EL BESTIARIO
El paranoico Putin promueve una teoría ‘conspiranoica’ para justificar su sospechoso apoyo a Blatter, suenan ‘rublos negros’, “la operación del FBI es una maniobra geopolítica para impedir que el Mundial de 2018 se celebre en Rusia”
Hay quien se traga la versión de Vladímir Putin de que la operación legal liderada por el FBI y la fiscal general estadounidense, Loretta Lynch, contra los corruptos de la FIFA es, en el fondo, una maniobra geopolítica para impedir que el Mundial de 2018 se celebre en Rusia. Bien. Todo es posible. Propongamos otras teorías ‘conspirativas’. Podría ser no tanto la Casa Blanca quien esté detrás de todo esto, o ni siquiera sectores de la derecha estadounidense deseosos de minar los intentos de acercamiento a Rusia de Barack Obama -el vicepresidente Kerry se reunió con Putin este mes-, sino la federación americana de béisbol, o sencillamente un cartel de agentes del FBI que detesta el soccer.
El año que viene, en plena temporada veraniega de béisbol, se celebrará una versión especial de la Copa América en Estados Unidos para conmemorar el centenario de dicha competición, en la que participan las selecciones de los países del continente americano. Ya que la mayoría de los imputados provienen del Caribe o América Latina, y que de aquí a doce meses la mitad de los que estarían en los palcos podrían estar en la cárcel, parece más probable que se cancele el torneo de EE UU en 2016 que el de Rusia en 2018.
¿Y si el objetivo no es quitarle el Mundial a Rusia sino cuatro años después a Qatar, algunos de cuyos ciudadanos aportan fondos al Estado Islámico, según Estados Unidos? Quizá todo forme parte de un plan imperialista para invadir Qatar y obtener el control de sus reservas de petróleo y de gas. ¿O qué tal si la idea es hacerle daño a Israel? Es bien sabido que las relaciones entre Obama y el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, son pésimas. También lo es que los palestinos propusieron la expulsión de la selección de Israel del fútbol competitivo internacional. ¿Se habrá decidido detener a los miembros de la FIFA justo dos días antes de las elecciones presidenciales de dicho organismo con el objetivo -finalmente frustrado- de que el rival de Sepp Blatter, el príncipe jordano Ali bin Al-Hussein, las gane? Puede que no, pero las mentes conspirativas se deleitarán con este dato: la madre del príncipe Ali es palestina.
Busquemos más. ¿Y si la ofensiva contra la FIFA es una continuación de la guerra que libra Estados Unidos contra sus propios bancos, como JP Morgan, Citigroup y Bank of America, que este mismo mes recibieron multas de miles de millones de dólares por manipular las tasas de cambio? Difícil que dejen pasar la oportunidad ahora de sancionar a más de ellos por haber participado en los lavados de dinero de los imputados de la FIFA.
¿Y la multinacional Nike, que también está en la mira de los investigadores del FBI? ¿Habrá algún motivo por el que Obama se haya ensañado con la empresa de ropa deportiva estadounidense? ¿Putin viste un chándal de Nike cuando levanta pesas en el gimnasio? ¿Las hijas de Obama serán más de Puma o de Adidas?
Y ojo con Argentina. Ya que la justicia estadounidense persigue a tres argentinos asociados con el escándalo de la FIFA, llama la atención que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner no haya denunciado, con el apoyo entusiasta del presidente Maduro de Venezuela, otro complot yanqui. Tal vez se haya reprimido por gentileza, para no restarle toda la gloria a su amigo Putin. O tal vez no haya nada. Cabe siempre la posibilidad de que se trate de una investigación judicial y nada más. A veces, como nos recordó Sigmund Freud, un puro es solamente un puro. O cuando algún fanático imbécil le lanza en Europa un plátano a un futbolista negro… El plátano es simplemente un plátano. No nos hagamos pajas mentales como el nuevo zar de Rusia.
