REDACCIÓN MACRONEWS POR DARSET RIVERO.— En la era en la que vivimos, todos los padres se encuentran ante la tesitura de posicionarse frente al uso de las tecnologías que hacen sus hijos. La tecnología nos rodea y a los niños les encanta, pero ¿debemos los padres fomentar su empleo temprano en casa? ¿Sabemos realmente cómo influye la exposición a estas tecnologías en el desarrollo cerebral de nuestros hijos?
Aidé Medina, Neuropsicologa, informo que las evidencias que estamos obteniendo hasta la fecha son contundentes. Por el momento, sabemos que un mayor tiempo de exposición a estos dispositivos (tablets, smartphones, videojuegos y TV) está relacionado con mayores índices de miopía, déficit de atención, obesidad y depresión infantil. Según los datos que estamos conociendo, la exposición temprana o prolongada a estos dispositivos puede afectar la maduración de distintas estructuras y funciones del cerebro en desarrollo.
La Neuropsicologa mencionó que, durante los primeros años de vida, el cerebro del niño debe comenzar a dominar su concentración. A los pocos meses de edad solo es capaz de fijar la atención en objetos que se mueven, tiene luces o hacen ruidos, como por ejemplo, un sonajero o su madre que se asoma a la cuna. Poco a poco comienza a fijarse en objetos inertes como su muñeco favorito. A medida que se va haciendo mayor es capaz de tener un mayor autocontrol, hasta el punto de ser capaz de concentrarse incluso en aquellas cosas que le resultan menos interesantes, como un profesor que no es demasiado ameno o un libro que tenga que estudiar. Mientras el niño va teniendo un dominio cada vez mayor de su atención, la parte frontal de su cerebro se va desarrollando, permitiéndole también ser más resistente ante otras frustraciones de la vida; toda una garantía de felicidad.
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El principio que hace que la mayoría de videojuegos, apps y programas de televisión pensadas para niños sean tan divertidas y entretenidas, es que no exigen ese nivel de concentración del niño, sino que precisamente retroceden a su primera infancia y atrapan su atención con movimiento, imágenes y sonidos al igual que lo hacía el sonajero. En ese sentido, lo que a muchos padres les puede parecer ayudar a sus hijos a evolucionar hacia una atención más rápida y mejores reflejos solo significa una involución que provoca dificultades de concentración y no favorece la capacidad de tolerar la frustración, posiblemente la piedra angular más importante sobre la que reside la inteligencia y la felicidad.