CORRE LA VOZ
Por: Jorge Castro Noriega
CARLOS JOAQUÍN: LA DESILUSIÓN
• “Campañas negras” le pegan al candidato del PAN-PRD
• Se prevé alto abstencionismo, por desánimo de opositores
• En el “fuego priista”, CJG tira, pero también recibe y se exhibe
• Seguidores no quieren hacerle “caldo gordo” al PRI
UN PANORAMA DESALENTADOR pinta desde ahora para el 5 de junio. No obstante de que el Padrón Electoral de Quintana Roo aumentó casi un 10 por ciento en relación al del proceso federal del 2015, no hay ninguna garantía de que la suma de votantes que acudan este año a las urnas rebase el maléfico 40 por ciento que en promedio ha salido a votar en las últimas elecciones. Por un lado está la apatía social por la falta de arraigo en poblaciones flotantes como las que cuentan las grandes ciudades como Cancún y Playa del Carmen, que concentran los mayores núcleos poblacionales, pero por otra parte está también el hartazgo ciudadano hacia los partidos políticos, que han hecho a un lado las campañas de propuestas para concentrarse en la guerra de acusaciones y descalificaciones, como si el que aventara más lodo ese fuera a ganar.
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CARLOS JOAQUÍN, EL candidato a la gubernatura de la alianza PAN-PRD, ha perdido la brújula hacia el objetivo principal de su “sacrificio” al abandonar el PRI, donde se formó y creció tanto política como económicamente –porque sí lo hizo–, para conseguir la oportunidad de buscar desde la oposición lo que tanto le obsesionaba. Y es que del discurso de víctima con el que empezó a darse los primeros brochazos de amarillo y azul para tapar los colores del priismo, ha pasado a asumir una postura, digamos que arrogante, muy sobrada y contestataria, que si bien le festejan y lo alientan los simpatizantes que asisten a sus mítines, es inevitable recordar a Andrés Manuel López Obrador, que lleva 18 años montado en el mismo discurso de ofensas y chistes malos contra sus adversarios políticos, celebrados por sus miles de seguidores, sí, pero que en los hechos no le ha redituado nada a él. Tres veces le ha fallado a AMLO la estrategia y va por el cuarto intento… por el mismo camino. Y después, se dice sorprendido y robado.
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LA “GUERRA SUCIA” o las “campañas negras” de las que se acusan mutuamente los principales competidores a la gubernatura de Quintana Roo, no auguran nada bueno al final del proceso. Sobre todo porque los principales contendientes comparten el hecho de que todos son priistas y de que dos de ellos lo siguen siendo todavía. Porque presentar una renuncia por escrito y enarbolar una bandera distinta de la noche a la mañana, eso no borra un pasado marcado con estatus de poder y privilegios que gozaron, ni tampoco les inocula así de repente las convicciones e ideales de los auténticos opositores. Carlos Joaquín y José Luis Pech, hay que recordar, buscan la gubernatura desde el PAN-PRD, uno, y desde Morena, el otro, pero nunca se afiliaron a estos partidos y no cuentan siquiera con una credencial que los identifique como militantes. Como sí lo son esos ciudadanos de oposición que los siguen y los escuchan, pero que cada vez se van dando cuenta, entre la guerra de lodo desatada, que el pleito a final de cuentas es entre priistas y ellos están en medio del tiroteo.
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EL VIERNES EN la noche, mientras en la Plaza de la Bandera de Chetumal el abanderado de la alianza “Quintana Roo UNE” denunciaba ser víctima de “campañas negras” desde hace ocho meses, y anticipaba que “venían más” en contra de todos los candidatos de esa controversial coalición, casi a la misma hora la Consejería Jurídica del Gobierno estatal iniciaba ante la Procuraduría General de la República una querella por presuntos delitos de falsificación de documentos y sellos oficiales, así como de la firma del gobernador, cometidos a decir de la parte denunciante al hacerse pública ese día una supuesta carta del gobernador Roberto Borge a Grupo Televisa, reclamando comentarios negativos hacia su administración y revelando montos millonarios de presuntos convenios entre el estado y la televisora. La carta no sólo fue calificada como apócrifa por autoridades del Gobierno, sino que la Vocería la llamó “parte de una guerra sucia de quienes en sus obsesiones personales y pasiones desbordadas por la búsqueda del poder, pretenden ensuciar este proceso electoral y confundir a la ciudadanía”.
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EN SU DESMENTIDO ante la opinión pública, si bien el vocero estatal no dio nombres, el destinatario de los embates fue sin duda Carlos Joaquín, a quien el Gobierno del estado y el PRI lo vienen también acusando, de ocho o más meses para atrás, de estar emprendiendo una campaña sistemática de ataques a la administración borgista y a su ex partido el PRI, en venganza por no haber obtenido la nominación tricolor a la gubernatura. Por supuesto que sólo entre ellos se conocen sus verdades, pero como dicen que el hilo siempre se rompe por lo más delgado, Carlos Joaquín lleva aquí las de perder pues al mantener esa postura de confrontación está coadyuvando a generar un profundo desánimo y desinterés por la elección, en particular entre los panistas y perredistas, que se dice que ya no están muy convencidos de ir a votar por alguien que tira, pero también recibe, leñazos como priista.
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VALE LA PENA aclarar que el desazón de los azules y los amarillos (militantes por supuesto, porque sus líderes sólo negocian, como siempre, a su conveniencia) no va en función de cuántas personas siguen en un recorrido a Carlos Joaquín o a cuántas mete éste en un evento, pues estamos en campaña y esas aglomeraciones son hasta cierto punto lógicas, sino que todo va en función de cuántos de estos simpatizantes irán verdaderamente a votar. Y ya no digamos por él, sino por cualquier otro. El abstencionismo se prevé altísimo una vez más y al “candidato de la esperanza” le están abriendo enormes boquetes en la credibilidad y honradez que pregona. Mantenerse en esa línea de “fuego amigo”, porque del PRI provienen y siguen perteneciendo él y la mayoría de sus asesores, operadores y los colaboradores que ya perfila para su gabinete, no sólo ha ido minando su proyecto “opositor” sino que a causa de ello también los panistas y perredistas se han ido desenchufando porque, se rumora, no están dispuestos a hacerle el “caldo gordo” al PRI, que en estas elecciones participa inteligentemente con tres propuestas desde diferentes trincheras: Mauricio Góngora, José Luis Pech y Carlos Joaquín.