EL BESTIARIO
La BBC dedica un reportaje a Tampico, en el ‘estado fallido’ de Tamaulipas y la violenta Reynosa, los vecinos se sienten protegidos por extraterrestres desde sus ovnis, ‘I shot the sheriff” canta Bob Marley
Mientras Estados Unidos considera “nula” la capacidad de México de controlar Taumalipas , la violencia sume el caos en la fronteriza ciudad de Reynosa y alerta de la inseguridad en veinte Estados de México, en Londres, la BBC dedica a la ciudad de Tampico un reportaje, donde los vecinos afirman sentirse protegidos por extraterrestres desde sus ovnis. Creen que en la costa frente a Playa Miramar es el mejor lugar para divisar objetos voladores no identificados. Días atrás hablábamos de Servando Gómez ‘La Tuta’, el líder templario de Michoacán, quien había promovido una auténtica filmoteca con los videos que grabó de sus encuentros con los principales dirigentes políticos, culturales y sociales, un trágico y perturbador material de ‘realismo mágico’, con miles de muertos y desaparecidos que no aparecen en la pantalla. El espíritu del Festival de Morelia hizo mella en el “padrote” de Rodrigo Vallejo. Mientras el gobernador de Michoacán, Fausto Vallejo Figueroa, firmaba con el Ejecutivo de Peña Nieto, en enero del 2014, una estrategia para acabar con el crimen organizado en la entidad, el hijo del mandatario estatal negociaba con el líder del cártel los Caballeros Templarios.
Así lo demostraba un vídeo difundido por la agencia de noticias mexicana Quadratín en el que se ve a Rodrigo Vallejo Mora conversando con Servando Gómez Martínez, alias ‘La Tuta’, en una fonda al pie de la carretera. La reunión, en la que se aprecia la participación de al menos dos personas más (el que se encarga de la grabación y una mujer sentada de espaldas a la cámara) transcurre en un ambiente distendido y habría servido, según interpreta la agencia, para analizar la situación del Gobierno y encontrar nuevos mecanismos de comunicación y trabajo en el marco de la crisis provocada por las recurrentes ausencias del entonces mandatario, aquejado por una enfermedad que públicamente nunca quiso desvelar.
Fausto Vallejo renunció al cargo el pasado 18 de junio alegando motivos de salud, apenas unos días después de que se difundiera una fotografía de ínfima calidad en la que ya se veía a Rodrigo con ‘La Tuta’. El entonces gobernador de Michoacán salió en un noticiero estatal a defender a su hijo, argumentando que él había sido obligado, como tantos otros, a reunirse con el líder templario. Las imágenes difundidas, sin embargo, muestran a un hombre relajado, que llama a Servando Gómez “padrote” mientras bebe una lata de cerveza. En la ‘peli’ de algo más de 18 minutos el hijo de Vallejo Figueroa revela al líder delincuencial que su padre habría de someterse a varios trasplantes de órganos: “Le van a cambiar el páncreas, le van a cambiar el hígado, le van a cambiar el intestino. O sea son cinco cosas, es multivisceral”.
En nuestra columna nos trasladamos a Tamaulipas donde junto a historias no muy diferentes a las vividas en el que fuera feudo de ‘La Tuta’ existen otras que pudiéramos tildarlas de ‘realismo mágico fronterizo’, donde los olvidados extraterrestes y ovnis cobran un sorprendente protagonismo en Tampico, quizás aprovechándose de la ausencia de los poderes y los representantes de los Estados Unidos Mexicanos.
“Los enfrentamientos violentos entre elementos criminales rivales y/o el Ejército mexicano pueden ocurrir en cualquier sitio y hora del día”
Tamaulipas es un estado sin ley. Un lugar donde los “enfrentamientos violentos entre elementos criminales rivales y/o el Ejército mexicano pueden ocurrir en cualquier sitio a cualquier hora del día”. Así lo expresa oficialmente Estados Unidos en un durísimo documento destinado a servir de guía a sus ciudadanos y que alerta de la inseguridad en 20 estados al sur del Río Bravo. El más golpeado por el análisis es Tamaulipas.
