EL BESTIARIO
SANTIAGO J. SANTAMARÍA
Negar el carácter judío del Holocausto es un disparate desde el punto de vista histórico y abre un debate absurdo porque no existe en la comunidad académica; los nazis persiguieron y asesinaron en masa a numerosos grupos -enfermos mentales, gitanos, homosexuales, socialistas, republicanos españoles-, pero lo que llamaron la ‘Solución Final del Problema Judío’ iba dirigida, como su propio nombre indica; El Museo del Holocausto de Washington en un comunicado en respuesta a la Casa Blanca recordó una frase Elie Wiesel, el superviviente de Auschwitz y premio Nobel de la Paz fallecido este año: “No todas las víctimas de los nazis fueron judíos, pero todos los judíos fueron víctimas de los nazis”; un olvido incomprensible, bordea el ‘negacionismo’ liderado por el expresidente radical iraní Mahmud Ahmadineyad, toda una concesión a la ‘América del Odio’ ; eligió el ‘Día del Recuerdo’ del Calendario Hebrero para firmar también la prohibición de la entrada en Estados Unidos a ciudadanos de siete países de mayoría musulmana
Donald Trump eligió el Día de Recuerdo del Holocausto para firmar el decreto que prohíbe la entrada en EEUU a ciudadanos de siete países de mayoría musulmana. Pero no fue la única medida incendiaria que su Administración adoptó el día 27 de Nisán del Calendario Hebreo. Por primera vez en décadas, el comunicado de la Casa Blanca sobre el Holocausto no mencionaba explícitamente a los judíos. Hablaba de “víctimas, supervivientes y héroes”. Era un olvido incomprensible, porque bordea el ‘negacionismo’ liderado por el expresidente radical iraní Mahmud Ahmadineyad . La mayoría de los expertos esperaron, pensando que se debía a una torpeza. Sin embargo, tanto el portavoz, Sean Spicer, como el jefe de Gabinete de la Casa Blanca, Reince Priebus, dejaron claro este fin de semana en diferentes medios de comunicación que no se trataba de un despiste -algo que sería extraño en un tema tan delicado-, sino de una política, condescendiente con los nacionalistas conspiranoicos de la ‘América del Odio’, descrita en el documental del periodista vasco Jon Sistiaga, https://www.youtube.com/watch?v=1j_Xn01GhMk El ‘Lobby Israelí’ alucina con la actitud del nuevo mandatario de la Casa Blanca, todo un récord Guinnes. En apenas 18 días de mandato tiene a millones de compatriotas y ciudadanos del mundo, interponiendo demandas contra su ‘decretos’…
Negar el carácter judío del Holocausto es un disparate desde el punto de vista histórico y abre un debate absurdo porque no existe en la comunidad académica. Los nazis persiguieron y asesinaron en masa a numerosos grupos –enfermos mentales, gitanos, homosexuales, socialistas, republicanos españoles–, pero lo que llamaron la Solución Final del Problema Judío iba dirigida, como su propio nombre indica, a los judíos. El Museo del Holocausto de Washington en un comunicado en respuesta a la Casa Blanca recordó una frase Elie Wiesel, el superviviente de Auschwitz y premio Nobel de la Paz fallecido este año: “No todas las víctimas de los nazis fueron judíos, pero todos los judíos fueron víctimas de los nazis”.
“Millones de civiles inocentes fueron asesinados pero la eliminación de los judíos se encontraba en el mismo centro de la política de los nazis”
“El Holocausto representó el asesinato sistemático, dirigido por el Estado, de seis millones de personas por la Alemania nazi y sus colaboradores. La ideología nazi describe el mundo como una lucha racial y en su núcleo central se encuentra la destrucción de todos y cada uno de los judíos. Millones de civiles inocentes fueron perseguidos y asesinados por los nazis, pero la eliminación de los judíos se encontraba en el mismo centro de la política de los nazis”, señalaba el comunicado del Museo del Holocausto.
