Francisco y Raúl Castro, ‘encuentros en la tercera fase’, el comunista agradeció a Jorge Mario su mediación entre Cuba y EE UU, “Si el Papa continúa así, volveré a rezar y regresaré a la Iglesia”, Fidel escucha atento
Después de pasar 55 minutos juntos y a solas en el Vaticano, el presidente de Cuba, Raúl Castro, declaró este domingo que había agradecido al papa Francisco su mediación en el acercamiento a EE UU y se confesó “muy impresionado por la sabiduría, la modestia y todas las virtudes” de Jorge Mario Bergoglio. Durante un encuentro posterior con el primer ministro italiano, Matteo Renzi, el líder cubano declaró: “Yo me leo todos los discursos del Papa. Si continúa hablando así, les aseguro que volveré a rezar y regresaré a la Iglesia. Y no lo digo en broma”. Castro y Bergoglio prepararon la visita papal a Cuba, prevista para septiembre. Sería la tercera visita de un ‘Sumo Pontífice’ a la isla comunista de Cuba, en apenas 17 años. La primera tuvo lugar en enero de 1998. Juan Pablo II ofició una misa en la Plaza de la Revolución, rodeado de estatuas de José Martí y Ernesto Che Guevara y consignas revolucionarias.
Tuve la suerte de estar presente este ‘encuentro en primera fase’ entre los ‘representantes’ de dos sistemas antagónicos durante la ‘Guerra Fría’, Juan Pablo II y Fidel Castro. Después, ya en marzo del 2012, Benedicto XVI, protagonizó también un ‘encuentro en segunda fase’, esta vez con el hermano de Fidel, Raúl Castro, al estar el Comandante enfermo. No obstante, Fidel, acompañado de su esposa e hijos, vestido de negro, como los jesuitas del ‘Papa Negro’ fundador de la Compañía de Jesús, el guipuzcoano Ignacio de Loyola, fue agasajado por Ratzinguer, en la sede diplomática que la Santa Sede tiene en la capital cubana. Ahora, en septiembre, tendremos el ‘Encuentros en la tercera fase’, donde Francisco, antes de visitar Estados Unidos pasará por La Habana, donde se reunirá con el actual presidente Raúl Castro y el Comandante de la Revolución Cubana, Fidel Castro, quien por cierto fue excomulgado de la Iglesia Católica por el papa Juan XXIII por haber conducido a la isla caribeña al comunismo. Son tiempos de ‘realpolitik’, donde la praxis se impone a las ideologías, o al menos las hace amables. El calendario pone las cosas del querer en su sitio.
Fidel protagonista de los tres encuentros papales, con Juan Pablo II en 1998; en 2012, con Benedicto XV; y con Francisco, en septiembre del 2015
La historia del catolicismo en Cuba comenzó en el siglo XVI, con la conquista española. Durante cuatro siglos hasta la Revolución cubana de 1959, la Iglesia católica había jugado un rol esencial en la vida del país. Las relaciones diplomáticas entre Cuba y el Vaticano comenzaron en 1935. En 1959 los católicos constituían alrededor del 70% de la población. Luego del triunfo de la Revolución cubana, gran parte del clero y de las religiosas, en particular las de origen extranjero, salieron de Cuba en los primeros años de la Revolución. En la década de 1980 hubo una mejora de las relaciones entre el Vaticano y Cuba. El 19 noviembre de 1996 Fidel Castro fue recibido por el papa Juan Pablo II en el Vaticano. En enero de 1998, el Papa realizó una visita pastoral a Cuba. En la misa del Papa en la Plaza de la Revolución de La Habana, cerca de un millón de personas estuvimos presentes. Tras exigir a Estados Unidos el cese del “bloqueo a Cuba”, recalcó la frase ya histórica: “Que Cuba se abra al mundo y el mundo se abra a Cuba”.
El director de ‘Close Encounters of the Third Kinbd’, el estadounidense Steven Spielberg visitó Cuba y fue recibido por Fidel Castro
‘Close Encounters of the Third Kind’ (Encuentros en la tercera fase en España y Encuentros cercanos del tercer tipo en Hispanoamérica) es una película de ciencia ficción de 1977 con guión y dirección de Steven Spielberg, y con actuación de Richard Dreyfuss y François Truffaut. Cuenta la historia de Roy Neary, reparador de líneas eléctricas de Indiana a quien le cambia la vida tras experimentar un encuentro con un objeto volador no identificado, de cuya existencia está al tanto el gobierno de los Estados Unidos, el cual colabora con los ovnis en una especie de equipo internacional de científicos investigadores.