La zona, situada al noreste de México y con 17 pasos fronterizos a EEUU, vive desde hace años colapsada por el infernal enfrentamiento entre Los Zetas y el cártel del Golfo. De poco ha servido la intervención militar decidida por el presidente Enrique Peña Nieto hace un año. La violencia sigue rampante hasta el punto de que el Departamento de Estado recomienda evitar cualquier viaje “no esencial” al lugar. “A través de la región, la violencia criminal, incluyendo el homicidio, el robo a mano armada, el secuestro, la extorsión y los ataques sexuales, suponen un significativo riesgo para la seguridad. La capacidad estatal y municipal de imponer la ley es limitada o inexistente en muchas partes de Tamaulipas. En Matamoros, Reynosa, Nuevo Laredo y Ciudad Victoria se registran batallas armadas y ataques con explosivos”, indica la nota.
En su descripción del caos, el Departamento de Estado destaca el peligro que representan las carreteras. No sólo “no hay autopistas que se puedan considerar seguras”, sino que en ocasiones el crimen organizado ataca a los autobuses que las atraviesan y “toman como rehenes a todo el pasaje” para pedir un rescate. El deterioro llega a tales proporciones, que la Administración de Obama prohíbe a sus funcionarios salir a la calle de medianoche a seis de la mañana. “El número de secuestros declarados es de los mayores de México y la cifra de estadounidenses abducidos o desaparecidos ha aumentado en 2014”, remacha el informe.
Los narcos sembraron de pólvora Reynosa la pasada semana, tras la detención de ‘El Gafe’, uno de los cabecillas del cártel del Golfo
El sombrío paisaje dibujado por Washington de Tamaulipas quedó días atrás confirmado por los hechos. Los tiroteos, cortes de carreteras y quemas de coches en Reynosa (610.000 habitantes, la ciudad más poblada del estado) obligaron a las autoridades a pedir a la población que evitase salir a la calle. El nivel de narcoviolencia llegó a tal grado que Estados Unidos decidió cortar dos pasos fronterizos y dos de los principales partidos, el PAN y el PRD suspendieron la campaña electoral. El detonante fue supuestamente la detención de ‘El Gafe’, uno de los cabecillas del cártel del Golfo, la organización que controla gran parte de la zona norte. En respuesta a su captura, los narcos sembraron de pólvora Reynosa. Sobre el asfalto quedaron al menos tres cadáveres.
La preocupación de Estados Unidos por la seguridad de sus ciudadanos en México hunde sus raíces en el intenso tráfico humano entre ambas naciones. Cada día cruzan la frontera 150.000 estadounidenses. Este flujo les expone a la criminalidad mexicana. “Los choques armados entre organizaciones criminales o con las autoridades mexicanas ocurren a la luz del día, en plena calle y hasta en sitios púbicos como restaurantes o clubs. La localización y ubicación de estos enfrentamientos armados es impredecible”, alerta el Departamento de Estado.
En México murieron asesinados 81 estadounidenses en 2013, cifra que se incrementó a 100 el año pasado. Otro tanto sucedió con los secuestros. En este horizonte de violencia, sólo la Ciudad de México, así como 10 estados se libran de las advertencias de EEUU (Campeche, Chiapas, Guanajuato, Hidalgo, Oaxaca, Puebla, Querétaro, Quintana Roo, Tabasco, Tlaxcala y Yucatán). La veintena de estados restantes reciben alertas, extremas en casos como Tamaulipas, Coahuila, Guerrero, Michoacán y Sinaloa.