El documentalista e historiador británico Laurence Rees, que se ha pasado la vida estudiando la II Guerra Mundial, entrevistando a víctimas y perpetradores y que es autor de uno de los mejores estudios sobre Auschwitz, acaba de publicar en inglés un volumen titulado ‘The Holocaust. A new history’. El corazón de su libro retoma precisamente el mismo argumento: comienza con una carta de Adolf Hitler de 1919 en la que ya mostraba su odio desatado a los judíos y su tesis es que en el centro del nazismo se encontraba primero el odio a los judíos y luego la voluntad de exterminarlos totalmente.
Muchos pueblos eran considerados inferiores en el delirio racista nazi, destinados a convertirse en esclavos, pero sólo dos debían sufrir la exterminación absoluta: los judíos y los gitanos. Para los judíos se emplea la palabra Holocausto o Shoah; para los gitanos, porraimos (destrucción en romaní). Pero el mayor esfuerzo organizativo para el asesinato masivo estuvo dirigido a los judíos, porque el antisemitismo formaba parte del corazón mismo del nazismo, como dos caras de la misma moneda. La conferencia de Wannsee, el 20 de enero de 1942, durante la que se organizó el exterminio masivo, estaba dedicada solamente a los judíos.
“Muchos países, desde la URSS bajo Stalin hasta Irán, se negaron siempre a reconocer la especificidad de la persecución de los judíos”
De los pogromos se pasó a las estrellas amarillas, luego a la deportación, al trabajo forzado y a la política de guetos y, desde el mismo momento en que empezó la II Guerra Mundial, al asesinato masivo y los campos de exterminio (el 90% de las víctimas de estos campos nazis en territorio polaco dedicados solo al exterminio, Chelmno, Belzec, Treblinka, Sobibor, Maidanek y Auschwitz-Birkenau, fueron judíos). No importa el libro sobre el Holocausto o el nazismo que se consulte -‘KL’ de Nikolaus Wachsmann por citar uno de los últimos o los ya clásicos de Raoul Hilberg, Martin Gilbert, Richard Hass, Yehuda Bauer, Claude Lanzmann, Christopher Browning o Richard J. Evans– es un debate que no existe. Planean muchas otras preguntas – ¿Cómo pudo ocurrir? ¿Qué sabían los alemanes comunes? ¿Cómo personas aparentemente normales pudieron matar a millones de seres humanos?- , pero esa no. Nadie se plantea si el Holocausto fue o no un crimen contra los judíos de un régimen criminal y racista responsable de millones de muertos.
Las explicaciones de Reince Priebus en el programa Meet the Press de la BBC no hicieron más que desatar las críticas en vez de aplacarlas. “No lamento las palabras que utilizamos. Quiero decir: todo el mundo que sufrió en el Holocausto, incluyendo claro a todo el pueblo judío afectado por ese miserable genocidio, es algo que consideramos extraordinariamente triste”, señaló. Spicer, por su parte, aseguró que las críticas contra el comunicado de la Casa Blanca eran “patéticas” y “decepcionantes”.
El columnista de The Guardian y director de un programa de historia de la BBC, Jonathan Freedland, escribió que “llamar triste al Holocausto es el primer paso antes de decir que no ocurrió”. Jonathan Greenblatt, director de la Liga Antidifamación (dedicada a denunciar el antisemitismo), recordó en la CNN que muchos países, desde la URSS bajo Stalin hasta Irán, se negaron siempre a reconocer la especificidad de la persecución de los judíos “optando por hablar de forma genérica del sufrimiento antes de reconocer lo que de verdad representó ese catástrofe: el intento de genocidio del pueblo judío”. El columnista conservador John Podhoretz, editor de Commentator, que redactó discursos para Ronald Reagan, aseguró que “universalizar el Holocausto a todos los que sufrieron bajo en nazismo representa arrancarle su sentido” y calificó de “abominable” la actitud de la Casa Blanca.
