Cuando se habla de la participación de las mexicanas en la lucha independentista, el inevitablemente referente es Josefa Ortiz Tellez-Girón, de quien se sabe que era esposa del Corregidor de Querétaro (por eso la conocemos como Josefa Ortiz DE Domínguez, porque desde el discurso histórico oficial, ella era propiedad de su esposo), que ponía su casa para que ahí se reunieran. LOS conspiradores y que mandó a un mensajero a avisarle a Hidalgo y a Allende que ya se había descubierto la conspiración independentista. El patriarcado la eligió a ella para quedar visibilizada en la historia, pero no como la líder y luchadora social que fue, sino como la esposa que atendía a las visitas.
Luego de muchos años de pertenecer a círculos sobre la Ilustración, fue Josefa Ortiz quien logró convencer a su esposo Miguel Domínguez de sumarse a dichos grupos. Fue ella quien sumó a su marido a la causa independentista, y cuando las autoridades virreinales sospecharon sobre la existencia de una conspiración en Querétaro, el primero en desistir fue su esposo el Corregidor, quien intentó hacer que Josefa abandonara también las reuniones conspiratorias.
Ella no sólo se mantuvo firme con la causa, sino que se confrontó con su marido y se escapaba cuando él la encerraba en su casa para que no siguiera conspirando. Inclusive, la razón por la cual mandó un mensajero al cura Hidalgo en lugar de ir ella, fue precisamente porque estaba encerrada bajo llave cuando se percató de que les habían descubierto.
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Otra mujer que también ha sido visibilizada por la historia oficial es Leona Vicario, aunque la primera referencia de ella es que fue «esposa de Don Andrés Quintana Roo». Lo que de Leona se ha difundido es que «huyó para casarse con sus esposo a quien apoyaba en su lucha por la independencia».
Es decir, una mujer más que trascendió bajo el superficial argumento de ser una buena esposa. Masivamente, nada se dice sobre su lucha como insurgente incluso en el campo de batalla, sobre el financiamiento de su propio bolsillo al movimiento independentista, ni siquiera sobre su labor invaluable como periodista y la manera en que burlaba los retenes militares con la prensa escondida bajo una enorme falda.
Las mujeres hemos participado en todos los movimientos sociales y acontecimientos históricos de éste y de todos los países, sólo que la historia oficial, ésa que escriben los vencedores (en este caso el patriarcado) ha invisibilizado o en su defecto estereotipado la participación femenina.
La lucha por la independencia de México contó con múltiples héroas cuyos nombres han ido apareciendo paulatinamente.
Las historiadoras Luz Espinoza y Laura Martínez Alarcón han rescatado diversas historias de las independentistas mexicanas, tales como Mariana Rodríguez del Toro, una independentista liberal que conspiró contra el gobierno virreinal. A pesar de haber sido encarcelada y amenazada de muerte, Mariana no delató a ningún miembro de su grupo, y permaneció en prisión muchos años. Al final, su nombre quedó escrito en letras de oro en el Salón de Sesiones del Congreso.
Ambas historiadoras destacan también a Ana Yraeta, quien fundó «Las patriotas Marina», la primera organización femenina secular conocida en la ciudad de México. Este grupo estuvo integrado por alrededor de 2 mil 500 mujeres, quienes no combatieron en el campo de batalla, pero espiaban en los círculos masculinos cercanos al virrey. Muchas de ellas fueron ejecutadas, encarceladas, privadas de sus bienes y deportadas por sus actividades.
Otra destacada independentista fue Gertrudis Bocanegra, estratega que peleó cuerpo a cuerpo por la causa en lo que hoy es Michoacán. En la etapa de resistencia de la guerrilla insurgente, Bocanegra fue enviada a Pátzcuaro para ayudar a la toma de la ciudad por parte del grupo rebelde. Sólo que fue descubierta y apresada por el ejército real, quien la torturó para que delatara a otros participantes de la guerrilla, pero Bocanegra se negó siempre a dar información a los españoles y finalmente fue fusilada.
Entre los grupos ilustrados subversivos que comenzaron a operar a partir de 1808, destaca «Los Guadalupes», al cual no sólo perteneció Leona Vicario, sino también varias aguerridas periodistas y combatientes como Antonia Peña, Margarita Peimbert y Luisa Martínez.
Este espacio resulta insuficiente para relatar la invaluable participación de la independencia de México de María Soto la Marina (quien luchó junto a Francisco Javier Mina), de María Ignacia Rodríguez de Velasco (la famosa «Güera Rodríguez», consumadora de la independencia), de nuestra héroa local Altagracia Mercado (originaria de Huichapan, en donde financió y encabezó un ejército), Mariana Anaya, Petra Arellano, Francisca Torres, Antonia Ochoa, Dolores Basurto y su hija Margarita, Carmen Camacho, María de Jesús Iturbide, Antonia García, María Andrea «la Campanera», Juana Villaseñor, Josefa Sixtos y muchas otras héroas que nos dieron Patria y Libertad.
Fuente: Milenio noticias