Muchos habitantes de Tampico y Ciudad Madero creen que en la costa frente a Playa Miramar es el mejor lugar para divisar ovnis. Mientras en un sofá de una sencilla cafetería de Ciudad Madero un hombre me invita a meditar para ver ovnis, en la televisión Bob Marley canta ‘I shot the sheriff’ y detrás de la barra una mujer prepara un frappuccino. En este rincón del violento estado de Tamaulipas, en el noreste de México, muchos creen que los extraterrestres llevan décadas protegiéndolos de los huracanes, que luego de avanzar con fuerza hacia sus costas, se detienen de forma abrupta y, misteriosamente, cambian de rumbo. Dicen que los han visto. Que hay una base submarina a unos 40 kilómetros de la costa. Que vieron sus naves, esferas, triángulos, luces. Que vieron cosas. Y lo dicen abiertamente.
Fernando Alonso Gallardo, de 68 años, ingeniero civil, empresario, exteniente, jubilado de la petrolera estatal Pemex, tiene el rostro tostado por el picante sol de Playa Miramar, una ancha franja de arena de 10 kilómetros de largo. En 1933 y en 1955 sendos huracanes tumbaron el restaurante de la familia de Don Alonso en Playa Miramar. Por los barrotes de las ventanas de ‘El Mexicano’, su restaurante frente a la playa, se cuelan el sonido de una cumbia argentina misógina y una bienvenida brisa del golfo de México. Masticando cada palabra, cuenta su historia a la cadena británica de televisión, BBC, que como la de muchos otros de por aquí, involucra avistamientos de objetos voladores no identificados. En 1933, cuando los huracanes todavía no tenían nombre, uno de categoría 5 golpeó a Tampico, la ciudad donde nació, ubicada tan cerca de Ciudad Madero que apenas se distinguen la una de la otra. El restaurante de su padre no sobrevivió. Construyeron otro. Pero en 1955, el huracán Hilda, que inundó tres cuartas partes de la ciudad y dejó a 20.000 personas sin hogar, lo volvió a tumbar.
“Pienso que en esa época no había extraterrestres, si no, no hubiera ocurrido tanto desastre”, le dice don Alonso a BBC Mundo. Los huracanes también llegaron en 1947, 1951 y 1966. Luego dejaron de golpear. Hay investigadores que opinan que el motivo del desvío es la presencia de corrientes de agua fría en la zona. Pero en Tampico y Ciudad Madero nadie ignora que existe la creencia de que algo sobrenatural defiende estas tierras.
Los extraterrestres, “contactaron conmigo”, declara Marco Flores, cronista oficial de Tampico, “resguardan sus base submarinas”
Pero en 1967 fue erigido un monumento a la Virgen del Carmen, patrona del mar y de los marineros, junto al muelle por el que deben pasar los pescadores cuando dejan atrás el río Pánuco, que divide los estados de Tamaulipas y Veracruz. Muchos vieron en él la explicación de la desaparición súbita de los huracanes. Hasta hoy es una tradición que los marineros se persignen ante su estatua y los capitanes hagan sonar la bocina de sus embarcaciones, explica Marco Flores, desde 1995 cronista oficial del gobierno de la ciudad de Tampico. La teoría ‘marciana’ llegó un poco después.
Flores cuenta que la trajo un hombre de Ciudad de México que vino a principios de los 70 a Tampico por trabajo y aseguró que más que proteger la ciudad, lo que los extraterrestres que lo habían contactado hacían era resguardar sus base submarinas. “No es con el afán de proteger la ciudad, es con el afán de proteger la ciudad donde ellos viven, porque encontraron una forma de poder estar ahí”.
Don Alonso vio su primer ovni en 1983: un disco de 60 metros de diámetro con luces amarillentas. Esto ocurrió en la punta del malecón que sirve para separar el agua verde del Golfo de México del agua achocolatada del río Pánuco. Ése, dicen los que creen, es el mejor lugar para ver cosas. El punto de encuentro de los celestiales ‘creyentes’ solía ser una cafetería en la tienda Walmart, pero a la mujer que la atendía le dejó de gustar que se hablara tanto de ovnis. Así que los miembros de la Asociación de Investigación Científica OVNI de Tampico encontraron refugio en el restaurante ‘Bambino’ de Ciudad Madero.