“Hay cosas que no se pueden debatir, no es un problema de libertad de expresión, sino de respeto a la verdad”, mensaje del film ‘Denial’
En EE UU se acaba de estrenar una película británica, ‘Denial’, que relata el enfrentamiento judicial entre Deborah Lipstadt, una experta en negación del Holocausto, con David Irving, un negacionista que la llevó a los tribunales por llamarle mentiroso y manipulador. El caso, sobre el que Lipstadt escribió un libro, plantea muchas cosas, una de ellas es que la negación del Holocausto adopta muchas formas, no sólo decir que no existieron las cámaras de gas sino que Hitler no tuvo nada que ver (la teoría de Irving). Pero el filme también plantea un asunto importante: hay cosas sobre las que no se puede debatir, no es un problema de libertad de expresión, sino de respeto a la verdad, a la historia, a los datos proporcionados por miles de testigos y por documentos escrutados por historiadores que se han dedicado toda la vida a eso. En Historia no existen los hechos alternativos.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, emitió el viernes 27 de enero un vergonzoso comunicado con motivo del Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto, sin incluir palabras como “judíos” o “antisemitismo”, términos que sí emplearon las administraciones de presidentes anteriores como Barack Obama o George W. Bush al participar en el mismo homenaje.
Barack Obama: “Recordamos seis millones de judíos y millones de otras víctimas inocentes que fueron asesinadas en campos nazis”
“Es imposible entender completamente la depravación y el horror causado a personas inocentes por el terror nazi”, lee una de las frases del texto. En contraste, comunicados de Obama utilizaron menciones más específicas: “Recordamos seis millones de judíos y millones de otras víctimas inocentes que fueron asesinadas en campos nazis”. El mensaje de la Casa Blanca tampoco menciona la palabra “antisemitismo”. Algo que, en la declaración del expresidente republicano George W. Bush en 2007, sí aparecía. “Debemos continuar condenando la resurgencia del antisemitismo, la misma intolerancia violenta que llevó al Holocausto”, escribió Bush. Ese viernes 27 también era el aniversario de la liberación del campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, uno de los más importantes del régimen nazi. Las palabras de Trump tampoco hicieron mención a este hecho, algo que sí hicieron los presidentes anteriores.
Varios periodistas, algunos de ellos judíos, han reaccionado ante esta ruptura de Trump con un protocolo habitual entre los últimos ocupantes de la Casa Blanca. Jonathan Greenblatt, el presidente de la Liga Antidifamación, recordó en Twitter que no fueron sólo “gente inocente” los que murieron en el Holocausto sino “seis millones de judíos”. Entre los asesores más cercanos se encuentra Jared Kushner, el yerno del presidente y proveniente de familia judía. Otro es Steve Bannon, perteneciente a la extrema derecha y una ideología nacionalista blanca. Durante la campaña electoral, varios grupos de supremacistas blancos, como el Ku Klux Klan, apoyaron abiertamente la candidatura de Trump. Durante la campaña electoral, el republicano compartió en algunas ocasiones mensajes en Twitter de líderes supremacistas blancos. También fue criticado por divulgar una fotografía criticando a Hillary Clinton, su rival demócrata, por recibir dinero de la afluente comunidad judía.
Destruir el derecho de asilo es romper una tradición milenaria y uno de los principios jurídicos del siglo XX
Con sus chistes de humor grueso y escatológico, ‘Los visitantes. No nacieron ayer’ se convirtió en uno de los éxitos históricos del cine francés. Relata el viaje en el tiempo al siglo XX de dos habitantes de la Edad Media, un noble y su escudero, poco aficionados al agua y el jabón. Totalmente perdidos en el futuro, acaban enfrentándose en un combate singular con la policía. Cuando creen que todo está perdido, irrumpen en una iglesia al grito de “¡Me acojo a sagrado!”. No importaba el lugar en el que estuviesen ni los extraños enemigos que tuviesen enfrente, consideraban sagrado e inviolable el derecho a buscar asilo en una iglesia.
Sería ingenuo decir que los Estados no se saltan constantemente el derecho de asilo, un concepto que ya se utilizaba en la Grecia clásica y que ha recorrido la historia de la humanidad hasta su formulación actual posterior a la II Guerra Mundial. Pero ningún país democrático se había atrevido a suspenderlo de manera total y unilateral como hizo esta semana EE UU, después de que Donald Trump firmase una orden ejecutiva que prohibía la entrada a todos los refugiados y a los ciudadanos de siete países de mayoría musulmana.