‘Close Encounters of the Third Kind’ fue un proyecto tras el que Spielberg llevaba mucho tiempo. A finales de 1973 ya había acordado con Columbia Pictures la filmación de una película de ciencia ficción. El rodaje comenzó en 1976. El filme se estrenó en noviembre de 1977 con gran éxito financiero y buena crítica. El filme tiene un enfoque personalista, desde la óptica de tres personajes afectados por el tema de diferente forma (el hombre común que tiene un encuentro, la madre que padece la abducción de un hijo y el científico apasionado por el tema).
En el desierto de Sonora, el científico francés, investigador del fenómeno ovni, Claude Lacombe y su traductor estadounidense David Laughlin entre otros científicos investigadores gubernamentales, descubren un escuadrón aéreo perdido de la Segunda Guerra Mundial. Los aviones están intactos y operativos, pero no hay rastro de los pilotos. Un carguero, el Cotopaxi, desaparecido en el Triángulo de Las Bermudas, aparece en mitad del desierto de Gobi. Un avión es perseguido por un objeto brillante que el piloto no sabe cómo describir.
Entretanto, Roy Neary, empleado de la compañía eléctrica, investiga un apagón cuando su camioneta se detiene y le inunda una fuerte luz procedente del cielo. Experimenta un encuentro cercano con un O.V.N.I. De inmediato Roy se ve en medio de una persecución policiaca que va a la caza de cuatro ovnis. Tras esta experiencia, Roy queda fascinado por los ovnis, con gran consternación de su esposa, Ronnie. Roy se vuelve incrementalmente obsesionado con extrañas cinco notas musicales e imágenes mentales con forma como de una montaña y comienza a modelarlas. Jillian también se obsesiona con la creación de bocetos de esa montaña única. Poco después, ella es aterrorizada en su casa por un encuentro con un ovni, encuentro en el cual Barry, su pequeño hijo, es abducido por seres poco distinguibles a pesar de los esfuerzos que hizo para proteger su casa.
Mientras tanto, el aumento en la conducta errática de Roy provoca que Ronnie lo deje, llevándose a sus tres hijos con ella. Estando desesperado, Roy ve de reojo un programa de noticias en la televisión sobre el descarrilamiento de un tren cerca de Devils Tower en Wyoming. Allí se da cuenta de que la imagen mental que lo molestaba es real. Jillian ve la misma transmisión, de modo que ella y Roy así como otros muchos con la misma experiencia, se encaminan hacia el sitio…
El director de cine Steven Spielberg habló sobre política, historia, el medio ambiente, los intercambios culturales entre Cuba y Estados Unidos y otros temas durante una reunión de ocho horas con el presidente Fidel Castro que terminó en las primeras horas de la madrugada de un martes de noviembre del 2002. Miembros de la delegación de Spielberg dijeron que las conversaciones entre el cineasta norteamericano y el dirigente cubano comenzaron durante una recepción iniciada a las 6:15 de la tarde del lunes y concluyeron alrededor de las 2:30 de la madrugada del martes. Era algo habitual en la agenda del Comandante. En ocasiones, nos topábamos cuando íbamos a trabajar a la redacción de la revista Mar Caribe, a primeras horas de la mañana, con la comitiva de Fidel, en la Quinta Avenida de La Habana.
El director de ‘Jaws’ (Tiburón) llegó por invitación del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos como parte de un intercambio cultural con jóvenes cineastas cubanos. El ICAIC organizó además un festival de películas de Spielberg como homenaje al visitante, que incluye ocho de sus largometrajes, entre ellos ‘E.T. the Extra-Terrrestrial’ (E.T. el Extraterrestre), ‘Raiders of the Lost Ark’ (Cazadores del arca perdida), ‘Empire of the Sun’ (El imperio del sol) y ‘Schindler’s List’ (La lista de Schindler). No faltó ‘Encuentros en la tercera fase’.
Francisco y su ‘milagro’ del pasado 17 de diciembre, EE UU y Cuba se reencontraron después de medio siglo de conflicto que dividió América
La reacción de Raúl Castro tras conocer a Francisco fue muy parecida a la de Barack Obama tras su visita al Vaticano en marzo de 2014. “El Papa nos desafía”, dijo entonces el presidente de EE UU, “nos pone ante los ojos el peligro de acostumbrarnos a la desigualdad. Y su autoridad moral hace que sus palabras cuenten. La suya es una voz que el mundo debe escuchar”. La visita de Obama consagró el liderazgo mundial de Jorge Mario Bergoglio, pero hubo que esperar hasta el 17 de diciembre para descubrir hasta qué punto el primer Papa latinoamericano estaba dispuesto a poner la diplomacia vaticana al servicio de la paz y el diálogo. En aquella jornada histórica en la que los presidentes de Estados Unidos y Cuba se declararon dispuestos a dejar atrás el conflicto que dividió América durante medio siglo, uno y otro destacaron públicamente la labor mediadora de Francisco. Ahora, la visita de Castro a Roma viene a confirmar que el camino de la reconciliación, aunque lento y difícil, sigue abierto.
