Cada día nos vemos asaltados por múltiples estímulos que capturan nuestros sentidos. Proteger nuestra capacidad de atención es fundamental.
Caminas por la ciudad y tu atención se ve atraída por los carteles publicitarios en las paredes, en las paradas de autobús; están también los escaparates. Y, por supuesto, la música de tu móvil llenándote los oídos, las llamadas y los mensajes de los amigos. No va a ser fácil que reflexiones sin interrupciones o, simplemente, que saborees la luz de este espléndido día…
Cómo mejorar nuestra capacidad de atención
- Sé consciente de que te mueves en una cotidianidad llena de “ladrones de atención”. Y que sin un mínimo de esfuerzo y vigilancia, tu capacidad de atención se verá reducida.
- Evita hacer varias cosas al mismo tiempo. Utiliza los momentos de espera (en la consulta del médico, en una fila) para centrarte en tu cuerpo o tu respiración, o para mirar el cielo, en lugar de hacer una llamada, jugar con el móvil, escribir un wasap o leer.
- Regularmente, toma una comida solo, sin hablar, sin leer, sin radio ni tele. Deja que tu atención se dirija a los alimentos, a su apariencia, su gusto, a la habitación en la que te encuentras.
- Cada vez que notes que tu mente “se dispara en todas las direcciones”, dedica treinta segundos a permanecer sentado con los ojos cerrados, el tiempo de centrar la atención en diez movimientos respiratorios.
- En la medida de lo posible, organiza la jornada para que, durante dos o tres horas consecutivas, no estés expuesto a interrupciones digitales (teléfono, Internet…). Evita tener permanentemente música en los oídos.
- En las actividades que requieran una atención constante, no sufras, pero elige tú mismo los momentos en los que va a haber interrupciones (consulta los e-mails solo cada hora, deja el asiento y desentumécete cada media hora…).
- Tómate tiempo para saborear los buenos momentos de forma “animal”: frente a un cielo hermoso o el canto de un pájaro, en lugar de pasar rápidamente a otra cosa después de decir “Es bonito”, detente a paladearlo, sin palabras ni pensamientos.
- Practica regularmente una técnica de meditación. Será una isla en tu día a día que te ayudará a proteger tu capacidad de atención.
Vivimos pendientes de todo
En el trabajo, enciendes el ordenador para redactar un informe, pero hay que responder también a los e-mails, y en tiempo real porque cuando llega uno nuevo, tienes que abrirlo, nunca se sabe, puede ser urgente. Y responder al teléfono.
De repente, suspiras pensando en un lugar tranquilo, sin interrupciones incesantes, donde podrías relajarte o trabajar mejor. ¿Existe un lugar así, en un entorno donde todo parece hecho para captar y sacudir nuestra atención?
La atención es la capacidad de nuestra mente para dirigirse deliberadamente a un objeto preciso, elegido, y permanecer fija en él tanto tiempo como deseemos. En el mundo animal, esta capacidad mental es indispensable para la supervivencia, pero también es importante para los humanos: está asociada a nuestro rendimiento intelectual, así como a nuestro bienestar emocional.
El problema es que hoy, tal como indican numerosos estudios, esta capacidad está perturbada y amenazada. La atención se ve sometida a más presiones que nunca, hasta el punto de que algunos hablan de “ataques a la atención” o “robos de atención”.
Nuestro entorno cotidiano, en efecto, ha cambiado mucho: ya no se compone solo de elementos naturales, sino que en su mayor parte se ha hecho artificial y, por lo tanto, está sometido a nuevas influencias (anuncios publicitarios, pantallas, producciones de música…) a las que nuestro cerebro no ha tenido aún tiempo de adaptarse.
La presión sobre la atención está vinculada, en primer lugar, a la llamada sociedad materialista.
En este mundo de excesos hay más productos para vender que compradores y la competencia es feroz: es necesario “atrapar la vista” y, sobre todo, el cerebro del cliente potencial de manera incesante y eficaz.
Existe, además, una hiperconexión de individuos: Internet, los teléfonos móviles o las herramientas destinadas al vínculo social, como Facebook, conllevan un incremento de las solicitudes de interacción.
Más atención, más bienestar emocional
Es vital que nos protejamos de estas “contaminaciones” de la atención por dos razones. Una buena razón para hacerlo es mantener el buen funcionamiento de nuestra mente: reflexionar (y no solo reaccionar) exige calma y una atención profunda. Ya sea sobre la vida o el trabajo, no podremos llevar a cabo correctamente una reflexión si no es así.
Los estudios muestran que si trabajamos en un entorno lleno de interrupciones, los errores se multiplican, la creatividad disminuye y los pensamientos se hacen cada vez más breves y superficiales.
Otro buen motivo es nuestro bienestar emocional: varios estudios, entre ellos uno reciente de la Universidad de Harvard, han mostrado que el vagabundeo de la mente está asociado a menos emociones positivas y más emociones negativas.
Esto se explica por varios factores: la dispersión aumenta la insatisfacción y la frustración (el sentimiento de no ir al fondo de las cosas), y las demandas de contacto nos agotan (un agotamiento enmascarado por la excitación ligada a la sobreestimulación); además, el bienestar duradero está vinculado a menudo con la concentración en lo que hacemos (gracias al sentimiento de dominio y control).
La protección de nuestra capacidad de atención se ha convertido en una de las claves de nuestro bienestar. Esto explica, sin duda, que las técnicas de meditación estén de moda: uno de sus componentes implícitos es el entrenamiento regular de la atención, dirigiéndola a la respiración, a la postura, a un mantra….
Fuente: cuerpomente.com