Nadie se explicaba cómo era que los tiburones navegaban el enorme océano sin tener la menor referencia. Sin embargo, ahora hay evidencias de que tal vez siguen a su nariz.
Según un nuevo estudio, los tiburones utilizan el sentido del olfato para trazar un camino en las aguas siempre cambiantes de los mares profundos.
Muchos escualos realizan viajes épicos: el gran tiburón blanco se desplaza continuamente entre Hawái y California, y el cailón salmonero (o tiburón salmón) migra entre la costa de Alaska y el Pacífico subtropical.
Algunos investigadores aventuraron la hipótesis de que los animales navegan monitoreando pistas de olor o el campo magnético de la Tierra, pero no había sido confirmada.
En nuevos experimentos cerca de San Diego, un equipo de científicos transportó tiburones leopardo salvajes a unos 10 kilómetros de su territorio preferido, les colocaron dispositivos de rastreo, y taponaron con algodón las fosas nasales de algunos de esos ejemplares.
Solo 30 minutos después de liberarlos en la dirección contraria, los tiburones en pleno uso de su nariz “dieron una vuelta correctiva en U y regresaron directamente a la costa”, dice el líder del estudio, Andrew Nosal, investigador postdoctoral de la Institución de Oceanografía Scripps y el Acuario Birch de La Jolla, California.
En cambio, los escualos con las narices obstruidas “parecían perdidos”, merodeando sin rumbo y nadando más despacio que los compañeros que podían oler libremente, señala Nosal.
Olfatean su hogar
Para probar el sentido de dirección de los tiburones, Nosal y sus colegas capturaron varias docenas de tiburones leopardo, una especie pequeña que puede encontrarse en toda la costa desde el estado de Washington hasta el norte de México.
Los peces que atraparon –todos, hembras adultas- medían en promedio apenas 1.5 metros de largo, pero “dieron buena batalla”, asegura Nosal.
Después de obstruir las fosas nasales de algunos animales, los científicos los llevaron en un crucero hasta aguas más profundas, donde los liberaron, sanos y salvos.
Incluso los tiburones con fosas nasales taponadas lograron recorrer parte del camino de regreso a la costa antes que sus dispositivos de rastreo se desprendieran, informaron los científicos en la edición de enero 6 de la revista PLOS ONE.
Sin embargo, los escualos con narices destapadas “siguieron rutas muy directas” para regresar a casa.
La hipótesis de Nosal es que los tiburones olfatearon moléculas químicas que se encuentran en dosis cada vez más altas al aproximarse a tierra.
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Solo el primer paso
Con todo, otros científicos no están convencidos.
Quizás los animales con fosas nasales obstruidas “estaban confundidos por el hecho de que tenían algo metido en la nariz”, señala Kim Holland, bióloga marina de la Universidad de Hawái en Manoa.
También es improbable que los animales siguieran un olor que se volvía más intenso cerca de tierra firme, agrega Jayne Gardiner, bióloga sensorial de New College, Florida.
En su opinión, es posible que los tiburones olfatearan algo procedente de tierra que llamó su atención, y después siguieran otras pistas hasta sus territorios habituales, como la temperatura del agua o los niveles de luz.
Los animales que no podían usar el olfato aún así regresaron a la playa, lo que “sugiere que otra cosa estaba guiándolos”, concluye.
Nosal responde que los tiburones con algodón en las fosas nasales comían de buena gana, lo que sugiere que una nariz congestionada no les molesta gran cosa.
Y concuerda en que los tiburones usan diversos marcadores para encontrar su camino, “pero el tema es que [el olor] participa en la navegación”, insiste.
“Nuestro estudio es solo el primer paso para resolver este misterio”.
Fuente: National Geographic