EL ISIS DECLARA LA GUERRA CONTRA EL ISLAM; EL SANGRIENTO RAMADÁN DEL 2016 PROTAGONIZADO POR EL YIHADISMO MUESTRA QUE SU PRIMER OBJETIVO SON LOS PROPIOS MUSULMANES
EL BESTIARIO
SANTIAGO J. SANTAMARÍA
Uno de los datos más reveladores sobre el yihadismo -y que a menudo suele pasar desapercibido- es que el mayor número de víctimas mortales causadas por sus atentados son personas de religión musulmana. La celebración del mes de Ramadán de este año es un buen ejemplo de cómo el ‘Estado Islámico’ se ha cebado con aquellos países y personas que considera se han apartado de su fanática y excluyente concepción del mundo.
En Turquía, Bangladesh, Arabia Saudí,Irak, Yemen y Jordania -todos ellos países de religión musulmana- se han repetido en las últimas semanas las escenas de pánico ante la detonación de los explosivos de terroristas suicidas y la desolación y el dolor de los heridos y sus familiares. El aeropuerto de Estambul, una importante mezquita de Medina, un restaurante de Dacca, un puesto militar jordano o una heladería de Bagdad son sólo algunos de los escenarios elegidos por los yihadistas para enviar su letal e indiscriminado mensaje.
Aunque el ISIS intenta legitimar el proyecto totalitario que quiere imponer con su habitual palabrería pseudorreligiosa, la realidad es que todos los musulmanes, de cualquier edad y condición, están en el punto de mira. Ellos están tan amenazados como el resto de los habitantes del planeta por un grupo que se caracteriza por, además de una extrema crueldad, por el intento de imponer por la fuerza un modelo social incompatible con la dignidad humana.
Derrotar al yihadismo es muy complejo, y la tentación del desánimo y el recurso a las soluciones simples demasiado fuerte. Pero todos debemos ser conscientes de que es una amenaza global que no hace distinciones y que aplica el terror en primer lugar a aquellos por los que dice luchar. Una sangrienta demostración de la inexistencia del llamado choque de civilizaciones enunciado por Samuel Huntington. Si algo ha constatado el trágico Ramadán de 2016 es que el ISIS ha declarado la guerra al islam.
Tras la escisión de Al Qaeda, el ISIS ha perpetrado un centenar de atentados fuera de sus fronteras, matando a más de 1.400 personas
Al tiempo que el Estado Islámico pierde territorio en Siria e Irak, sus secuaces incrementan el número y envergadura de ataques fuera de las fronteras del califato. En tan solo una semana y finalizando el Ramadán (mes sagrado de ayuno musulmán), el ISIS ha matado a unas 300 personas en la ola de atentados suicidas que ha sacudido Turquía (44 muertos), Bangladés (20), Irak (entre 165 y 213 según las fuentes), Yemen (40) y Líbano (5). Desde que Abu Baker el Bagdadi anunciara la creación de su particular califato en junio de 2014, y por lo tanto la escisión definitiva de su mentor Al Qaeda, el ISIS ha perpetrado un centenar de atentados fuera de Siria e Irak, segando la vida de más de 1.400 personas.
“El ISIS necesita mantener una imagen de éxito y victorias para atraer seguidores. Si no puede decir que está construyendo un ‘Estado Islámico’, y si de hecho está perdiendo ese estado, necesita ganar en otros sitios”, valora en una entrevista vía correo electrónico Daniel Byman, analista en el Brookings Institute.
En Siria, el ISIS pierde terreno y efectivos. El Ejército regular sirio, las milicias kurdas y rebeldes así como los bombarderos de la coalición internacional liderada por Estados Unidos y Rusia amenazan a los yihadistas en su propia capital, Raqa. En Irak, el Ejército nacional recuperó la estratégica localidad de Faluya, expulsando al ISIS y abriendo el camino para hacerles frente en Mosul. “ISIS ha perdido el 45% del territorio que controlaba en Irak y el 20% del sirio”, cifró el Coronel Steve Warren, portavoz del operativo internacional lanzado contra el ISIS bajo el liderazgo de Washington.