Platini le dijo a su amigo Joseph, “Enough is enough. Suffi c’est suffi”, le importó un carajo al suizo y ‘socios’
“Enough is enough. Suffi c’est suffi”. Así, en versión bilingüe, Michel Platini, presidente de la UEFA, organización responsable del fútbol europeo, pidió ayer a Joseph Blatter que, tras 17 años en la presidencia de la FIFA, abandone ya el cargo. “Es una pena decirle a un amigo que se tiene que ir. Pero tengo que hacerlo. La FIFA es la madre de todos nosotros, del fútbol mundial y no merece ser tratada así”, dijo el presidente de la UEFA en un hotel de Zúrich repleto de periodistas. “La imagen de la FIFA es terrible”, añadió.
La disputa entre los dos hombres que manejan el fútbol mundial y el europeo viene de lejos, pero nunca se había mostrado tan descarnada frente a las cámaras de medio mundo. La detención el día anterior en Zúrich de siete altos cargos de la FIFA -entre ellos, dos vicepresidentes- ha agotado la paciencia de Platini, que se echa atrás en su amenaza de boicotear el 65 Congreso de la FIFA que debía entronizar por quinta vez consecutiva a Blatter, de 79 años.
Todas las esperanzas de los europeos se centraban en el único rival que se enfrentaba ayer al suizo, el jordano Ali bin al Husein. “Hago una llamada a todas las confederaciones del mundo para apoyar al príncipe Alí”, dijo el francés. Según sus cálculos, unas 45 de las 53 federaciones europeas votarán a favor del jordano, hermano del rey Abdalá. Se equivocó el francés. Al suizo y ‘socios’ les importó un carajo. Por sus mentes corre la consigna del ‘Yo siglo’ de Joseph y así aguantar mejor la tormenta desatada en las últimas horas y ganar tiempo para ‘limpiar la casa’ antes de que lo hagan otros ajenos a los ‘tejemanejes’ de Blatter.
Platini insistió en que dar este paso no ha sido fácil. Recordó que llegó a la cúpula de la UEFA al mismo tiempo que ‘Sepp’, al que considera como un tío, y que aún hoy lo tiene por un amigo. “Pero si no puedo yo decirle que ha llegado el momento de marcharse, ¿entonces quién? Un buen amigo siempre puede decirle a otro la verdad”, dijo. Por la mañana, los dos hombres se habían reunido. Y Platini aprovechó la ocasión para transmitir su mensaje a un Blatter “muy afectado” que decía que ahora no podía irse. “Él ya ha perdido. La FIFA ya ha perdido”, concluyó el francés.
“Estoy de buen humor. Es normal, ¿no? Antes estaba un poco nervioso”, confesaba Blatter tras saberse ganador, al son de ‘Bésame mucho’
Lo que comenzó como un caso de corrupción masiva en el mundo del fútbol ha acabado convertido en una colosal batalla política y económica con la participación directa de estadistas, deportistas de élites e importantes confederaciones. El último episodio de esta pugna se resolvió ayer con un claro vencedor: Joseph Blatter. Al actual presidente de la FIFA, organismo rector del fútbol mundial, le faltaron tan solo siete votos para obtener la reelección en la primera vuelta, en la que era necesaria una mayoría de dos tercios. Blatter logró el respaldo de 133 delegaciones, frente a los 73 de su único rival, Alí Ben Hussein. Pero cuando estaba a punto de comenzar la segunda ronda de votaciones, el príncipe jordano aceptó lo que ya entonces era evidente y se retiró.
Un Blatter pletórico -“Estoy de buen humor. Es normal, ¿no? Antes estaba un poco nervioso”, confesaba con una sonrisa gigantesca tras saberse ganador- logra a los 79 años un quinto mandato hasta 2019. Su victoria supone un trago difícil para muchos. Por ejemplo, para Michel Platini, el presidente de la UEFA (Unión de Asociaciones de Fútbol Europeas), que ayer se sentó con cara de circunstancias a pocos metros del líder reelegido. “Le he pedido que se fuera. La FIFA no merece ser tratada así”, decía Platini tan solo horas antes. Los presidentes de las federaciones de países como EE UU, Canadá o Australia reclamaron la dimisión de Blatter.
