Los comúnmente conocidos como reyes magos o santos reyes son quizá los personajes más misteriosos que aparecen en el Evangelio. Sin mediar una explicación de quienes son, su número, procedencia exacta (sólo que provienen de oriente) surgen en la Biblia para ofrecer regalos a Jesús recién nacido y adorarlo. No sin antes haber sido, sin quererlo, fuente de información y detonantes, de un Herodes cruel que ordena el asesinato de niños inocentes en un esfuerzo vano por impedir que crezca otro Rey que amenace su poder.
Este terrible hecho no se encuentre registrado en ninguna fuente histórica y nos muestra a un gobernante muy diferente del Herodes histórico que hizo grandes esfuerzos para ser aceptado por su pueblo a través de grandes construcciones, incluido el templo de Jerusalén, y de buscar el desarrollo económico de la Palestina Romana del siglo I de nuestra era. De la misma forma que los Reyes Magos aparecen abruptamente, vuelven a desvanecerse en el mundo de las creencias, las leyendas y las interpretaciones.
Al ser parte de la narración del nacimiento de Jesús, estos interesantes personajes se hicieron muy populares a partir de las representaciones artísticas que se hicieron durante siglos, durante toda la Edad Media y el Renacimiento aparecieron en obras teatrales, pinturas, vitrales y murales, posicionándose en el imaginario colectivo europeo. Desde los orígenes del cristianismo los vemos en las catacumbas de Roma, en donde ya existía la costumbre de representar a los pueblos sometidos llevando regalos al Emperador o general romano vencedor.
Después de su fugaz pero fundamental aparición en la narración del evangelista Mateo, el destino de los Reyes Magos siguió el curso del cristianismo que del cercano oriente se fue trasladando cada vez más al centro de una Europa inmersa en el medievo y en el desconocimiento y hasta rechazo del mundo oriental de donde habían surgido estos personajes. Derivado del número de regalos que le ofrecieron, se determinó en el siglo V que eran tres, aunque en algunas iglesias cristianas orientales llegaron a ser doce. Sus nombres aparecen registrados hasta la siguiente centuria y con el tiempo se convirtieron en representantes de ese mundo oriental que se hacía cada vez más grande, complejo y plural, conforme los europeos lo iban descubriendo. Hasta que en el siglo XVI uno de ellos fue representado como negro, antes eran plasmados como hombres de piel blanca y barba.
El misterio entorno a su aparición se agudiza sobre todo porque no hay muchos referentes semejantes en la Biblia, el judeocristianismo no promueve y hasta rechaza la magia. De ahí que durante siglos se ha discutido sobre si eran magos como se entendía popularmente o debían ser interpretados más como sabios, de acuerdo a las palabras en griego de los textos originales y a términos semejantes de religiones cercanas como el Zoroastrismo. La Biblia nunca señala que sean reyes, posteriormente fueron considerados como tales. También su condición de posibles astrónomos o astrólogos ha sido motivo de discusión durante siglos.
Lo que no está a discusión es que la tradición de ser portadores de regalos es mucho más antigua que la de San Nicolas, y a pesar de los embates publicitarios y de mercadotecnia de la versión anglosajona de este último (conocido popularmente como Santa Clos o Claus), en el mundo hispanohablante cada 6 de enero los niños le solicitan a través de documentos escritos (ya sean cartas o actualmente emails, los reyes magos ya poseen sus propias páginas web), sus más preciados deseos materiales.