La conferencista rusa Natalia Grace expone cuatro razones en su libro Las leyes de Grace donde asegura que la pobreza tiene su origen en la forma en cómo la gente se “programa” para serlo.
Para todo hay una explicación.
Hay quienes aseguran que el origen de la pobreza o de la miseria no siempre está en la ausencia de dinero, sino dentro de nuestra cabeza –por más inverosímil que parezca–.
Para probarlo, la conferencista rusa Natalia Grace expone cuatro razones en su libro Las leyes de Grace donde asegura que la pobreza tiene su origen en la forma en cómo la gente se “programa” para serlo.
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1. TU MENTALIDAD
¿Te has preguntado por qué siempre hay polvo, mugre y descomposición donde hay pobreza?
Casi siempre donde hay miseria hay algo roto o manchas y basura.
¿Y por qué será esto? Grace expone que la mugre no es una manifestación de la falta de dinero y mucho menos es una consecuencia, sino que es un reflejo de la mentalidad de quien habita el lugar ocupado por el caos.
Es decir, es una mente sin aseo. Una mente desordenada que necesita reprogramarse para “limpiarse”, encontrar aquello que le sirve, desechar lo que no y comenzar a cambiar su entorno.
2. LA MEZQUINDAD
¿Por qué será que es común dejar nuestras mejores ropas, accesorios o, incluso, nuestra mejor vajilla para “ocasiones especiales”? o, ¿por qué será que a algunas personas les duele gastar en sí mismos?
Mientras los platos, las prendas y los accesorios den cuenta del tiempo, guardados esperando un “gran día”, la realidad se manifestará como un dueño que vive esperando un futuro que nunca llegará o que nunca sentirá que habrá llegado.
Y mientras duela gastar en uno mismo lo único que se reflejará es una mentalidad que no puede creer que como persona se merezca lo mejor (en cualquier aspecto).
3. LOS COMPLEJOS
¿Has notado la “astucia de la pobreza”, algo que en nuestra realidad llamamos “ingenio mexicano”? Esta astucia y este ingenio relucen cuando existe una mente a la que le duele gastar en un bien necesario.
El problema tiene mucho de su origen en los bajos sueldos, pero también es cierto que con una cantidad pequeña de dinero es posible verse decente o verse miserable –según lo que uno prefiera–.
Un gran ejemplo es una persona que gana muy poco, pero no puede vivir sin la televisión, así que se endeuda para comprar una pantalla y, cada mes, se “sacrifica” para pagar un paquete básico de tv por cable.
Quizá esta persona es también alguien que sufre del punto número 1; sin embargo, por la misma cantidad al mes que gasta en la suscripción, puede comprar lo necesario para limpiar y ordenar su hogar y así vivir en armonía, como primer paso.
Como segundo paso, podría destinar ese dinero en unos mejores zapatos y en un mejor traje –ambos sencillos, pero decentes–, entre otros bienes o servicios que le permitan competir en el mercado laboral y quizá obtener un mejor empleo sólo por el plus de la siempre requerida “buena presentación”.
4. LA MENTE “PROGRAMADA”
En un entorno como el descrito, los más pequeños se acostumbran a esos escenarios faltos de higiene y dignidad; pero también se acostumbran a algo más peligroso: la mentalidad.
Así, la mugre y la miseria pueden disminuir la autoestima de las personas, porque al encontrarse constantemente en condición paupérrima, se programa el cerebro para limitar su capacidad de acción y comenzar a cambiar su entorno y su día a día.
Fuente: Excelsior