“Con el dinero sucede lo mismo que con el papel higiénico;
cuándo se necesita, se necesita urgentemente”: Upton Sinclair
- Frenar corrupción, un Viacrucis
- A la vista, creación de más elefantes blancos
- Coordinaciones, y Tribunales, sólo parapetos
- Endeudamiento federal crea cortinas de humo
- INEGI, culpable de grandes daños en Q. Roo
Ciudad de México a 20 de abril del 2016.- Nadie dijo sería sencillo terminar con la corrupción, como tampoco lo es con la impunidad, aunque sin duda alguna se requiere de una gran decisión política y de dos elementos, portadores en los señores, para enfrentar la línea de intereses creados dentro y fuera del gobierno. Aunque también podría ponerse un buen freno si se tuviera el valor de encerrar a quienes, comprobado está, acumularon una gran riqueza en el menor tiempo posible o tal vez a los dizque investigados por el caso Panamá Papers. Esto en virtud del seguimiento legal, de la formulación de leyes, lo cual llevará el tiempo suficiente para el blanqueo de muchos capitales y para elaborar un reporte final en el cual todos sean total, completamente inocentes y tal vez hasta demanden a quienes se atrevieron a señalarlos. O sea, a ganar, ganar.
Para este combate se crearían tres leyes: la General de Responsabilidades Administrativas; la Orgánica del Tribunal Federal de Justicia Fiscal Administrativa y la General del Sistema Nacional Anticorrupción. Luego de su ida y vuelta por las Cámaras, tanto de Diputados como de Senadores, de exposiciones, adecuaciones, votaciones, etcétera, lo cual no sería con la rapidez caracterizada para las llamadas “estructurales” del señor Peña Nieto; vendría también la reforma de las existentes: de la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal, de la General de Contabilidad Gubernamental; de la referente a la Coordinación Fiscal y a la Ley de Fiscalización y Rendición de Cuentas de la Federación, la cual sigue sin estrenarse.
Así se ve nada sencillo llegar a las peticiones y demandas ciudadanas para conocer el destino de sus impuestos, para encontrar el porqué de semejantes endeudamientos, de la expedición de bonos y más bonos apoyados en un decadente petróleo, del remate de litorales, de tierras, de concesiones malignas en el aire, en el mar. Porque solamente el pretendido Sistema Nacional Anticorrupción tiene tantos integrantes formadores de otro elefante blanco que resultará económicamente incosteable si sus determinaciones no concluyen en la mesa del Ministerio Público y se dedican a sancionar administrativamente a quienes lucran desde sus posiciones dentro del gobierno, abusan del poder para enriquecerse o de plano roban abierta y descaradamente.
Marcan la creación de un Comité Coordinador que hace de todo menos vincularse con las autoridades; otro de Participación Ciudadana para coordinar y encauzar los esfuerzos de la sociedad en el combate a la corrupción, con lo que tal tarea pretenda decir. Sigue vigente la Auditoría Superior de la Federación con las tareas actuales de las cuales tendrá que informar al Tribunal Federal de Justicia Administrativa, habrá de recalcarse lo administrativo, es decir, servirá para la imposición de multas y nada más -justo como la fianza de 2 millones impuesta al hijo de Andrés Granier, pagada en un abrir y cerrar de ojos-; instituirán la Fiscalía especializada en Combate a la Corrupción. No se ha puesto en blanco y negro si continúa la Secretaría de la Función Pública, cuya utilidad es necesarísima para tapar las corruptelas y los asuntos de “interés” del gabinete presidencial, de sus amigos, compadres, familiares y cónyuges que los acompañan o habrá otro organismo encargado del “control interno”.