Debilitado en su territorio, el ‘Estado Islámico’ se lanza en la guerra global, confirmando el giro en su modus operandi que inició con la masacre de París en noviembre de 2015. Su internacionalización abre tanto nuevos desafíos para sus líderes, como incógnitas en la lucha antiterrorista. “Implica un reto económico y un dilema estratégico para el ISIS a la hora de priorizar qué objetivos y qué grupos yihadistas financiar. Una expansión que también conlleva una mayor exposición a los servicios de inteligencia en la lucha contra el terrorismo”, apostilla Byman.
“Los ‘lobos solitarios’ siguen siendo el mayor desafío para los servicios de inteligencia de 60 naciones en la lucha contra el terrorismo”
Son ya 60 las naciones que se han sumado a la guerra internacional contra ISIS, sin por ello tener muy claro la naturaleza del enemigo al que se enfrentan. Con ‘lobos solitarios’ como el del ataque de Orlando (Estados Unidos), grupos yihadistas locales como Jamaat al Muyahidin en Dacca (Bangladés), o redes afiliadas extranjeras en Estambul (Turquía), ISIS diversifica tanto su logística como estrategia. “Los ‘lobos solitarios’ siguen siendo el mayor desafío para los servicios de inteligencia en la lucha contra el terrorismo. Son más difíciles de monitorear que las redes ya asentadas, como en Turquía, a las que llevan años siguiéndoles la pista”, puntualiza Maya Yahia directora del Centro Carnegie de Beirut.
En los dos años de existencia del ISIS, la guerra que libran los bombarderos occidentales desde el cielo y las botas de milicianos y soldados regulares sobre el terreno, ha logrado acabar con un tercio de los 35.000 yihadistas que se estiman conforman sus filas. A pesar de que los expertos coinciden en que el ISIS recluta menos y pierde territorio, el grupo se impone como líder ideológico en la lucha yihadista y ello ampliando su presencia en terceros países sumidos en guerras fratricidas. “La vía militar no es en absoluto la solución para deshacerse del ISIS. Mientras prevalezcan las causas por las que se enlistan en sus filas miles de jóvenes frustrados sujetos a gobiernos represivos, a un vacío de legitimidad política y religiosa, o al deficiente sistema educativo entre otros, el ISIS seguirá existiendo. Y si se le expulsa físicamente de Irak o Siria, otro ISIS bajo otra forma vendrá a ocupar su lugar”, advierte Yahia.
Los atentados perpetrados l pasada semana por ISIS confirman un giro en su estrategia. Sin embargo, éste ha sufrido numerosas metamorfosis desde que se gestara una década atrás su primera versión en un centro de detención clandestino de Irak, Camp Bucca, hasta devenir lo que hoy se conoce como ‘Estado Islámico’. Inicialmente embarcados en una guerra de guerrillas contra el enemigo cercano: los gobiernos de Siria e Irak, el caos generado por el conflicto sirio ha permitido que amplíe sus objetivos en una guerra total contra milicias kurdas y rebeldes. ISIS se distanció precisamente de su mentor Al Qaeda al que acusó de priorizar los objetivos internacionales, para emprender una campaña de exterminio contra toda minoría religiosa en la región, con un especial fervor contra los musulmanes chiíes.
El ‘Estad Islámico’ intenta colmar el vacío de un liderazgo suní con una interpretación más brutal y salvaje del salafismo yihadista
Hoy, la internacionalización del ISIS, evoca una re-Alqaedización del movimiento a través de sus tentáculos en Occidente. Sin embargo, los ataques contra objetivos internacionales y en suelo occidental siguen siendo la excepción, frente a su prioridad por ahondar la división sectaria regional. De hecho, todos los atentados perpetrados esta semana han tenido lugar en territorio musulmán. Según Hassan Hassan, analista del instituto Chatham House, la transformación del ISIS se produce sobre todo en el ámbito ideológico-religioso, en el que intenta colmar el vacío de un liderazgo suní con una interpretación más brutal y salvaje del salafismo yihadista. En esa competición ideológica radicalizada frente a Al Qaeda, ISIS también castiga a las potencias suníes que rivalizan por el liderazgo regional como Turquía y Arabia Saudí.