Llamó la atención que durante el recuento de los votos en la sala se oía la canción ‘Bésame mucho’, escrita en 1940 por la pianista y compositora mexicana, Consuelito Velázquez, y sin duda alguna, una de las más populares del siglo XX y por lo vemos también en el XXI. Los encargados del protocolo se equivocaron, pues ayer no fue la última noche, sino el inicio de una eterna noche ‘blatteriana’. “Bésame, bésame mucho/como si fuera esta noche/la última vez./Bésame, bésame mucho,/que tengo miedo a tenerte/perderte después./Quiero tenerte muy cerca,/mirarme en tus ojos/y tenerte junto a mí./Piensa que tal vez mañana,/estaré muy lejos/muy lejos de ti/Bésame/ bésame mucho/que tengo miedo a perderte/perderte después”.
“No necesitamos una revolución, sino una evolución. Me hacen responsable de esta tormenta…”, el lema del tío ‘Sepp, ‘Yo sigo’
La batalla por el mando de la FIFA ha trascendido lo deportivo para entrar de lleno en la política. El primer ministro británico, David Cameron, fue el más claro. “Sí, desde mi punto de vista debe irse”, dijo el líder conservador. El Gobierno francés también defendió que se pospusiera la votación tras las detenciones de estrechos colaboradores de Blatter dos días antes del congreso. En el extremo opuesto, el presidente ruso, Vladímir Putin, había salido en defensa de Blatter. Putin considera que los ataques contra él obedecen a un intento de forzar un cambio de sede del Mundial de 2018 en Rusia.
Los discursos de los dos candidatos dibujaron dos mundos opuestos. El príncipe Alí apeló a la responsabilidad de los 209 delegados con derecho a voto para acabar con un régimen que ha escandalizado por unas prácticas de corrupción “desenfrenadas, sistémicas y arraigadas”, según las definió el miércoles la fiscal general de EE UU, Loretta Lynch. Blatter, en cambio, se esforzó por presentarse como el líder fuerte en tiempos convulsos.
“No necesitamos una revolución, sino una evolución. Me hacen responsable de esta tormenta. De acuerdo. Asumo la responsabilidad y estoy dispuesto a seguir adelante”, continuó el suizo que, pese a llevar cuatro décadas en la cúpula de la FIFA y presidirla desde 1998, dijo que se le había hecho corto su paso por la organización. “¿Qué es el tiempo? A mí me parece que ha sido muy poco el que he pasado en la FIFA”, dijo.
Blatter lanzó solo una propuesta concreta: crear “a partir de mañana mismo” una oficina que reúna a futbolistas, ligas y clubes profesionales, una iniciativa que puede interpretarse como un golpe directo a la UEFA. Se confirma así la guerra entre el organismo que dirige el fútbol mundial y su confederación más importante.
“El mundo espera que nos levantemos. No podemos seguir de brazos cruzados…”, Alí el perdedor, es hermano del rey Abdalá de Jordania
No es fácil el trabajo que Blatter tiene por delante. La FIFA atraviesa sus momentos más críticos y los problemas se acumulan. Por una parte, importantes patrocinadores como Sony, la aerolínea Emirates o la petrolera Castrol han decidido no renovar sus acuerdos. Y otros como Visa o Coca-Cola han mostrado su malestar. El suizo tendrá además que lidiar con la oposición de la UEFA, cuyo presidente no descartó un boicot si él seguía al frente. Y, por último, la investigación de los casos de corrupción promete seguir dándole quebraderos de cabeza. “Los próximos meses no serán fáciles. Estoy seguro de que van a llegar más malas noticias, pero es necesario para empezar a restaurar la confianza”, reconocía el propio Blatter el jueves.