También se desconoce si el término “control interno” servirá para no dejar pasar ninguna comisión o será vigilante del enriquecimiento inmediato de los funcionarios; para las denominadas “faltas no graves” habrá órganos internos de control, sin que todavía se mencione a cuánto ascienden las sumas o los montos para ser considerados “no graves”, si se trata de millones o de billones. Está la Fiscalía Especializada en Combate a la Corrupción, en el papel vinculada con la PGR, en donde a su vez se harán otras investigaciones que seguramente tendrán como objetivo castigar al enemigo, a nadie más. Finalmente aparece ese Tribunal Federal de Justicia Administrativa, el encargado de las multas y las inhabilitaciones, de cuya sentencia ya no habrá lugar para impugnaciones.
Como puede observarse todo esto está no solo cojo sino muy caro. El número de burócratas que dizque servirán para combatir la corrupción es muy costoso porque forma parte de una gigantesca pirámide actual, encadenada para la vigilancia de unos y otros de tal suerte de terminar en un clásico: debe revolverse todo para seguir igual. O tal vez sea mejor: sale más caro el caldo que las albóndigas. Seguramente algún día llegaremos a posiciones y situaciones en las que, como se registra en otros países, la duda, la pérdida de la confianza obliguen a los mandatarios a renunciar y de inmediato. ¿Cuándo? Esperamos sea pronto.
ENDEUDAMIENTOS
En cada ocasión en la que la federación solicita un nuevo empréstito o coloca deuda a través de bonos en otros países o contrae obligaciones hasta por 100 años para su liquidación como sucede con Inglaterra, se va duro y fuerte contra las entidades y los municipios y saca información reveladora de sus deudas. Requiere, necesita, taparle el ojo al macho. De ahí que resulte indispensable el caminar entidad por entidad para conocer los fondos y trasfondos de estas peticiones.
Jesús Martínez Ross, primer gobernador, debió darle construcción total a la nueva entidad, a Quintana Roo. Ocuparse más de la creación de Leyes y formación de políticos, que del desarrollo que apenas se planteaba. Por entonces el Estado tenía que hacerse cargo de todos los egresos de los ayuntamientos. No se había reformado el artículo con el cual se les proporcionó el esquema de recepción de recursos propios. Llegó Pedro Joaquín y con él todo el morral económico de la federación. Sin tener el contacto y la sensibilidad requerida, en parte por su corta edad y la formación familiar, nada hizo por impedir que dentro de una ciudad planeada se evitaran los asentamientos irregulares, las zonas marginadas. Se olvidó de esa responsabilidad para disfrutar a plenitud de las delicias del poder; eso sí, formó y creó líderes extorsionadores de todas las necesidades y logró encumbrarlos.
Miguel Borge tuvo que combatir incendios al por mayor. Tanto los políticos generados por su antecesor como los que devastaron grandes zonas selváticas. Enfrentó un buen número de situaciones en las cuales el dinero logró ser prioridad. Existía un mínimo endeudamiento y las participaciones federales todavía alcanzaban porque la migración no tenía el porcentaje actual. Mario Villanueva le dio un impulso importante a Quintana Roo dentro del ramo turístico y ello atrajo la atención de muchos mexicanos, encontrando la tierra de las grandes oportunidades. Hubo por aquel entonces un programa presidencial llamado Solidaridad, en el cual se hacían repartos cuantiosos de dinero para obras públicas.
Nadie cuestionó el que una secretaria manejara esos fondos con un reparto –reconocido- del 50 por ciento para quien estaba en el centro del país, en la federación, el que decidía cuánto y cuánto se entregaba; un 25 por ciento para el máximo poder estatal y solamente el 25 por ciento de esas sumas millonarias se convertía en obra pública, por cierto de mala calidad. Las deudas, con esos apoyos federales y otros dineros obtenidos por diferentes vías, seguían siendo mínimas. Joaquín Ernesto Hendriks ya tuvo que enfrentar la llegada a diario de decenas de paisanos, dieron inicio los conteos del INEGI a los cuales se les otorgó la facultad de decidir el porcentaje de participaciones federales que correspondían a la entidad de acuerdo con el número de ciudadanos.
