Ninguna autoridad o asociación pude controlar la ola de prostitución masculina que se vive en las principales ciudades de Quintana Roo, donde jóvenes de 17 a 25 años ofertan sus cuerpos por cantidades que van de los 200 a los mil 500 pesos.
En ese contexto, las doctoras Karina Amador Soriano, Lucina Arroyo Arcos y el doctor Romano Segrado Pavón, de la Universidad de Quintana Roo, Campus Cozumel, autores del trabajo de investigación “Turismo Sexual en Cancún”, aseguran que a la prostitución se le considera un trabajo que realiza un conjunto de personas, que a su vez está ligado a problemáticas sociales como enfermedades de transmisión sexual (ETS), drogadicción, alcoholismo, desintegración familiar y, sobre todo, a la explotación de personas, lo cual ha contribuido a que la prostitución sea analizada desde diferentes aristas y a que, con frecuencia, los investigadores discrepen al intentar definirla.
Con una muestra de 12 jóvenes de entre 17 y 29 años, que revelaron brindar un servicio sexual dirigido a varones turistas o residentes a cambio de un pago monetario y quienes se autodefinen como prostitutos, los investigadores concluyen que este tema encierra una serie de elementos importantes y clave en la prostitución, pues el servicio está ligado a la tarifa y al tipo de espacio donde se contacta a los clientes.
LOS DE ANUNCIOS
Con base en los resultados de las entrevistas y las particularidades identificadas, proponen una clasificación en tres grupos de estos jóvenes que se asumen como sexoservidores:
De anuncio en el periódico. Dentro de la oferta, destacan los sexoservidores que se anuncian por medio del periódico. Se distinguen por ser atractivos y bien dotados físicamente, por lo que venden sexo y cuerpo con una tarifa de entre 500 y 3 mil pesos.
El precio se eleva según el trato del prostituto, además de las cosas “extra que el cliente solicite”; por ejemplo, si el cliente quiere hacerlo más de una vez.
Señalan que el cliente es más sofisticado: previamente pueden cenar en un lugar “bien”, tomar un buen vino, y el lugar donde se lleva a cabo el acto no es “cualquier hotel”. Otro dato interesante es que estos jóvenes llegan a ser selectivos con los clientes, es decir, si no son de su agrado (económica o físicamente), ponen alguna excusa o postergan la cita para que ésta nunca llegue.
Los sexoservidores que trabajan para spas o casas de citas tienen una tarifa de mil pesos, de los cuales 50% le corresponde a su administrador. Este tipo de venta de sexoservicio se realiza mediante la intervención de terceras personas, es decir, la o el recepcionista conciertan la cita, el cliente llega a la casa en busca del servicio para consumar el acto en otro lugar o, si lo prefiere, dentro de las instalaciones.
LOS DE LA CALLE
El grupo de sexoservidores de la avenida Tulum o de la calle manejan tarifas inferiores a las anteriores, que van de 200 a 500 pesos mexicanos. En estas citas no hay un límite de tiempo.
El servicio es igual que los anteriores, lo único que marca la diferencia es la ubicación, y por ofrecer sus servicios en la calle se crean una mala imagen que no les permite incrementar la cuota. Se dice que se exponen de manera corriente, por lo tanto sus clientes son de todo tipo.
(FUENTE: LA VERDAD NOTICIAS)