Según un testimonio, los extraterrestres recomendaron que se colocaran varillas de aluminio, hierro y cobre en Playa Miramar. Allí esperan turno para narrar sus experiencias. En la cabecera de la mesa, Eduardo Anguiano Ortiz, de 83 años, habla sobre el libro que publicó el año pasado, “De Ovnis, Fantasmas y Otros Sucesos Extraordinarios”. Durante tres años recogió más de 100 testimonios. Incluye el del hijo de un señor que cuatro décadas atrás recibió la “sugerencia” de que en Playa Miramar había que sembrar cada 100 metros varillas de un metro de aluminio, hierro y cobre. Eso se lo dijeron los extraterrestres. Que esa barrera iba a servir para desviar huracanes. Anguiano escuchó testimonios y se convenció: “Dudar de la existencia de los ovnis es no tener inteligencia”, afirma. Y muchos concuerdan.
Colocaron el busto de un marciano en Playa Miramar y declararon que el último martes de octubre se celebraría el Día del Marciano
Eva Martínez asegura que los extraterrestres los cuidan por la fuerza magnética que tienen. Que estén ahí le da paz, dice. José Luis Cárdenas suele tomar fotografías del cielo en las que se divisan luces extrañas. José Luis Cárdenas ha tomado varias fotografías en las que se ven luces de formas extrañas. Luces que no adornan el cielo al momento de tomarlas, pero luego aparecen en el visor de la cámara. “Si los seres que nos visitan, no nos han hecho daño, entonces nos están protegiendo, están haciendo algo por nosotros. Y así tenemos que ver las cosas”, explica.
En Tampico, a 10km del Golfo de México, viven unas 300.000 personas. La última vez que un huracán que enfilaba hacia la zona de Tampico se desvió fue en 2013. Ese año, autoridades locales colocaron el busto de un marciano en Playa Miramar -que fue robado al poco tiempo- y declararon que el último martes de octubre se celebraría el Día del Marciano. “La explicación que no le podemos dar científica se la damos de manera mágica. La gente de esta región tiene un pensamiento mágico”, opina Flores, el cronista de Tampico. “Es un modo de pensar un poco, digamos, simple, explicativo de las cosas, sencillo. Y como es mágico -añade- atrae lo fantástico. La fantasía siempre es más atractiva que la realidad”. En el sofá de la cafetería de Ciudad Madero, Juan Carlos Ramón López Díaz, presidente de la Asociación de Investigación Científica OVNI de Tampico, les dice a los periodistas de la BBC que cierren los ojos y mantengan la mente tranquila.
Una alcaldesa, un periodista y un general encarnan la lucha de quienes no se rinden al narco, sobrevivir en Tamaulipas
En los mapas, Matamoros se sitúa en el noreste de México, a orillas del río Bravo, cara a cara con Brownsville (Texas). Pero en la mente de los mexicanos es lo más cercano al infierno. La ciudad, de medio millón de habitantes, vive en un estado de guerra permanente. Bajo el control del cártel del Golfo, enzarzado en una demencial lucha contra Los Zetas, hay días en que los sicarios cortan los principales accesos, y las autoridades piden a los vecinos que no salgan a las grandes avenidas. El aire se llena entonces de pólvora. Pero pocas veces se sabe de dónde proceden las balas. Con una tasa de asesinatos casi 40 veces superior a la española, la segunda ciudad de Tamaulipas es, para muchos, una tumba abierta. Desde este agujero, un periodista, una alcaldesa y un general cuentan su historia. Todos viven amenazados por el narco. Se lo cuentan a Jan Martínez Ahrens, periodista de EL PAIS.
Norma Leticia Salazar Vázquez, de 37 años, es una mujer de una pieza. Nacida y criada en Matamoros, está dispuesta a morir luchando. No lleva armas, pero se ha entrenado para, si llega el momento, apretar el gatillo. “Pelearé hasta el final”, dice esta alcaldesa del Partido Acción Nacional (PAN) que se ve a sí misma como la última encarnación de la ley al sur del río Bravo. Suya es la frase: “Después de Dios, la única autoridad aquí es Lety Salazar”. Toda una declaración de intenciones en una ciudad devastada por la bestia del cartel del Golfo. Un municipio de calles lunares donde las espuelas del crimen resuenan en cada esquina.