Frente al continuismo, el príncipe Alí se presentó como el recambio necesario. “El mundo espera que nos levantemos. No podemos seguir de brazos cruzados e ignorar el clamor ante nuestra puerta. Queremos un órgano rector que se merezca el honor de dirigir este deporte”, dijo el jordano, hermano del rey Abdalá. Pese a no mencionar ni una sola vez a Blatter por su nombre, era evidente a quién se refería cuando pedía no dar el poder a los que cometieron errores. “No soy perfecto. Nadie lo es”, respondió Blatter.
David Cameron sugiere que se vuelvan a someter a votación las candidaturas de Rusia y de Qatar para los Mundiales de 2018 y 2022
El escándalo de los sobornos destapado por Estados Unidos en el órgano que gobierna el fútbol a nivel mundial está provocando un choque diplomático inesperado entre dos de las grandes potencias del planeta, que si va a más puede tener incluso ramificaciones financieras de calado, y no solo para la FIFA como organismo. Un enfrentamiento con el deporte rey de víctima que escenifican Rusia y Reino Unido mientras la investigación del fraude va tomando cuerpo.
La trama de corrupción destapada en la FIFA tiene una conexión con los grandes bancos de Wall Street. Ese es precisamente uno de los detalles que llevó al Departamento de Justicia de Estados Unidos, al FBI y a la agencia tributaria estadounidense a actuar contra los directivos del organismo, acusados de hacer un uso ilícito del sistema financiero para blanquear dinero de los sobornos.
“Los imputados y sus conspiradores dependían enormemente del sistema financiero de EE UU para que la trama pudiera funcionar”, se puede leer en el amplio documento en el que se argumenta esta acción, mientras el presidente ruso, Vladimir Putin, acusa a EE UU de abusar de su poder en este caso, consciente de que el escándalo podría afectar a la celebración del Mundial de Fútbol en 2018 en su país.
La polémica en la FIFA amenaza así con convertirse en una crisis geopolítica importante, con el deporte como epicentro. Mientras el dirigente ruso mostraba así su apoyo a la gestión de Blatter, el primer ministro británico David Cameron pedía desde Downing Street la cabeza del presidente de la FIFA. Es más, se puso a rebufo de la acción judicial de EE UU para exigir una reforma de la FIFA.
Cameron está llegando a sugerir incluso que se vuelvan a someter a votación las candidaturas de Rusia y de Qatar para los Mundiales de 2018 y 2022, respectivamente. La tensión es evidente 24 horas después de destaparse el fraude, mientras las autoridades suizas investigan ahora el concurso de esos dos torneos. Aunque en este momento ningún país se plantea el boicot, si hay voces que piden a los patrocinadores de la FIFA que reconsideren hacer negocio con la organización mientras Blatter siga al frente.
Los pagos ilícitos a directivos de la FIFA ascendieron en este caso a 150 millones de dólares durante los 24 años que duró la trama
Que EE UU sea la primera que tira de la cuerda de la corrupción, como señalan los expertos, no es una sorpresa. Jennifer Rodgers, desde la Universidad de Columbia, recuerda que la aplicación de la legislación estadounidense no conoce fronteras. Las autoridades pueden perseguir cualquier violación de la legislación si la conducta criminal afecta de alguna manera a EE UU. En este caso, los directivos de la FIFA y los empresarios acusados hicieron un uso fraudulento del sistema financiero con transferencias de dinero fruto del chantaje.
El documento de más de 160 páginas que utiliza el Departamento de Justicia para construir su causa penal cita a varias grandes instituciones financieras que sirvieron durante todos estos años de canal para facilitar los pagos ilícitos, entre ellas los colosos estadounidenses JPMorgan Chase, Citigroup y Bank of America, la británica HSBC y la suiza UBS. Ahora se está investigando si estas firmas eran conscientes de que esas transferencias eran fruto de una actividad ilegal.