El Chatham House, fundado en 1920, también conocido como el Instituto Real de Asuntos Internacionales, es una organización no gubernamental, sin ánimo de lucro, con sede en Londres, cuya misión es analizar y promover la comprensión de los principales asuntos internacionales y asuntos de actualidad. De hecho es el equivalente inglés del Council on Foreign Relations estadounidense. “ISIS se ha ganado el apoyo de un número importante de grupos yihadistas como Boko Haram en Nigeria, o Ansar Bayt al Maqdis en Egipto. En 2015 sumó siete provincias más al Estado Islámico, entre ellas en Libia y Yemen”, valora el experto norteamericano Daniel Byman. Compitiendo por ganarse la lealtad de la miríada de grupos yihadistas, ISIS suma a su guerra local y global un tercer frente a través de proxies, apoderados. En Siria se enfrenta a Al Nusra y rama local de Al Qaeda, y en Yemen, al AQAP (rama local de Al Qaeda en la península Arábiga por sus siglas en inglés).
Aumentarán sus intentos de inspirar en Internet ataques de los llamados lobos solitarios, como la matanza en Orlando, La Florida
Estados Unidos hace un análisis dual de las consecuencias de la pérdida de territorio del Estado Islámico (ISIS, en sus siglas en inglés) en Irak y Siria. Según el ISIS vaya cediendo terreno, le será más difícil planificar atentados en el extranjero, como los de París y Bruselas, según dijo Brett McGurk, el enviado especial del presidente Barack Obama en la coalición que lucha contra el grupo yihadista. Pero al mismo tiempo, vaticinó, aumentarán sus intentos de inspirar en Internet ataques de los llamados lobos solitarios, como la matanza de hace unas semanas en Orlando, La Florida.
“Es un riesgo que estará con nosotros un largo tiempo”, dijo McGurk en una comparecencia en el comité de Relaciones Exteriores del Senado. El enviado subrayó que es “extraordinariamente difícil” frenar esos ataques solitarios porque requieren poca planificación y se nutren de una ideología que considera que “cualquiera que esté en desacuerdo merece morir”. EE UU inició en agosto de 2014 sus bombardeos contra el ISIS en Irak y al mes siguiente los extendió a Siria. Otros países occidentales y árabes participan en la campaña. EE UU cuenta con unos 4.000 asesores militares sobre el terreno, la gran mayoría en Irak.
McGurk explicó que se “ha degradado realmente” la capacidad de comando y control del grupo extremista, y se ha mermado la red de combatientes extranjeros que entran y salen de Siria. También aseguró que se dan las condiciones para preparar las ofensivas contra los dos bastiones del ISIS -Mosul en Irak y Raqa en Siria-, pero declinó detallar posibles plazos. McGurk sonó más cauto que Obama en su análisis de la evolución de la lucha contra el grupo extremista suní. “En resumen, hemos progresado”, dijo. Habló de hallar el equilibrio entre velocidad y sostenibilidad, es decir, no apresurarse en liberar una ciudad hasta asegurarse de que permanecerá estable.
La estrategia del grupo virará más hacia “tácticas de guerrilla” con la que intentará perpetrar grandes ataques fuera de Irak y Siria
Esa es una de las lecciones respecto a la anterior intervención estadounidense en Irak (2003-2011), que implicó un despliegue masivo de tropas, causó más de 4.000 víctimas norteamericanas y no logró evitar el auge del ISIS en 2014. Un senador le recordó a McGurk que se vuelve a hablar ahora de liberar ciudades en las que el Ejército de EE UU ya intervino hace pocos años. McGurk respondió que hay “signos alentadores” de que no se repetirán los errores del pasado porque, esgrimió, el enfoque actual es que son tropas locales las que lideran las operaciones. Pero volvió a ser cauto: “Eso no significa que Irak no vaya a ser un foco de problemas durante mucho tiempo”.
