El problema con ser erudito, particularmente si se es tan productivo como Leonardo da Vinci, es que algunas de tus obras le pueden hacer sombra a las otras.
Da Vinci es globalmente conocido por sus magníficas obras de arte, desde la Mona Lisa hasta La última cena, pero él también dedicó gran parte de su vida a imaginar máquinas como su versión precoz de un helicóptero con alas que batían evocando a un águila.
Sin embargo, sus exquisitos dibujos de armas pertenecen a una vida política diferente.
Pero, ¿te has puesto a ver de cerca sus inventos para empresas militares?
Quizás no: uno tiende a asociar al gran hombre del Renacimiento con belleza y ciencia, no con la guerra.
Las armas son pavorosas: desde catapultas gigantes hasta máquinas con múltiples cañones que disparan casi simultáneamente.
No obstante, «eran muy importantes para él», le dijo a la BBC el curador de la exposición «La mecánica de la genialidad» del Museo de Ciencia de Londres, Claudio Giorgione.
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«Cuando se mudó a Milán en 1482 él sabía que si lograba conseguir un buen contrato como ingeniero militar para el duque, tendría un salario que le daría la oportunidad de continuar dedicándose a todos sus otros intereses personales», explicó.
«Es por eso trató de diseñar muchas armas y muchas fortificaciones, aunque no le gustaba la guerra».
Para Giorgione, «es un tema interesante de considerar, pues la investigación es independiente de la moral. Da Vinci era siempre curioso, estaba todo el tiempo estudiando y haciendo actividades distintas».
¿Cómo debemos, entonces, entender a Leonardo da Vinci?
«Para entender a Da Vinci debemos seguir su proceso creativo, en el que lo primero que hacía era fijarse en la naturaleza. Y también tratar de conectar su obra a la de sus contemporáneos», opina el curador de «La mecánica de la genialidad».
«No se le debe tratar como un genio aislado, sino recordar que era así porque podía aprender de todo y de todos los que lo rodeaban».
Fuente:BCCMundo