“Parte de nuestra investigación se centra en mirar la conducta de estas instituciones financieras para ver si sabían que estaban ayudando a lavar el dinero procedente de estos pagos ilícitos”, explicó el miércoles en rueda de prensa el fiscal neoyorquino Kelly Currie. Pero en este momento, las autoridades no tienen constancia de que estos bancos formaran parte de la trama. Ninguno ha sido acusado de una conducta irregular o ilícita. “Son parte de la investigación”, precisó.
Rodgers apunta, además, hacia otros dos detalles que justifican la acción de EE UU. El primero se refiere al montante del fraude. Se calcula que el total de los pagos ilícitos a directivos de la FIFA ascendieron en este caso a 150 millones de dólares durante los 24 años que duró la trama. De esa cantidad, el grueso, unos 110 millones, están relacionados con Copa América Centenario. El torneo se disputará por primera vez en suelo estadounidense, en junio de 2016.
Como indicó Currie en la rueda de prensa, los directivos de la FIFA celebraron varios encuentros en Nueva York con los empresarios que buscaban su posición de influencia para hacerse con la negociación de los derechos de los torneos y otras actividades promocionales. El otro elemento adicional, y relacionado con la Copa América Centenario, se refiere la propia localización de la sede de la CONCACAF. La confederación tuvo su sede en Nueva York hasta 2012 y desde entonces opera en Miami. Las oficinas fueron objeto de un registro el miércoles.
Al fútbol a través del hóckey sobre hielo. Hogar suizo. Joseph Blatter nació en Visp, en el cantón suizo de Valais, el 10 de marzo de 1936. Formación. Dicen que jugó al fútbol en categorías de aficionado. Se graduó en Comercio y Economía Política en la Universidad de Lausana. Fue secretario general de la federación suiza de hóckey sobre hielo. Ingresó a la FIFA como director técnico en 1975. Ascendió a secretario general en 1981 y permaneció en ese cargo hasta 1998, bajo la presidencia del brasileño João Havelange. Presidencia. Fue elegido presidente de la FIFA el 8 de junio de 1998. Desde entonces, ha gobernado el máximo organismo del fútbol mundial (la organización supranacional con más miembros que existe, con 209 representantes) en cuatro mandatos sucesivos. Fue reelegido en 2002, 2007 y 2011. Se jacta de haber llevado el Mundial a Asia (Corea y Japón 2002) y África (Sudáfrica 2010). Y ahora, nada menos que a Rusia y a Qatar.
“Para que el barco no se hunda se tiene que suicidar el capitán. Si el capitán no se suicida, se hunden él y el barco también”
“La lección está clara: si ‘Sepp’ Blatter conserva aún el más mínimo sentimiento de lealtad al fútbol, el deporte al que ha dedicado más de la mitad de sus 79 años de vida, debe dimitir ya como presidente de la FIFA, cargo que ocupa desde 1998. Que se presentase Blatter para reelección este viernes, como ha dicho que hará pese a la detención el miércoles por la noche de siete altos cargos del organismo que preside acusados todos de corrupción, significaría, en el caso aún probable de que ganara, un golpe devastador a la credibilidad de la FIFA y también a sus finanzas, ya que sus grandes patrocinadores comerciales saldrían en espantada. Para que el barco no se hunda se tiene que suicidar el capitán. Si el capitán no se suicida, se hunden él y el barco también”.
Esta es la opinión de Harold Mayne-Nicholls que fue el jefe del equipo de inspectores de la FIFA para las sedes candidatas a los Mundiales de 2018 y 2022, cuyos polémicos ganadores, elegidos por voto secreto en contra de las recomendaciones de los propios inspectores, fueron Rusia y Qatar. “Si sigue Blatter vendrán años terribles para la FIFA”, dijo Mayne-Nicholls, que trabajó para el organismo desde 1993 hasta su dimisión en 2012. Entrevistado el miércoles Mayne-Nicholls, que también fue presidente de la Federación de Fútbol de Chile, agregó que Blatter debería irse “por el bien del fútbol”.