A las 20.10 del pasado domingo 8 de marzo, el Chevrolet Tahoe en el que regresaba de un acto fue emboscado. Dos vehículos se cruzaron en su camino y empezaron a ametrallarlo. Salazar y su escolta lograron esquivar la primera embestida, y perseguidos a balazos recorrieron media ciudad hasta hallar refugio en el Ayuntamiento. Se salvaron, pero posiblemente al narco ya le daba igual. La señal había sido enviada.
Al llegar a la alcaldía de Matamoros, liquidó a la Policía Municipal, vasalla del narco, y purgó de corruptos los departamentos más sensibles
Han pasado tres semanas, la alcaldesa de Matamoros está sentada en la sala noble del consistorio. Tras los cristales blindados, Salazar, sombra de ojos a juego con su camisa azul, parece una mujer menuda. Pero la impresión es engañosa. Toda ella exuda vitalidad. Y ambición. Quienes la conocen, dicen que nunca descansa. Ha sido edil, diputada federal y ahora no oculta su sueño de ser gobernadora.
Al llegar al Ayuntamiento en 2013, liquidó a la Policía Municipal, vasalla del narco, y purgó de corruptos los departamentos más sensibles. Hizo de la seguridad su bandera. En la capital del cártel del Golfo, algunos creyeron vislumbrar una nueva etapa. Su nombre comenzó a ser conocido, pero pronto también sus sombras: su mano derecha fue detenido por fraude al fisco, y la unidad paramilitar encargada de la seguridad cayó involucrada en el asesinato de tres jóvenes estadounidenses. El fango de Matamoros empezó a burbujear a su alrededor. Y fue entonces cuando el cártel del Golfo apuntó contra ella. “Sabíamos que iba a atacar”, rememora Salazar.
De la emboscada asegura que no le han quedado secuelas y que prefiere mirar adelante. “Para llegar hasta donde Dios me lleve”. En Lety Salazar, nieta de una pastora de la iglesia Templo Aposento Alto y ella misma una evangelista, la fe es un arma lista para disparar.
El director de ‘El Mañana’ de Matamoros, recibió la llamada que ningún periodista quiere oír, los ejemplares no llegaron a los quioscos
La rutina, en ocasiones, es un acto heroico. A las siete de la mañana del pasado 4 de marzo, Enrique Juárez, director de ‘El Mañana’ de Matamoros, recibió la llamada que ningún periodista quiere oír. Por teléfono le informaron de que los ejemplares de su periódico no habían llegado a la ciudad. La víspera, después de tres días de sangrienta ofensiva del narco, Juárez había tomado la decisión, junto a su editor, de publicar en primera página lo que estaba ocurriendo. El titular, a cuatro columnas, decía: “Combates: 9 muertos”. La información detallaba, sin dar el nombre de los cárteles, el horror habitual de Tamaulipas: tres días de asedios en zonas urbanas y carreteras, cuatro ciudades bloqueadas por los sicarios, enfrentamientos a tiros con las fuerzas de seguridad, avenidas principales cortadas con trailers para desvalijar a los conductores, cadáveres en las cunetas… La verdad que nadie cuenta ya en Matamoros, condensada en una primera página. Un desafío que al cartel del Golfo no le pasó inadvertido.
