Stresslaxing: Cuando descansar se convierte en motivo de estrés
Para muchas personas, el simple hecho de pensar en tomar vacaciones o descansar les produce estrés, mucho más hacerlo, pues lo consideran una pérdida de tiempo frente a la necesidad autoimpuesta de productividad. Sin embargo, es un gran riesgo para la salud mental.
Por primera vez en 10 años me encuentro de incapacidad con la posibilidad de descansar y tomarme un break de siete días para recuperarme de una operación. Pero en mi cabeza pasa no un pensamiento de paz, sino una situación de ansiedad que viene con una reflexión: ¿Qué hago aquí acostada cuando puedo estar terminando todos los pendientes que tengo y que son indispensables terminarlos esta semana?
¿Te ha pasado? Eso se llama “stresslaxing”. Es el estrés asociado con el descanso o la relajación, también conocido como “estrés de recuperación” o “estrés de ocio”, y se expresa en las personas en forma de ansiedad o insatisfacción interna al relajarse o tomarse tiempo libre. Es resultado de una forma de vida autoimpuesta que nos demanda mantenernos siempre “activos o productivos”, por lo que tomar un descanso nos parece una pérdida de tiempo o de productividad.
Este podría ser una de las causas por la que los mexicanos no toman vacaciones de manera voluntaria. De acuerdo con un informe de Expedia, el “77% de los adultos que trabajan en México declaran necesitar de vacaciones y, sin embargo, solo el 28% declara que las tomara en 2023”. ¿Será que los colaboradores mexicanos experimentan stresslaxing?
Estas son algunas características de este fenómeno:
- La persona experimenta ansiedad o malestar al sentir que es una pérdida de tiempo, relajarse o tomarse tiempo para uno mismo, porque no estás trabajando en aquello que te hace sentir productivo y tienes una cantidad enorme de cosas pendientes por hacer.
- Sentir que las actividades de ocio son dañinas para sí mismo, porque uno debería estar aprovechando el tiempo en actividades productivas, por ejemplo, no leer noveles sino libros especializados relacionados con su propia profesionalización.
- No realizar reuniones sociales, sino que hay algo productivo de por medio. Estar pensando en las relaciones de networking como objetivo y no las reuniones sociales vacías que “no dejan ninguno de beneficio” a largo plazo.
- Experimentar un sentimiento de culpa o fracaso al no hacer algo que contribuya a su propio desarrollo personal, como aprender o potenciar su conocimiento. Es decir, que no se está haciendo algo de valor.
- Sentir miedo de estar haciendo algo que baje su nivel de revolución, dinámica o potencial; que al relajarse se pierda el ritmo de resultados obtenidos. Bajo esta perspectiva, a la persona le hace mejor tener actividades como salir a correr que sentarse a ver una película.
- Realizar actividades con bajo impacto como mindfulness, yoga o meditación no se consideran benéficas por miedo a parar o detenerse, porque se vive en piloto automático y esto los mantiene en su zona de confort, aunque no necesariamente se encuentren en buen estado.
- Rumia mental, es decir, estamos pensando en todas las actividades que tenemos que realizar y no disfrutamos el momento presente. Estamos siempre adelantándonos en el tiempo, evitando estar en el presente, así que cuando descansamos, en realidad estamos mentalmente en el trabajo.
¿Por qué nos sentimos así? En esta realidad, muchas veces no es únicamente la persona quien está en una constante demanda de trabajo y ritmo acelerado de productividad, la sociedad y la vida como hoy la conocemos también nos demanda estar en piloto automático para cumplir con las expectativas de éxito que se tienen sobre nosotros.
A continuación algunos consejos para enfrentar esta situación:
- Aprender a conocernos a nosotros mismos para detectar en qué momentos nos está atrapando este tipo de ansiedad. Hacerla consciente al verbalizarla, ya sea en voz alta o en nuestro diálogo interno, y esto nos permitirá avanzar en controlarla.
- Realizar las actividades a nuestro ritmo sin excedernos en la velocidad o en la demanda. Estar productivos para evitar tener que re trabajar algún proceso. No permitirnos invertir más tiempo del necesario en nuestras actividades y concentrarnos en ellas para evitar la fuga de productividad.
- Hacer una lista de cosas que podemos disfrutar y cuál es su propósito, esto nos permitirá tener alternativas focalizadas que justifiquen para nosotros estos espacios de ocio o diversión y no nos cause remordimiento.
- Desenchufarnos intencionalmente del día a día y dar paso al tiempo libre y al descanso, ambos absolutamente necesarios para recuperarnos y llegar con más energía a trabajar o a realizar las actividades que nosotros consideramos productivas.
- Desconectar de la rutina con actividades que te gustan y te hacen sentir pleno y que no están relacionadas con trabajo, pero que te demandan mucha energía. Al canalizarlas de forma adecuada no sentirás culpa.
- Realiza la respiración consciente. Al estar respirando de forma tranquila, con oportunidad para centrarnos, seguro vendrán pensamientos que nos asalten, ya que estos no necesariamente son voluntarios: no luches con ellos, solo obsérvalos, ve a dónde te llevan y luego déjalos ir.
¡Tómate tu tiempo para descansar, tu salud mental te lo agradecerá!
FUENTE: EL ECONOMISTA