Cancún, Por Darset Rivero: Con sus declaraciones y testimonios, en los que ha comenzado a acusar a políticos de los regímenes del PRI y del PAN, a cambio de un trato benevolente de la Fiscalía General de la República, el exdirector de Pemex, Emilio Lozoya Austin, se convierte en el primer personaje en romper judicialmente los viejos códigos de complicidad y silencio que durante casi 8 décadas se mantuvieron intocados y permitieron la continuidad y sobrevivencia de grupos políticos y de interés en el sistema político mexicano.
Los pactos no escritos de impunidad que operaron en los 75 años ininterrumpidos de gobiernos priistas y que luego fueron continuados y renovados en los dos sexenios que gobernó el panismo, para cerrar el círculo con el regreso del PRI a los Pinos en el gobierno de Peña Nieto, terminarían con la decisión de Lozoya de revelar las formas en que operó la corrupción y los sobornos, tanto en el caso de Odebrecht como de la aprobación de la Reforma Energética y los fraudes cometidos contra Pemex con compras de plantas a empresarios privados.
Para que esto ocurriera después de casi un siglo de que empezaron los gobiernos postrevolucionarios, se necesitaron dos cosas: primero, que un tecnócrata como Lozoya, sin militancia priista acreditada y puesta en duda por su propio partido, decidiera romper el silencio y las reglas no escritas del viejo sistema para traicionar y acusar a sus exjefes y amigos, incluidos encumbrados priistas y panistas.
Segundo, un cambio de régimen y un nuevo gobierno como el de López Obrador, que aunque se nutre en buena medida de las viejas corrientes del priismo antiguo y de sus ideologías nacionalistas, está decidido a romper con el modelo socioeconómico y político que imperó durante los últimos 40 años: el neoliberalismo, y para lograrlo su principal bandera y estrategia es una lucha contra la corrupción que hasta ahora ha demostrado ser selectiva.
Por eso este caso se ha vuelto tan importante y prioritario para la 4T.
Ya que a partir de la información y las pruebas que entregue Lozoya, el Presidente se propone exhibir, comprobar y castigar las prácticas corruptas que en las últimas décadas desarrollaron los que él llama “gobiernos neoliberales”, tanto del PRI como del PAN, a los que López Obrador lleva criticando y cuestionando por 18 años y que dieron materia suficiente y de sobra para el discurso de las tres campañas presidenciales del candidato que hoy es presidente de la República.