En la autopista, los sicarios interceptaron la furgoneta de distribución y la sacaron del firme. Su destino era quedar ahí. Pero Juárez hizo lo que nadie esperaba: logró convencer a una grúa y él mismo acudió a rescatar la edición. A las once, El Mañana de Matamoros llegaba a los quioscos. Cinco horas después, dos sicarios irrumpían a cara descubierta en la modesta sede del periódico. “Intenté defenderme con un cuchillo, pero me derribaron. Cuando bajaba las escaleras, me resigné a morir”. Le metieron en una furgoneta y ahí le insultaron, golpearon y amenazaron. Cuando la tortura terminó, Juárez supo que debía abandonar para siempre Matamoros. Se quedó en el periódico hasta las ocho de la tarde y, ya de noche, cruzó la frontera con Texas. Ahora, sentado en un bar de Brownsville, tomando a sorbos lentos una cerveza, se pregunta cuándo se perdió la batalla. “Hace mucho tiempo que dejé de entender”, murmura. En su relato emerge un universo derrotado por la violencia, donde el lenguaje se ha corrompido y a la víctima se le llama abatido, y a los sicarios, civiles armados; donde quienes se atreven a contar lo que ocurre, incluso anónimamente o a través de las redes sociales, son localizados y exhibidos muertos en su propia cuenta de Twitter.
“Tengo la vana esperanza de que algún día se arreglen las cosas y podamos hacer periodismo, porque lo de ahora es pura simulación; los cárteles, las autoridades, la gente lo saben; todos simulan”. A sus 51 años, Enrique Juárez es consciente de que jamás podrá regresar a Matamoros, pero sueña, como cualquier periodista, con volver a informar.
El general confía en la disciplina y la inteligencia, o como él resume con una amplia sonrisa castrense: “Mejor tener dos huevos, que uno”
El general Arturo Gutiérrez García tiene a la muerte por sombra. Desde su cuartel en Ciudad Victoria dirige la ofensiva contra el narco en el Estado más explosivo de México. Su puesto de mando es un fortín de ocho hectáreas, con un muro perimetral de cinco metros de alto, por el que asoma la agreste sierra Maestra. A la entrada, un cartel recuerda a Calderón de la Barca: “Aquí la más principal hazaña es obedecer…”. Esa es la consigna. Cueste lo que cueste. Y cuesta. Su jefe de inteligencia, el coronel Salvador Haro Muñoz, fue liquidado el año pasado a las pocas horas de acceder al cargo. Veinte sicarios, apostados en azoteas, aguardaron el paso de su vehículo para acribillarle. La información sobre su itinerario la proporcionaron subordinados suyos. Meses después otro de sus mandos más próximos, el general Ricardo César Niño Villareal, encargado de la zona norte, cayó a balazos con su esposa mientras conducía sin escolta. Más de 100 casquillos quedaron junto a su coche. “No se dejó cooptar por el narco y acabaron con él”, sentencia el general Gutiérrez.
A él mismo, evangelista y admirador de Benito Juárez, trataron de corromperle. “Pero no lo lograron”. Fue al inicio de su mandato, hace un año, cuando tras abandonar el Ejército pasó a dirigir la Secretaría de Seguridad Pública de Tamaulipas, con el objetivo de crear una nueva policía estatal. Para ello puso a militares de alta graduación al frente de las unidades y, en coordinación con el Ejército, la Marina y la Policía Federal, emprendió una feroz persecución del crimen. Desde entonces, a su juicio, se ha dejado de tocar fondo y la ciudadanía ha vuelto a presentar denuncias. “Si hay autoridad, hay confianza”, dice.
Pero el general no se engaña. Sabe que en un territorio con 17 pasos fronterizos a Estados Unidos, cuna de los dos cárteles más sanguinarios de la historia de México, el fin de la violencia es una quimera. Ahí fuera, más allá de los muros de su fortín, aguarda el enemigo, esa fiera que espanta al mundo y ha convertido Tamaulipas en un humeante cráter de calles abandonadas y miradas huidizas. Con gesto profesional, bajo la luz blanca de su búnker, el general calibra a ese adversario. “Está bien organizado y es muy jerárquico. A los sicarios les une el miedo a ser eliminados, mutilados por sus propios jefes. Vivir en la incertidumbre les cohesiona”. Para enfrentarse a ese ejército bárbaro, Gutiérrez confía en la disciplina y la inteligencia. O como él resume con una amplia sonrisa castrense: “Mejor tener dos huevos, que uno”.
