La segunda película de Jesse Eisenberg como director está protagonizada por un magistral Kieran Culkin y se estrena hoy en las salas de cine españolas
Ya han pasado 25 años desde que Jesse Eisenberg comenzó a dar sus primeros pasos como actor. Primero con pequeños papeles más desconocidos y rápidamente con películas como Una historia de Brooklyn, Adventureland o Bienvenidos a Zombieland, que le señalaron como una de las jóvenes promesas de los primeros 2000. Su mayor reconocimiento llegó en 2009, cuando interpretó al fundador de Facebook Mark Zuckerberg en La red social y fue nominado al Oscar por primera vez.
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Tras La red social llegarían otros de sus más famosos papeles en filmes como A Roma con amor, Ahora me ves o Batman v Superman: El amanecer de la justicia y en 2022 dio el paso que necesitaba para seguir creciendo creativamente: dirigir su primer largometraje. Lo hizo con una película que llamó Cuando termines de salvar el mundo, protagonizada por Julianne Moore y el actor de Stranger Things Finn Wolfhard y que recibió la confianza del prestigioso estudio A24.
Ahora Jesse Eisenberg estrena su segunda película: A Real Pain, en la que, por primera vez, se dirige a sí mismo como protagonista. La idea de A Real Pain surgió en la mente de Jesse Eisenberg de la forma más cotidiana que podamos imaginar: cuando se cruzó con un anuncio online sobre tours turísticos en campos de concentración en Polonia
Aquello le hizo pensar en cuando visitó Polonia por primera vez y, tras revisitar sus fotos y recuerdos sintió la inspiración de la historia que quería contar. El actor, neoyorquino pero proveniente de una familia de origen judío asquenazí, era consciente de que no había conectado con el trauma que sus antepasados habían experimentado en el Holocausto y de esa experiencia propia nacieron los dilemas a los que se enfrentarían los personajes principales de la película: dos primos judíos, David (Eisenberg) y Benji (Kieran Culkin), que contratan un tour organizado a Polonia para conocer sus orígenes familiares y visitar la casa en la que creció su abuela y en el que coinciden con otro grupo de personas con objetivos similares.
David y Benji no pueden ser más distintos. Mientras David, que recientemente se ha estrenado como padre, disfruta de una vida sencilla y organizada, Benji es un alma libre que huye de las ataduras y cuestiona todo lo que no le encaja. Ambos fueron uña y carne, pero hace tiempo que un suceso les hizo distanciarse.
A lo largo del tour, el grupo visita diversos lugares, como el Monumento a los Héroes del Gueto de la ciudad de Varsovia, el Monumento al Alzamiento de Varsovia en la Plaza Krasiński o el Campo de concentración de Majdanek, donde escuchan las explicaciones del guía y llevan a cabo sus propias reflexiones, a menudo estimulados por Benji, que ayuda a introducir las introspecciones del propio Jesse Eisenberg y los dilemas morales que surgen de ello.
Jesse Eisenberg necesitaba reflexionar sobre cómo nos pasamos la vida lamentando lo que comúnmente llamamos nuestros «problemas del primer mundo», mientras en otros lugares se enfrentan a cruentas guerras o catástrofes naturales que han arrasado con todo, pero al mismo tiempo, también aceptar que no es malo que suframos por nuestros problemas -por pequeños que sean- aún sabiendo que pueden ser irrelevantes frente al dolor real que existe en el mundo.
De hecho, en una de las escenas de la película, Benji, brillantemente interpretado por un Kieran Culkin en uno de los mejores papeles de su carrera, incomoda a todo el grupo confrontándolos con el hecho de estar viajando en primera clase y durmiendo en lujosos hoteles mientras recorren los lugares en los que sus antepasados fueron víctimas de un cruel y despiadado genocidio.
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Una reflexión sobre cómo nos relacionamos con los traumas del pasado desde el presente pero que parte desde una situación distendida -a veces algo tensa- con la que es fácil identificarse, en la que no faltan -ni sobran- los momentos de humor y que, importante decir esto, no resulta en absoluta aleccionadora. A Real Pain -cuyo nombre no podría ser más acertado, por cierto-, que también invierte su tiempo en profundizar sobre el dolor personal y los traumas particulares de sus personajes, especialmente del de Benji, que tras su imagen de tipo divertido y despreocupado lidia con problemas de salud mental.
En definitiva, el dolor siempre será relativo, pero no por eso duele menos.
FUENTE: SENSA CINE