Hace dos semanas, el jefe de la CIA, John Brennan, ya se mostró prudente en el Senado. “Pese a nuestros progresos contra el ISIS en el campo de batalla y el ámbito financiero, nuestros esfuerzos no han reducido la capacidad terrorista del grupo y su alcance global”, dijo entonces Brennan. El responsable de la agencia de inteligencia explicó que cree que el ISIS está tratando de desplegar en el extranjero a comandos que puedan atentar y pronosticó que, ante la pérdida de territorio y dinero, la estrategia del grupo virará más hacia “tácticas de guerrilla” con la que intentará perpetrar grandes ataques fuera de Irak y Siria.
Un general de Irak anuncia la “completa liberación” de Faluya con la expulsión de los terroristas de la ciudad que retenían desde 2014
El general Abdelwahab al Saidi, responsable de la operación del ejército iraquí para reconquistar Faluya, anunció días atrás la liberación total de la ciudad de esta ciudad, controlada por los yihadistas desde enero de 2014. “La operación militar ha terminado en la ciudad de Faluya”, dijo Al Saidi en declaraciones a la prensa. En los combates se calcula que han fallecido 1.800 yihadistas y un número que no ha sido precisado de civiles y militares regulares. “Anunciamos desde aquí, en el céntrico distrito de Golan, que ha sido completamente despejado de terroristas. La batalla de Faluya ha terminado”, añadióAl Saidi a la televisión estatal. La lucha para la reconquista de la ciudad duró cinco semanas. Más de 85.000 personas han podido abandonar la ciudad, pero se desconoce el número exacto de quienes quedaron atrapados o de quienes fueron utilizados como escudos humanos por los terroristas.
Las tropas gubernamentales lanzaron la operación el 23 de mayo para recuperar Faluya, un bastión de la insurgencia suní contra las fuerzas estadounidenses que derrocaron a Sadam Husein, un suní, en 2003, y posteriormente contra los gobiernos encabezados por chiíes. El ‘Estado Islámico’ se hizo con Faluya seis meses antes de que declararan un “califato” sobre parte de Siria e Irak.
Los actores regionales e internacionales han de dejar de lado sus intereses particulares y sus estrategias cortoplacistas ante la ‘furia apocalíptica’
Dos años después de proclamar su califato, el autodenominado ‘Estado Islámico’ sigue siendo un gran desconocido. A pesar de los ríos de tinta que se han vertido sobre sus atrocidades, poco o nada se sabe sobre su ideología. Si bien es cierto que la creciente presión militar de la que es objeto le ha hecho perder una parte significativa de sus dominios en Irak y Siria, también lo es que todavía queda mucho camino por recorrer a la hora de combatir su narrativa. Como otros grupos yihadistas, el ISIS comulga con la doctrina wahabí que realiza una interpretación literal de los textos sagrados islámicos, defiende un estricto monoteísmo y pretende erradicar toda práctica considerada desviada. Hace un siglo, la dinastía saudí no dudó en recurrir a la yihad para imponer el wahabismo a la población del reino, que desde su nacimiento se ha regido por el principio de “promoción de la virtud y prohibición del vicio”. Todos aquellos que se negaron a aceptar el wahabismo o se enfrentaron a los Saud fueron tachados de apóstatas, incluida la propia dinastía hachemí que descendía de Mahoma y gobernaba la ciudad sagrada de La Meca.
