Hasta los 3 añitos, las niñas tienen un cariño especial por sus madres. Ellas se convierten en su primer amor pasional, pero después comienza una etapa en la que los papás se son su único centro de emociones y atención. ¿Cómo es la relación entre padre e hija?
Normalmente, los papás piensan que las madres son más influyentes con las niñas que ellos, pero nada más lejos de la realidad ya que normalmente las niñas son quienes tienen una relación mucho más cercana con los papás. Ellos, por tanto, cumplen un papel muy importante en la vida de sus hijas porque son aquellos que cumplen aquel rol que una mamá jamás podrá sustituir: aportar su mirada masculina.
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El primer hombre de su vida
Durante la niñez y la adolescencia, los papás, tanto la madre como el padre, son modelos inspiradores para los hijos. Pero concretamente, los padres son la primera influencia masculina íntima en la vida de las niñas por lo que esta relación probablemente marcará la futura relación de éstas con los hombres, en su edad adulta. Gracias a su padre, que le habrá mostrado cómo es una relación de amor junto a su madre, la hija deseará vivir una propia llena de amor y deseo, a semejanza de lo vivido por sus padres, durante en su edad adulta.
Por tanto, es indispensable que una niña vea que sus padres se quieren y se desean para que pueda a su vez ser amada y amante en un futuro. Además, los padres son claves a la hora de que las niñas desarrollen muchas de sus capacidades y carácter: la auto confianza, la autoestima así como el logro, la asertividad y el desarrollo del espíritu aventurero son algunas de los más importantes.
Asimismo, la figura del padre ayuda a su hija a adquirir una feminidad y a desarrollarla. Especialmente con las palabras empleadas (decirle que está guapa, que la falda le sienta genial…), las atenciones que tiene hacia ella (regalarle un anillo, una muñeca…), etc. Por lo que la opinión masculina es esencial, ya que ella se afirma respecto a él. Tiene que ser admirada, y sentir que su padre se siente orgulloso de ella y transmite una imagen positiva de su hija.
En definitiva, entre un padre y una hija se instala una relación hecha de amor, de ternura y de admiración. El padre debe animarla y mantenerla y hacer de guía hacia el mundo exterior. Por todo ello, los papás tienen un impacto decisivo en la vida de sus hijas, tanto desde el punto de vista profesional como en el plano personal y sentimental.
Una relación que se complica durante la adolescencia
Durante la etapa de la adolescencia, normalmente, termina esta relación tan estrecha para establecerse una distancia, que por otro lado es normal, entre padre e hija; algo esencial para preparar sus futuros vínculos con los hombres.
La hija se vuelve más pudorosa y esta relación puede derivar a ser cada vez más tirante. El padre, sin embargo, tiene que continuar potenciando la feminidad y la belleza de su hija dándole la autorización de gustar, pero sobre todo, de aceptar que ella se sienta segura ante los ojos de otros hombres.
Durante la adolescencia se producen algunos cambios radicales, tales como la modificación de la silueta o la llegada de los primeros amores y éstos son vividos en algunos casos con incomprensión por parte del padre, que se pregunta por qué su pequeña se encierra en su habitación y rechaza todo su afecto. A la vez ella se aleja de él, pero puede comenzar un mayor acercamiento hacia su madre ya que entenderá que ahora es ella quien puede entender sus «problemas» y hablar de mujer a mujer.
Será una época dura pero los papás tienen que continuar cerca de sus hijas. Incluso aunque parezca haberse convertido en una extraña tienen que persistir en darles una mirada tranquilizadora porque, a pesar de las apariencias, durante este periodo el papel del padre también es primordial para que las niñas se desarrollen emocionalmente.