pueden venir de papá y mamá, de los yayos…) pero también podemos «adornar» su llegada como hemos comentado en la introducción: que dejen huella (aparte de con los regalos) con una carta dirigida a vuestros hijos, con los vasos de leche medio vacíos, sus pisadas…
- Compartid con los que no son tan afortunados como nosotros, haciendo donaciones a las distintas asociaciones, ONG encargadas de ayudar a los más desfavorecidos (comida, ropa, juguetes…). La solidaridad es un valor importante y no solo para estas fechas, ya que ayudar a los demás (y sentirnos mejor por ello) es cuestión de todo el año.
- Cantad, escuchad y bailad los villancicos tradicionales y los más modernos, incluso las canciones que más os gusten: es otra manera de estar alegres.
- Cocinad juntos pastas tradicionales, turrón, almendrados… o las más sencillas galletas de Navidad. Los platos más tradicionales en las ocasiones especiales también pueden contar con la colaboración de los más pequeños.
- Escribe un mensaje de alegría y amor a los invitados en casa (o llévalos contigo si vais a otra casa a celebrar Nochebuena, Navidad, Nochevieja…).
Seguramente, si miramos la Navidad con ojos renovados, si buscamos y somos capaces de encontrar la magia de la Navidad, lograremos, como Mr. Scrooge al final del cuento, disfrutarla junto a nuestros hijos con alegría y generosidad, cargándonos de energía positiva. ¡Y sin necesidad de fantasmas que nos muestren el pasado o el futuro!
Fuente: bebes y mas