La Casa de Saud es la dinastía de la familia real de Arabia Saudí. Se compone de los descendientes de Muhammad bin Saud, fundador del Emirato de Diriyah, conocido también como el Primer Estado Saudita. El moderno estado de Arabia Saudí fue establecido en 1932 por Abdelaziz bin Saud después de suceder la Unificación de Arabia Saudita, cuya familia había gobernado en el Nechd y en varias ocasiones había entrado en conflicto con el Imperio otomano, el Jerife de La Meca y la Casa de Rashid de Hail. Siguió el Emirato de Nechd el Segundo Estado Saudita, durante el siglo XIX y el moderno estado de Arabia Saudí.
La historia de los Saud ha estado marcada por el deseo de unificar la península de Arabia y promover lo que considera una visión del Islam más pura y simple, aunque a menudo criticada por menos tolerante, representada por el wahabismo. Aunque algunos han llegado cuantificar el número de miembros de la familia en 25.000, la mayoría de las estimaciones sitúan la cifra en torno a los 7.000, de los que los aproximadamente 200 descendientes del rey Abdelaziz bin Saud ostentan casi todo el poder e influencia.
“La única solución es golpear a los cuadros religiosos, políticos y militares chiíes una vez tras otra hasta doblegarlos”, predicaba Al Zarqawi
Los ulemas wahabíes también persiguieron a los chiíes, a los que consideraban infieles. Este mismo argumento fue desempolvado por Abu Musab Al Zarqawi, creador de Al Qaeda en Mesopotamia y padre intelectual del ISIS, para lanzar una guerra sin cuartel contra la comunidad chií iraquí. En una misiva fechada en febrero de 2004 fijó la hoja de ruta a seguir: “La única solución es golpear a los cuadros religiosos, políticos y militares chiíes una vez tras otra hasta doblegarlos: son como la serpiente al acecho, el escorpión malicioso y el veneno penetrante”. También consideró que los chiíes representaban una amenaza mucho mayor que los propios ocupantes estadounidenses, ya que tarde o temprano las tropas extranjeras se verían obligadas a abandonar el país, mientras que los chiíes permanecerían en él y forjarían una alianza con Irán.
No mejor suerte corren otras corrientes más o menos emparentadas con el chiísmo como los alauíes, los ismailíes o los drusos, que son tachados de apóstatas y, en consecuencia, merecen ser aniquilados. El ISIS suele recurrir a Ibn Taymiya para justificar sus posiciones. Dicho teólogo medieval consideró que estas minorías eran peores que los infieles y los idólatras y emitió un fatua según la cual “sus mujeres pueden ser tomadas como esclavas y los hombres tienen que ser asesinados allá donde se les encuentre, siendo lícito requisar sus propiedades”. Un trato similar se reserva a los yazidíes -a los que por desconocimiento se acusa de adorar al diablo-, contra quienes el ISIS ha emprendido un auténtico genocidio que contempla la eliminación física de los hombres y la esclavización de las mujeres. A las comunidades cristianas, cada vez más hostigadas en Irak y Siria, se les permite elegir entre la conversión al islam o el pago de un impuesto de capitación (el mismo que fue abolido por los sultanes otomanos a mediados del siglo XIX por las presiones de las potencias europeas).
“Quienes defienden los valores democrático, nacionalismo, socialismo o liberalismo son herejes y se convierten en un objetivo legítimo”
El ISIS no solo persigue a las minorías confesionales, sino también a todo aquel que se opone a su proyecto mesiánico. Abu Muhammad Al Adnani, portavoz del grupo, advirtió: “Si combates al ISIS, te conviertes en apóstata”. De hecho, no ha dudado en declarar como tales a la mayor parte de las fuerzas rebeldes que luchan contra el régimen de Bachar el Asad, incluidas aquellas de tendencia islamista. También quienes defienden los valores democráticos o comulgan con el nacionalismo, el socialismo o el liberalismo son considerados herejes y se convierten en un objetivo legítimo, puesto que no son leales al islam ni tampoco aceptan la preeminencia de la sharía en los asuntos políticos, sociales y económicos. Sharía es la ley de la religión islámica que recoge el conjunto de los mandamientos de Alá relativos a la conducta humana.