“La práctica de asilo se remonta a los textos y tradiciones de varias sociedades antiguas”, explica Jessica M. Almqvist, profesora de Derecho Internacional Público en la Universidad Autónoma de Madrid y autora del libro ‘Human Rights, Culture And The Rule Of Law’ (Derechos humanos. Cultura e imperio de la ley; 2005). “Se trata de una práctica que ha existido durante milenios, algunos expertos dicen que 3.500 años. Después de 1945 arranca un proceso de legislación internacional para codificar sus derechos y obligaciones. En este proceso, el derecho de asilo ha sido reconocido tanto en dos pactos de la ONU sobre derechos humanos como en la Convención sobre el Estuto de los Refugiados”.
Las colonias americanas fueron fundadas por personas que huían de las persecuciones en Europa, como los puritanos ingleses
“El decreto estadounidense implica una clara denegación de los derechos de los refugiados a solicitar asilo así como a no ser devueltos al lugar de persecución o guerra”, prosigue la profesora Almqvist. “Ambos están firmemente reconocidos en el derecho internacional. La política de rechazar la admisión de solicitantes para impedir que alguien busque asilo en tu país no es una solución justa al problema que suponen los grandes flujos de refugiados en nuestros tiempos. El cierre de fronteras dirige a los refugiados a otra parte”.
Una de las formulaciones más antiguas de este derecho proviene de la Grecia clásica, cuando se establecieron algunos templos como espacios inviolables. Este concepto fue recogido por el derecho cristiano cuando se convirtió en la religión del Imperio Romano. Aunque las excepciones fueron numerosas y las violaciones frecuentes -durante el saqueo de Béziers en 1209 por los cruzados que luchaban contra los cátaros, muchos herejes buscaron refugio en iglesias, donde fueron masacrados, en algunos casos quemados vivos”, sobrevivió durante toda la Edad Media.
Incluso en los momentos más terribles, cuando tras la reforma protestante Europa se vio arrasada por las guerras de religión, algunas ciudades sirvieron de asilo a los perseguidos, como Ámsterdam. Las colonias americanas, y es algo que Trump parece olvidar (o desconocer), fueron fundadas por personas que huían de las persecuciones en Europa, como los puritanos ingleses que llegaron a Boston con el Mayflower.
La formulación de este derecho comienza a codificarse después de la Revolución Francesa, cuando se solidifican los Estados-nación europeos, como explica el experto francés Gérard Noiriel en su libro Réfugiés et sans-papiers (Refugiados y sin papeles; 2012). En ese momento, explica Noiriel, se plantean debates que llegan hasta nosotros como la diferencia en derechos y deberes entre un extranjero y un nacional o el mismo concepto de refugiado. Durante al restauración de 1832, cuando se produjo un retorno de exiliados, la Asamblea Francesa debate «cómo establecer la diferencia entre los refugiados a los que se debe ayudar, obligados a abandonar su país por motivos políticos, y los vagabundos, los que huyen de la justicia o los desdichados». También se plantea otro problema: ¿cuándo deja uno de ser un refugiado? ¿Qué estatuto tienen los que llevan décadas en el nuevo país, como los genoveses que llegaron en 1784, los irlandeses de 1796 o los americanos de 1806?». Los ecos de estos debates, formulados casi en los mismos términos, resuenan ahora, con el flujo migratorio de millones de sirios que huyen de la guerra.
El derecho de asilo se convirtió en el siglo XX en un derecho de los refugiados a causa de las dos guerras mundiales y de los genocidios
En el siglo XX, tras dos guerras mundiales y el Holocausto -muchos de cuyos refugiados se encontraron con las puertas de otros países cerradas, como ocurrió con el barco St. Louis en 1939, que transportaba a 900 judíos a EE UU-, se formuló la legislación contemporánea. Bernard Bruneteau, profesor de la universidad francesa de Grenoble, autor de libros como ‘Le siècle des génocides’ (El siglo de los genocidios, 2004), explica: “El derecho de asilo se convirtió en el siglo XX en un derecho de los refugiados a causa de las dos guerras mundiales y de los genocidios. En 1922, el Alto Comisionado de la Sociedad de Naciones para los Refugiados crea un pasaporte que da una identidad a todos los refugiados rusos que huyen de la Revolución y a los refugiados armenios que escapan del genocidio. Del mismo modo, la Convención de Ginebra de 1951 sobre los refugiados concede derecho de asilo a toda persona que teme ser perseguida ‘por su raza, religión o su nacionalidad’, lo que se corresponde con la definición de genocidio. Si tenemos en cuenta esto, la violación del derecho de asilo sólo puede servir para ayudar a los regímenes genocidas”.