Tras su encuentro privado y el habitual intercambio de presentes ante las cámaras -Castro entregó al Pontífice un cuadro inspirado en el drama de la emigración y el Papa le regaló un medallón que representa a San Martín de Tours, patrón de Buenos Aires, regalándole su capa a un pobre-, el presidente de Cuba se despidió del Papa con un largo apretón de manos. La reunión, según confirmaron ambas partes, sirvió para preparar la visita del Pontífice a Cuba, prevista para el próximo mes de septiembre, en las vísperas del viaje que el 22 de septiembre iniciará a EE UU y que lo llevará a Washington, Nueva York y Filadelfia. Lo que no ha trascendido aún es si el Papa estará solo un día y solamente en La Habana o si, por el contrario, permanecerá más tiempo en la isla con el objetivo de visitar otras ciudades.
Raúl se declaró “jesuita como el Papa” porque siempre había estudiado en colegios de la Compañía de Jesús y había escuchado muchas misas
Por parte del Vaticano hay mucho interés en conocer si el Gobierno de Cuba está dispuesto a permitir -e incluso a favorecer- el libre acceso de la población a los actos religiosos en los que participe Francisco. Castro prometió este domingo en Roma asistir a “todas las misas” que Bergoglio oficie e incluso se declaró “jesuita como el Papa” porque siempre había estudiado en colegios de la Compañía de Jesús y había escuchado muchas misas a lo largo de su vida. Aun así, fuentes de la Secretaría de Estado temen que las autoridades cubanas, en un momento de transición tan delicado como el actual, quieran aprovechar la visita del Papa para lanzar el mensaje de que la revolución, aunque dispuesta a modernizarse, sigue manteniendo el control del país.
“Los viajes de los papas a Cuba”, subraya un alto cargo de la Secretaría de Estado vaticana, “siempre han sido muy delicados, un juego de equilibrios entre el Gobierno revolucionario y la Santa Sede. Hasta ahora, el interés de la Iglesia era permanecer en la isla para favorecer, casi siempre de forma invisible, alguna apertura, algún diálogo con la oposición. De pronto, gracias a esos cimientos y al aliento del Papa y de Barack Obama, la historia parece próxima a cambiar. Pero, por eso mismo, tenemos que ser más cautelosos, más respetuosos con un régimen que no aceptaría aparecer como un derrotado”, apunta el alto cargo.
Raúl Castro ya estuvo en el Vaticano en 1997. Como ministro de Defensa y candidato a suceder a su hermano Fidel, visitó a Juan Pablo II en Roma para preparar la histórica visita de Karol Wojtyla a la isla en enero de 1998. “Que Cuba se abra al mundo y el mundo se abra a Cuba”, pidió entonces el papa polaco. Esa apertura mutua, tanto tiempo soñada -sobre todo por los cubanos, principales damnificados del régimen comunista y del embargo o bloqueo impuesto a la isla por Estados Unidos desde principios de los años sesenta-, se está produciendo por fin.
Francisco: “Negociar la paz requiere más valor que hacer la guerra. Hace falta mucho valor para decir sí al diálogo y no a la violencia”
Barack Obama y Raúl Castro parecen dispuestos a poner la firma bajo una frase que el papa Francisco suele repetir: “Negociar la paz requiere más valor que hacer la guerra. Hace falta mucho valor para decir sí al diálogo y no a la violencia”. Para ser un hombre de paz, el papa Francisco tiene muchos frentes abiertos. Su labor mediadora entre EE UU y Cuba, de la que apenas se conoce una mínima parte, supone solo la faceta más amable y exitosa de un empeño diplomático muy amplio y complicad
Al poco de llegar al Vaticano -donde dos años después siguen desconcertados por su forma personalista de ejercer el poder-, Jorge Mario Bergoglio pidió a Pietro Parolin, su secretario de Estado, un hombre prudente con gran experiencia internacional, que engrasara la vieja y potente maquinaria diplomática del Vaticano. Si durante los últimos años la Curia solo había guerreado contra sí misma, ahora había que salir al mundo para poner en práctica el Evangelio.