La yihad es el principal pilar del ISIS, que la considera una obligación para todos los musulmanes. Esta yihad no solo es defensiva, sino sobre todo ofensiva. Además de contra los occidentales, debe dirigirse contra los musulmanes reacios a aceptar el credo wahabí. Se considera que aquellos musulmanes que no respetan esta rigorista y puritana interpretación de la sharía viven en la ignorancia y, por tanto, deben ser sometidos por medio de la violencia para que vuelvan al redil.
El ISIS combate tanto al enemigo interior como al exterior. El primero lo representan los gobernantes que no aplican la sharía, que son tachados de tiranos y deben ser derrocados. Abu Umar Al Bagdadi, otrora líder del Estado Islámico de Irak, señaló: “Los gobernantes de los territorios islámicos son traidores, infieles, pecadores, mentirosos y criminales” y “la lucha contra ellos es más importante que la lucha contra los cruzados ocupantes”. El segundo enemigo son los occidentales, a los que el propio Abu Umar tachó de “infieles a los que se debe atacar en su propio territorio”. Los yihadistas advierten de que ningún país islámico debería establecer alianzas con, o depender de, los países occidentales y si lo hacen se convierten inmediatamente en infieles contra los que debe emprenderse la yihad.
La batalla final entre musulmanes e infieles, según profecías apócrifas, tendrá lugar en la localidad siria de Dabiq, tras restablecerse el califato
Pero quizás uno de los elementos más desconocidos del ISIS es su visión apocalíptica del mundo, ya que interpreta que está librando un combate crucial entre musulmanes e infieles que precederá el fin de los tiempos. Esta batalla, según ciertas profecías apócrifas, tendrá lugar en la localidad siria de Dabiq, precisamente el nombre que recibe la revista del grupo, y se desarrollará tras el restablecimiento del califato, algo que Abu Bakr Al Bagdadi hizo hace ahora dos años. Tras este episodio se librará una devastadora guerra que terminará con la llegada del Mesías. Al Adnani ha arengado a las tropas yihadistas para que “estuviesen preparadas para la batalla final contra los cruzados” en el curso de la cual “conquistaremos Roma, destruiremos sus cruces y esclavizaremos a sus mujeres con el permiso de Dios”.
Como era de imaginar, esta retórica apocalíptica no ha conseguido movilizar a gran escala a las comunidades musulmanas, que se han desmarcado de manera clara del grupo terrorista y han denunciado su barbarie. Incluso el lema del ISIS -‘Permanecer y expandirse’- está cada vez más en entredicho, puesto que en los últimos meses ha perdido una tercera parte de sus territorios. Todo parece indicar que la derrota del ISIS es una mera cuestión de tiempo, pero también de voluntad política. Hasta el momento, las divisiones entre los actores regionales e internacionales con intereses en la región han impedido que se le dé el golpe de gracia. Una vez que dejen de lado sus intereses particulares y sus estrategias cortoplacistas, el mencionado califato podría desmoronarse como un castillo de arena.
El ISIS declara la guerra contra el Islam; el sangriento Ramadán del 2016 protagonizado por el yihadismo muestra que su primer objetivo son los propios musulmanes; los seguidores de Abu Baker el Bagdadi redoblan su ofensiva terrorista ante la pérdida de terreno del califato en Siria a Irak; la derrota de los terroristas es una mera cuestión de tiempo, pero también de voluntad política; hasta el momento, las divisiones entre los actores regionales e internacionales han impedido que se le dé el golpe de gracia; una vez que dejen de lado sus intereses particulares y sus estrategias cortoplacistas, el mencionado califato podría desmoronarse como un castillo de arena; la estrategia del grupo virará más hacia “tácticas de guerrilla” con la que intentará perpetrar grandes ataques como los de París y Bruselas y utilizar las redes sociales para captar ‘lobos solitarios’ como el de Orlando.
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