El jurista británico Philippe Sands, profesor de Derecho en el University College de Londres cuyo libro East West Street: On The Origins Of Genocide And Crimes Against Humanity aparecerá en español en 2017 en Anagrama, se pronuncia en un sentido parecido: “Durante su conversación el pasado fin de semana, la canciller Merkel le recordó a Trump la Convención de Ginebra y el derecho de asilo. Esta convención fue adoptada como una parte del acuerdo internacional posterior a 1945. El asilo es un derecho fundamental, una de las armas de nuestro pacto global para prevenir el genocidio y los crímenes contra la humanidad”.
Negar el refugio representa olvidar lo poco que hemos aprendido después de siglos de guerras, catástrofes y persecuciones
Con su orden ejecutiva, Trump no sólo borra de un plumazo todo este acervo jurídico, sino que se salta la tradición de su país, que desde su nacimiento fue una tierra de asilo para millones de irlandeses, italianos, suecos, noruegos o rusos que escapaban del hambre, de la pobreza o de la injusticia. Para entender lo que significa la negación del derecho de asilo se debería viajar hasta la localidad catalana de Portbou, casi en la frontera con Francia. Allí se suicidó en 1940 el filósofo judío alemán Walter Benjamin, uno de los autores más influyentes y citados del siglo XX, cuando comprendió que el régimen de Franco le iba a entregar a los nazis. El artista israelí Dani Karavan construyó un sencillo memorial, una estructura de hierro que abre una ventana al mar, para recordar que negar el refugio al que huye para salvar su vida es negar el futuro y la vida. Representa olvidar lo poco que hemos aprendido después de siglos de guerras, catástrofes y persecuciones.
Tomada desde el techo del tren, varias fotografías muestran una amplia panorámica de la plataforma de llegada a Birkenau, que formaba parte del complejo de Auschwitz. Al fondo, pueden verse los crematorios II y III con sus chimeneas. Los guardias de las SS Ernst Hofmann y Bernhard Walter tomaron estas fotos en mayo de 1944, en el momento más atroz del campo de exterminio nazi. La superviviente Lilly Jacob-Zelmanovic Meier encontró las imágenes por casualidad y descubrió que sus vecinos y familiares aparecían en ellas, poco antes de ser asesinados. No se sabe por qué las tomaron. El ‘Álbum de Auschwitz’, como es conocido el conjunto de 193 fotos, es un documento único dentro del Holocausto y se conserva en el Museo Yad Vashem de Jerusalén. Acompañamos estas imágenes a esta columna de EL BESTIARIO. Sirva de homenaje a esos millones de judíos y otros inocentes que fueron asesinados por la ideología nacionalista y populista nazi. Negar la verdad es perturbador y sobre todo si esa actitud es defendida por un presidente de los Estados Unidos de América.
El ‘negacionista’ de Donald Trump, otro Mahmud Ahmadineyad, silencia el carácter judío de la Shoah, alucina el ‘Lobby israelí’. Negar el carácter judío del Holocausto es un disparate desde el punto de vista histórico y abre un debate absurdo porque no existe en la comunidad académica; los nazis persiguieron y asesinaron en masa a numerosos grupos -enfermos mentales, gitanos, homosexuales, socialistas, republicanos españoles-, pero lo que llamaron la ‘Solución Final del Problema Judío’ iba dirigida, como su propio nombre indica; El Museo del Holocausto de Washington en un comunicado en respuesta a la Casa Blanca recordó una frase Elie Wiesel, el superviviente de Auschwitz y premio Nobel de la Paz fallecido este año: “No todas las víctimas de los nazis fueron judíos, pero todos los judíos fueron víctimas de los nazis”; un olvido incomprensible, bordea el ‘negacionismo’ liderado por el expresidente radical iraní Mahmud Ahmadineyad, toda una concesión a la ‘América del Odio’ ; eligió el ‘Día del Recuerdo’ del Calendario Hebrero para firmar también la prohibición de la entrada en Estados Unidos a ciudadanos de siete países de mayoría musulmana.
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