¿Habrás más detenciones? “Creo que sí. La forma en que la policía suiza detuvo a los siete en el medio de la noche demuestra que no van a dejar pasar ni una”. ¿Ni Blatter estará a salvo? “Ya es rico y eso me hace dudar. Su sueldo no se ha hecho público, pero en la FIFA se ha hablado de que como presidente gana unos dos millones de dólares al mes”.
Sea culpable de corrupción o no, o de permitir que otros lo fueran, Blatter no puede seguir en su cargo. “El daño que se ha hecho a la FIFA durante sus 17 años de presidencia ha sido demasiado grande”, según Mayne-Nicholls. “Lo que tiene que ocurrir ahora es no solo que dimita él sino que se hagan cambios profundos a la constitución de la FIFA a favor de la transparencia, que hoy es inexistente”.
En cuanto a la posibilidad de que se anulen las decisiones de celebrar los Mundiales de 2018 y 2022 en Rusia y Qatar, Mayne Nicholls dice: “Pero si las investigaciones demuestran que aquí hubieron hechos claros de corrupción, no le quedará otra a la FIFA que buscar nuevas sedes”.
Blatter y Putin, ‘padrinos’ de una red mafiosa donde nunca se sabe dónde empiezan y dónde acaban la política, el deporte y el dinero
Si a alguien le cabía alguna duda sobre la naturaleza oligárquica y corrupta de la FIFA, el apoyo explícito de Vladímir Putin a la reelección del presidente de dicha organización, Joseph Blatter, ofrece la prueba de cargo más contundente que uno pudiera imaginar. No es de extrañar la admiración mutua: tanto la FIFA de Blatter como la Rusia de Putin han construido una inmensa red mafiosa donde nunca se sabe dónde empiezan y dónde acaban la política, el deporte y el dinero.
Aunque parecería que detrás de esa pose muscular se esconde un hombre revestido de valores clásicos (Dios, patria, familia, autoridad), en realidad Putin es un posmoderno de primer orden, un total y completo relativista. Resultado de su trayectoria como agente de inteligencia en el KGB, Putin no parece creer en la realidad como entidad autónoma, sino como una conspiración orquestada por los demás contra uno o por uno contra los demás. Así lo demuestra al analizar el caso FIFA como una conspiración para sabotear la celebración de la Copa del Mundo de fútbol en 2018, que albergará Rusia. Pero también con su última decisión de considerar delito la publicación de información sobre la existencia de bajas en combate en tiempo de paz, léase bien, en tiempo de paz, o de acosar a las organizaciones de derechos humanos que reciban apoyo desde el exterior. Putin da por hecho que existe la corrupción en la FIFA, que sus fuerzas armadas combaten en un país vecino sin ningún amparo legal y que en Rusia se violan los derechos humanos, pero lo que le preocupa no son los hechos, sino que los hechos puedan ser usados en su contra.
Putin no parece ser consciente de su toxicidad: cada persona o institución que apoya o que le elogia queda automáticamente quemada. Es el caso de la FIFA y su presidente, Joseph Blatter, pero también de una larga lista de incondicionales entre los que se encuentran Silvio Berlusconi, Marine Le Pen, Nigel Farage, Nicolás Maduro y los presidentes de Kazajistán y Bielorrusia, todos admiradores y envidiosos del poder del caudillo nacionalista ruso. Si Putin tuviera algo de sentido del humor, podría usar la toxicidad de sus elogios para destruir a sus enemigos en lugar de a sus amigos. Guárdense del apoyo de Putin.
El paranoico Putin promueve una teoría ‘conspiranoica’ para justificar su sospechoso apoyo a Blatter, suenan ‘rublos negros’, “la operación del FBI es una maniobra geopolítica para impedir que el Mundial de 2018 se celebre en Rusia”, el tío ‘Sepp’ fue reelegido al son de ‘Bésame mucho’, el ‘Réquiem’ de Amadeus Mozart estaba preparado.
