EN ÓRBITA Marcelo Salinas
@msalinas21
Nos cuestionábamos hace pocos días, en esta columna, cuál era la estrategia de Mara Lezama y de su partido Morena al posponer su entrada en escena con la energía que se antojaba, pese a que los antes competidores acaparaban los espacios de opinión, ganando la primera partida.
“Los antes competidores”, cabe aclarar, asumiendo la ausencia definitiva de “Chanito” Toledo y Mario Machuca, quienes sin embargo parecen no resignarse al fallo desfavorable del Tribunal superior en materia electoral.
Su falta de presencia fue justificada por una lesión que la mantuvo imposibilitada. También se dijo que dudaba acerca de preferir por su exitosa profesión en los medios de comunicación o una carrera política sin retorno; que si bien no inicia de cero, sí enfrenta ya asuntos desconocidos o imprevistos. Además se especuló entorno a supuestas negociaciones que la obligaban a no aparecer. Nada de eso.
Hoy se sabe que fue prudencia. Que la discreción fue el pilar fundamental de su estrategia, la que hasta hace unas horas era prácticamente una incógnita. Esperó los tiempos y el fondo: arrancó cuando la ley se lo permitió y justo cuando las definiciones más generales del proceso se lo facilitaron. Así de simple. Así de efectiva. Sin exponerse ni desgastarse.
Mara Lezama es una comunicadora que sabe entregar mensajes. En sus más recientes intervenciones ante la prensa ha optado por la proposición en vez de la confrontación, porque no la necesita. Como candidata posicionada desde siempre, apuesta a que transcurra el tiempo mientras las confusiones lapidan la plataforma de sus demás rivales.
Apuesta a eso, y a que el omnipresente “efecto López Obrador” haga lo suyo, pues para nadie es secreto que el puntero en la presidencial dejará una especie de estela bendita para los compañeros de su partido en todo el país, incluido Quintana Roo.
Gane o pierda, Andrés Manuel López Obrador ayudará inclusive a quienes hoy se les da por vencidos. Ya lo hemos visto en anteriores comicios, cuando han cantado victoria los que parecían sin chance.
Entonces, la estrategia es evidente. Más que efectista ha sido funcional. Si eso es suficiente, se sabrá en las próximas semanas, cuando el panorama en Benito Juárez sea irreversible para todos los que juegan. No se puede cerrar los ojos: por todo lo anterior se le considera con amplias posibilidades rumbo al 1 de julio, día de las elecciones.
Si es la favorita, es otro tema.