Había pasado una semana siguiendo una dieta depurativa a base de zumos y tal vez porque este casi ayuno es parecido al de místicos, eremitas y super modelos budistas en busca de la iluminación, se le ocurrió la teoría de que cualquier persona podría adelgazar si deja de beber alcohol y comer azúcar, incluso comiendo pizza. Masa fina o gruesa, con doble de queso, alcaparras, pepperoni… familiares o en porciones… Así es como esta neoyorquina hambrienta cambió durante siete días la dieta de la piña por la pizza hawaianay acabó perdiendo más de dos kilos. Esta es su historia.
‘Arrivederci’, Duncan y Atkins
Charlotte Palermino no es una activista, ni una persona obesa que acampa en un Subway descontando hebillas de cinturón como si rezase el rosario, es solo una chica neoyorquinacansada de la máxima de que para presumir hay que sufrir y, sobre todo, hambrienta. Por eso se diseñó un plan experimental basado en la ingesta de carbohidratos y queso con unas reglas aparentemente sencillas de cumplir:
1. Las pizzas deberían ser crujientes y nada coliflor o hummus, que resultan indigestos.
Aunque los primeros días fueron duros para Charlotte y llegó a desarrollar una manía ‘pizzo-depresiva’, hacia el final de la semana se sentía llena de energía
3. Todo tipo de salsas estaban permitidas, incluido el aceite de oliva.
4. Si empezaba a notar que desarrollaba escorbuto o alguna enfermedad victoriana producto de la falta de verduras y frutas, abortaría el experimento.
5. Quedaba prohibido comer cualquier alimento que no fuese ‘pizza’ y, sobre todo, beber alcohol.
6. Podía tomar café por razones de supervivencia. Todo adicto a la cafeína sabe de lo que hablamos…
Y con estas simples premisas emprendió cual Marco Polo su viaje por las pizzerías más famosas de Nueva York, y también las que le quedaban cerca de casa.
Calendario en porciones
Día 1. O cómo venció la resaca con pizza: Era su primer día de dieta y la noche anterior se había despedido del alcohol a lo grande, así que Charlotte Palermino dejó su apartamento, no sin poca dificultad, y se dirigió a Roberta’s, la pizzería más hipster del barrio, para encargar dos pizzas que le devolvieron el color a las mejillas. ¿Para cenar? También pizza. Mientras sus amigos celebraban el Día de Acción de Gracias con un tarta de calabaza, ella devoraba una Cuatro Estaciones y en ese momento sufrió un rapto de miedo irracional: ¿no contraería una de esas enfermedades ya desaparecidas, como las que sufrían los piratas en alta mar? Pero sus temores acabaron en la basura con algunos bordes mordisqueados.
No recomienda seguir la dieta, ya que solo se trata de un experimento para demostrar que beber solo zumo una semana es tan malo como un 24/7 de pizzas
Día 2. Más pizza y un chute de turbo-energía: Se despertó hacia las cuatro de la mañana aquejada de una acidez de estómago horrible. Según cuenta en su crónica, publicada en ‘Cosmopolitan’, descubrió que si le echaba un chorreón de limón a la pizza esta sabía deliciosa y era mucho más agradable de comer. Dos Almax y tres porciones más tarde, continuó su travesía con una pequeña epifanía más: al haber ingerido tal cantidad de carbohidratos estaba llena de energía y corrió sobre la cinta del gimnasio 8 kilómetros en 30 minutos.
Día 3. Su organismo empezó a adaptarse al cambio: Había dejado de tener acidez y dolores de cabeza y se notaba mucho más ligera que los dos primeros días. En el desayuno frió un huevo y lo colocó sobre las porciones del día anterior, y para comer optó por pizza napolitana. Su día acabó con otra revelación: ¡si pides un acompañamiento de rúcula puedes tener la sensación de estar comiendo una ensalada-burrito, por no hablar de los sabrosos ‘toppings’ de tomate con parmesano y mozzarella fresca.
Día 4. Un amago de SMP (Síndrome Premenstrual de Pizza): Charlotte empieza a experimentar dolores de cabeza, se siente irritable e incluso algo resfriada. ¿Le habría pasado factura su festín de rúcula de la noche anterior? Sin probar bocado desde el desayuno, decidió ampliar su abanico y encargó un menú especial para crisis existenciales y rupturas amorosas: la pizza de vodka. Cuatro porciones más tarde, según cuenta, su estómago agradeció la escasa acidez del vodka y el extra de ajo. De nuevo estaba en marcha y al llegar la noche incluso la luna llena le parecía cubierta de salsa carbonara…
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Día 5. El mundo es una pizza. Y ella odiaba el mundo. Exprimió cuatro limones para poder comerse dos porciones más y sintió deseos suicidas de morir amasada por un pizzero ‘diavolo’. Los objetos con formas triangulares comenzaron a parecerle inquietantes. Le puso remedio devorando ocho raciones de pizza vegetariana.
Día 6: ¡Funciona! Su piel estaba brillante y sus pantalones abrochaban al fin. Charlotte pensó que su cuerpo había aceptado el nuevo orden al ‘taglio’ y se había adaptado completamente a su dieta de pizza. Se comió las sobras de pizza de su compañera de piso y dos porciones más en uno de los mejores italianos de la ‘City’. Finalmente, aseguró, había conseguido la‘pizziluminación’.
Día 7. Como Popeye pero a la italiana: Charlotte saboreó su última cena de pizza y se sintió estupenda, energizada, alegre y, sobre todo, delgada. Finalmente había conseguido su reto y para celebrarlo… ¿qué imaginan que hizo? La respuesta tiene bordes rellenos de queso…
Como todo el que ha seguido una dieta depurativa debería saber, tras una semana de ayuno –o exceso– tenemos se ha de volver a la normalidad de manera paulatina. Así que la chica neoyorquina que adoraba el pepperoni continuó picoteando una porción aquí y una alcaparra allá durante varios días.
Empíricamente probado
Como ya habíamos adelantado, Charlotte Palermino perdió más de dos kilos durante su semana de solo pizza, pero hay más de una razón científica (sí, parece imposible) para ello: había ingerido menos calorías a consecuencia de dejar de tomar vino y dulces e incorporar carbohidratos, algo que no consiguen las denominadas dietas milagro o yoyó. “Mi dieta a base de pizza no fue terrible, pero sí dura; aunque resultó liberadora. Muchas compañías sacan provecho de la percepción de ciertos alimentos como buenos o malos”. No obstante, nos recomienda no imitarla, porque, como todas las dietas milagrosas, es insostenible a largo plazo, y menos si no puedes acompañar tu pizza con una copa de vino tinto…
Fuente: El confidencial