Matamoros, escenario de la guerra entre el cartel del Golfo y Los Zetas y de sus ‘franquicias’ de asesinos, como ‘Los Metros’ o ‘Los Ciclones’
Matamoros es la ciudad más convulsa de Tamaulipas, y este, a su vez, el Estado más peligroso de México. Pero, a diferencia de otros puntos negros, disfruta de una relativa bonanza económica. La región dispone de una poderosa industria manufacturera, da paso al 33% del comercio exterior mexicano, y su PIB per cápita triplica el de Guerrero, escenario de la tragedia de Iguala.
Con 3.300.000 habitantes, tiene dos puertos, cinco aeropuertos internacionales y, lo más importante, 17 pasos fronterizos con EE UU. Esta enorme puerta de entrada, como reconoce el secretario de Gobierno, Herminio Garza Palacios, es su mayor peligro. Los pasos, cruciales para el tráfico de drogas y armas, son el centro de la enloquecida guerra entre el cartel del Golfo y Los Zetas. Un combate que, con la caída de los grandes capos, ha pasado a manos de incontrolables franquicias de asesinos, como ‘Los Metros’ o ‘Los Ciclones’.
La intervención militar decidida en mayo pasado por el presidente Enrique Peña Nieto, aunque apoyada por una mayoría de la población, apenas ha frenado esta espiral. La tasa estatal de asesinatos duplica la media mexicana, y la de secuestros es seis veces superior. “La militarización no ha servido. Disueltas las policías municipales, nadie investiga los delitos comunes. Y el narco sigue extorsionando a la gente. Nadie se les escapa”, dice Guadalupe Correa, profesora de la Universidad de Texas.
“Yo no creo que sean los extraterrestres, es Dios, que nos protege, debe ser Dios que le gusta Tampico”, manifiesta un heterodoxo
Afuera, en medio del bullicio de Semana Santa en Tampico, el vendedor callejero Alberto Fernández vuelve a recordar que la única teoría de lo que pasa aquí no es la de los ovnis. “Yo no creo que sean los extraterrestres, es Dios, que nos protege, debe ser Dios que le gusta Tampico”, les dice. El sol del atardecer está hecho una bola perfecta amarilla, rosa y naranja. El último barco pesquero deja el mar, cae la noche, es momento de mirar hacia arriba y esperar. Vuelve a oírse en una radio ‘Yo le disparé al sheriff’(I shot the sheriff) de Bob Marley…
“Yo le disparé al sheriff,/pero no maté al diputado./Yo le disparé al sheriff,/pero no maté al diputado./En todo mi pueblo natal…/Están tratando de encontrarme./ Dicen que quieren culparme…/del asesinato de un diputado./Por la vida de un diputado./Pero yo les digo que…/Si soy culpable, pagaré./Yo le disparé al sheriff,/pero fue en defensa propia./Yo le disparé al sheriff,/y ellos dicen que es/una ofensa capital.
El sheriff John Brown/siempre me odió./¿Por qué?/No lo sé./Cada vez que planto/una semilla./Me dice que la mate/antes de que crezca./Me dice que las mate/antes de que crezcan./Y así…/ Y así…
Yo le disparé al sheriff,/pero no maté al diputado./Yo le disparé al sheriff,/pero no maté al diputado./La libertad vino hacia mí un día./Y me fui de la ciudad./ De pronto vi al sheriff John Brown,/apuntándome/para matarme./Entonces le disparé,/y lo maté y digo:/Si soy culpable, pagaré.
Yo le disparé al Sheriff, pero/ juro que fue en defensa propia./Yo le disparé al sheriff,/y ellos dicen que es/una ofensa capital./Yo tuve mejores reflejos./Y lo que debe ser/debe ser./Cada día el balde/va hacia el pozo./Algún día el fondo del balde se caerá./Algún día el fondo del balde se caerá”.
La BBC dedica un reportaje a Tampico, en el ‘estado fallido’ de Tamaulipas y la violenta Reynosa, los vecinos se sienten protegidos por extraterrestres desde sus ovnis, ‘I shot the sheriff” canta Bob Marley.
@SantiGurtubay
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