Su primer objetivo, tan difícil que algunos lo tomaron por un loco o un incauto, fue reunir a israelíes y palestinos en el Vaticano para rezar juntos por la paz. Lo hizo después de un viaje a Tierra Santa en el que se conmovió ante el muro de los sufrimientos mutuos. “Construir la paz es difícil”, dijo el Papa, “pero vivir sin ella es un tormento”. Mientras espera que aquella semilla germine en una tierra tan estéril, Bergoglio y sus cascos azules de la fe -monjas y curas perdidos en los rincones más lejanos del planeta, con acceso a lugares e información inalcanzables para los mejores servicios de información- parecen dispuestos a combatir la noble guerra de la paz…
Será difícil que algún logro futuro de Barack Obama sea tan emblemático como la caída del telón de acero del Caribe
La colaboración diplomática entre Jorge Mario Bergoglio y Barack Obama se extiende mucho más allá de Cuba, aunque será difícil que algún logro futuro sea tan emblemático como la caída del telón de acero del Caribe. Aquel día del pasado mes de marzo en que el presidente de Estados Unidos y el papa Francisco se encerraron a solas durante casi una hora en el Vaticano forjaron una alianza que incluye asuntos tan sensibles y tan distantes como el cierre de la base de Guantánamo, la reforma migratoria, Venezuela, la colaboración de Turquía en la lucha contra el terrorismo yihadista o la turbulenta situación de Oriente Próximo. De aquel encuentro solo trascendió la buena química entre ambos y aquellas palabras con las que Obama consagraba el liderazgo político del Papa -la suya es una voz que el mundo debe escuchar”-, pero entre bambalinas se confabularon para que sus respectivos secretarios de Estado, John Kerry y Pietro Parolin, trabajaran codo con codo, casi a diario, en la solución de los conflictos más urgentes.
El arrojo del papa Francisco, su disponibilidad a meterse en charcos sin calibrar su profundidad, hicieron el resto. Jorge Mario Bergoglio envió cartas personales a los líderes estadounidense y cubano, ofreció el Vaticano como punto neutral de encuentro -unas veces público y otras bajo el radar de la prensa-. Y todo, en el más absoluto silencio. Solo después de que Barack Obama y Raúl Castro, uno desde Washington y otros desde La Habana, pero con apenas dos minutos de diferencia, agradecieran la mediación del papa Francisco en el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba, la secretaría de Estado del Vaticano difundió un comunicado en el que confirmaba que “en el curso de los últimos meses” Jorge Mario Bergoglio había escrito a ambos líderes “invitándolos a resolver cuestiones humanitarias de común interés, como la situación de algunos detenidos”.
La relevancia histórica de la noticia vuelve a poner el foco sobre el liderazgo mundial del papa Francisco. Aquel día de marzo, Obama lo resumió en un párrafo: “Él nos desafía. El Papa nos pone ante los ojos el peligro de acostumbrarnos a la desigualdad. Y su autoridad moral hace que sus palabras cuenten. Con una sola frase, él puede focalizar la atención del planeta”. Y ha sido esa autoridad moral, aliada con la capacidad de la diplomacia vaticana para llegar a los rincones más recónditos del planeta, la que ha desempeñado un papel relevante en el acercamiento de Estados Unidos y Cuba.
Pero no solo. De hecho, como explica una fuente de la secretaría de Estado del Vaticano, durante los últimos meses EE UU ha pedido que el Vaticano medie en un buen número de asuntos. Para rebajar la tensión entre el Gobierno de Nicolás Maduro y la oposición. Ahí es donde monseñor Pietro Parolin, exnuncio en Venezuela, ha puesto más en juego sus dotes de diplomático. No solo para evitar un enfrentamiento civil, sino para alejar la posibilidad de que la caída en el caos de Venezuela pudiese arrastrar a Cuba. Los esfuerzos del eje Kerry-Parolin se centraban en convencer a Maduro de que orientase su revolución bolivariana a un modelo más suave, más integrador, más parecido al de Evo Morales.
También Obama, más débil que nunca, pensó que su aliado Bergoglio podía echarle una mano en los asuntos domésticos más peliagudos: el cierre de Guantánamo y la reforma migratoria. El Vaticano, según las mismas fuentes, está intentando que algunos Gobiernos mundiales sobre los que tiene gran predicamento acepten grupos de antiguos presos yihadistas y, en paralelo, trata de mediar ante los republicanos estadounidenses para que la reforma migratoria -de la que se beneficiarían miles de familias, muchas de ellas católicas- pueda salir adelante…
Francisco y Raúl Castro, ‘encuentros en la tercera fase’, el comunista agradeció a Jorge Mario su mediación entre Cuba y EE UU, “Si el Papa continúa así, volveré a rezar y regresaré a la Iglesia”, Fidel escucha atento.
@SantiGurtubay
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