Es así que dio inicio la gran tragedia: el crecimiento de la deuda de la cual al primero que debería cuestionarse es al mismísimo INEGI y su infame conteo que impide se reciban las participaciones necesarias. Félix González Canto, por si no se recuerda o ignoran quienes llegaron en los últimos años a Quintana Roo, tuvo que reconstruir Cancún, hacerlo renacer de entre los escombros causados por el huracán Wilma. No se tuvieron apoyos federales para hacer frente a la devastación, las participaciones llegaban a la entidad los últimos tres meses del año, no se consideraba ningún extra por las condiciones de migración que llegaron a alcanzar dos dígitos. Vicente Fox fue especialmente perverso en ese renglón. Sostuvo que Cancún estaría listo para recibir turistas 3 meses después del paso del huracán y no mostró ninguna intención de que así fuera.
La federación se desentendió prácticamente en su totalidad de este evento. Tuvieron que enfrentarse los estragos de aquella epidemia de Influenza basada en lo mediático pero que logró convertir a la ciudad en un gigantesco panteón en donde nada ni nadie se movía. Es claro que no podían atenderse las demandas diarias de quienes ya habitaban la entidad y de quienes a diario llegaban a ella exigiendo toda clase de servicios. La deuda, como es fácil deducir, creció. Hubo renegociaciones avaladas posteriormente por Roberto Borge, con cargas similares ante la cerrazón de Felipe Calderón y el arrastre de animadversión heredada de Vicente Fox.
Cuando en estas campañas se habla de la deuda como el mayor mal tal parece que no se hacen los análisis de rigor. Se lanzan señalamientos equivocados sobre si se ven o no las grandes obras cuando están a la vista avenidas, pavimentaciones, manutención de la imagen de una ciudad que ha logrado estar en el ánimo de los visitantes desde su aparición en el mapa turístico. El desarrollo es claro y lo hemos visto quienes, desde hace décadas, estamos atentos a esta entidad. Siguen llegando paisanos todos los días y lo que urgentemente se requiere es la sensibilidad suficiente para entender la necesidad de darles por lo menos un mínimo de servicios que permitan garantizar se mantenga la seguridad.
En ello tendrían que aparecer esos empresarios que gritan mucho y aportan muy poco. Los internacionales y los nacionales. Estos últimos conocedores, como son, de los males que aquejan al país tienen como reto mejorar salarios y prestaciones, dar garantías para la obtención de vivienda, generar equipos de trabajo corresponsables con el desarrollo del lugar en el que habitan. No solo se trata de pesos y centavos, aunque ya se ve la disposición del partido en el poder y de su candidato Mauricio Góngora por transparentar las entradas y salidas de cada peso, la rendición de cuentas lo suficientemente claras que permitan a la población tener la confianza requerida para apoyar al buen gobierno.
El pasado no siempre es historia, es también la explicación –no justificación- del presente. Y esa desesperación de los hoteleros porque “pagamos muchos impuestos”, no puede encontrar eco, no cuando tienen sus inmuebles con reportes del 95 por ciento de ocupación en temporada alta y 80 por ciento en la baja. El camino es el mismo que siguen los gigantes a los cuales les devuelven el IVA y les hacen todas las deducciones mientras que al tendero lo embargan.
DE LOS PASILLOS
Dice el viejo refrán: “mal de muchos, consuelo de…” Esto en razón del triunfo, por ejemplo, de Keiko Fujimori. ¿No recordarán los peruanos los escándalos de su señor padre y la permanencia de éste en la cárcel? Así es la mala memoria que cunde en Latinoamérica, así lo triste de ver a estas naciones hundirse en los escándalos de pobreza, de vuelta a los mismos errores y de la impávida permanencia y contemplación de la incursión de quienes se llevan todo, hasta la dignidad… Hasta 150 mil millones de pesos alcanzan las utilidades de la industria –¿o mafia?- farmacéutica. Dicen que el gobierno federal y los estatales les deben mucho pero, ¿por qué si no hay medicamentos en el ISSSTE en el IMSS o en los hospitales públicos?
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