Oportunidad perdida, la reelección de Blatter liquida la renovación democrática del fútbol
La reelección de Joseph Blatter por quinta vez como presidente de la FIFA, el organismo que gobierna el fútbol mundial, es una mala noticia para el deporte. Haciendo caso omiso de la grave advertencia que supone para el fútbol la detención de siete directivos del organismo acusados de corrupción, fraude, soborno y blanqueo de dinero, los electores han preferido mantener la fidelidad a un presidente gastado, corresponsable de la trama de corrupción enraizada en la FIFA —bien porque convivió cómodamente con ella, bien porque no se enteró— antes que decidirse por un cambio personal e institucional. Cinco mandatos y diecisiete años de poder constituyen, para cualquier responsable político, y más en una elección de carácter corporativo, un caldo de cultivo para la corrupción y el inmovilismo.
Y no será porque los delegados de la FIFA, reunidos en Zúrich en un lujoso entorno, no recibieran mensajes políticos contundentes desde alguno de los países centrales del fútbol. El premier británico, David Cameron, pidió directamente la dimisión de Joseph Blatter; el ministro alemán de justicia, Heiko Maas, exigió que se explicaran las concesiones de los Mundiales a Rusia y Qatar. Frente a ellos, Vladímir Putin, presidente de Rusia, defendió a Blatter, declaró que el mundial de Rusia es “intocable” y acusó a Estados Unidos de intervenir en los asuntos de otras naciones. Lo que el miércoles era un conflicto deportivo, cuarenta y ocho horas más tarde se había convertido en un episodio más de un enfrentamiento geoestratégico.
La fractura política y deportiva se ha producido por la línea más débil, que es la que recorre el enfrentamiento entre Europa Occidental y Rusia. Putin defiende su Mundial (2018) y los beneficios monetarios y de prestigio internacional que espera conseguir; Cameron y Merkel sospechan, como Estados Unidos, que ese Mundial está en contradicción con las sanciones impuestas a Rusia. Ya no se trata solamente de que la FIFA sea vista de forma inmediata como un foco de corrupción; es que se ha abierto una brecha difícil de cerrar entre quienes piden una refundación del organismo y quienes prefieren mantener los equilibrios personales conocidos con el fin de que no peligren los Mundiales y sus negocios concomitantes.
La pérdida de credibilidad de la FIFA supone además un riesgo para el negocio del fútbol mundial. Promotores, patrocinadores y anunciantes huyen de las grandes competiciones futbolísticas para evitar cualquier tipo de identificación dañina con el fraude generalizado. El momento es especialmente delicado, porque el fútbol inicia una fase de expansión económica hacia nuevos mercados; concretamente China y países árabes. La capacidad financiera de las nuevas áreas de expansión permite calcular que, sin alteraciones políticas, el negocio mundial del fútbol (unos 46.000 millones de euros) puede duplicarse en los próximos diez años. El escándalo, en el que podrían estar implicados varios bancos de primer nivel, obstaculiza bruscamente el desarrollo de esta expansión.
La pregunta pertinente es si Joseph Blatter está en condiciones de cerrar las brechas políticas y económicas abiertas por la corrupción con la que convivió. La respuesta es no. Porque su elección no disipa las sospechas de connivencia con la trama de negocios ilícitos destapada el miércoles. Y porque Reino Unido y Alemania no pueden aceptar a Blatter después de que haya recibido el apoyo de Putin. Blatter abre un período de enfrentamiento civil en el fútbol; podrá velarse u olvidarse, pero no desaparecerá. Los dirigentes del fútbol no pueden creer en que su colaboración para erradicar la corrupción será sincera. La elección de Blatter sepulta cualquier probabilidad de refundación del fútbol mundial.