Desear no es gratis. A veces las cosas son como son y no como nos imaginábamos. Encajarlas tal cual puede no ser una tarea fácil. Entonces aparece el autoengaño y la depresión.
En muchos casos de depresión hay de fondo un autoengaño; nos negamos a aceptar la realidad tal y como es, y eso nos lleva irremediablemente a la frustración. Superar esas quimeras es madurar y encontrar por fin una serenidad real y duradera.
Conozco un relato precioso compilado por Jorge Luis Borges en su Antología de la Literatura Fantástica que muestra, de una manera creativa y divertida, mucho de lo que hemos tratado de transmitir en estas páginas. Se refiere al hecho de que las personas solemos vivir en un mundo exageradamente poblado de fantasías.
TESTIMONIO
Este exceso de fantasía, cuando reemplaza a la realidad, cuando nos impide afrontar nuestro presente y tomar las riendas de nuestra vida, nos concede cierto bienestar momentáneo, pero al mismo tiempo nos desarma frente a los retos del mundo.
Anhelar tiene un precio
Al contrario de lo que se podría pensar, desear no es gratuito. Hay que ir con cuidado con lo que se desea, porque anhelar más de lo que se puede conseguir o de lo que uno está dispuesto a lograr con su esfuerzo es abrir la puerta a la frustración. Y de la frustración a la depresión no hay mucha distancia.
ACEPTAR LAS PÉRDIDAS
Este breve cuento pertenece al famoso etnólogo inglés James George Frazer y podríamos decir que es una variación sobre la famosa idea de que los dioses, cuando quieren castigarnos, conceden nuestros deseos.
El cuento de los deseos cumplidos
Dice así: “Cerca de Oldenburg, en el Ducado de Holstein, había una dama que comía y bebía alegremente y tenía cuanto puede anhelar el corazón, y que deseó vivir para siempre. Durante los primeros cien años todo fue bien, pero después empezó a encogerse y arrugarse, hasta que no pudo andar ni estar de pie ni comer ni beber. Pero tampoco podía morir.
Al principio la alimentaban como si fuera una niñita, pero llegó a ser tan diminuta, que la metieron en una botella de vidrio y la colgaron en la iglesia de la ciudad. Todavía está allí, en la iglesia de Santa María, en Lübeck. Es del tamaño de una ratita y una vez al año se mueve.”
MANTENER LA ILUSIÓN
Saber estar triste, decíamos antes, paradójicamente nos protege de la depresión. Y esto es así porque saber estar triste es aceptar que las cosas no siempre salen como uno desea, ni uno puede estar en todo momento alegre o esperanzado. También esa faceta de nuestra personalidad nos es propia y necesariamente deberemos convivir con ella y aprender sus lecciones.
La verdad ante todo
Deprimirse es, muchas veces, la forma que adquiere nuestra actitud de negarnos a admitir, simplemente, que “aquello que es” es y que solamente podremos atravesarlo si previamente aceptamos plena y cabalmente la verdad de su existencia.
El viejo aforismo bíblico de que “sólo la verdad os hará libres” cobra aquí una nueva dimensión al asegurarnos que solo a partir de la aceptación de los hechos que la vida nos trae podremos liberarnos del dolor de la depresión.
Además de tener esto presente en todo lo que emprendamos, las siguientes actitudes nos ayudarán a prevenir y superar la depresión:
SIMILITUDES Y DIFERENCIAS
- Mantente emocionalmente presente frente a tu propio sufrimiento todo lo que te sea posible y confía en tu capacidad de obtener el fruto de sostener esa conciencia.
- Trátate bien, sé paciente con tu propio proceso, alimenta la fe en las posibilidades de tu desarrollo personal.
- Respeta tu tiempo, tu ritmo y estimula el incremento de tu poder personal.
- Recuerda que el otro es otro con su vida y aspiraciones, que la vida no dura para siempre, que los ideales nunca se cumplen exactamente como los habíamos imaginado.
- Descansa y juega todo lo que necesites. Repito: descansa y juega.
- Pide y acepta las atenciones, cuidados, ayuda y contención que requieras.
- Mantén la fe en aquello que está más allá de nosotros mismos, sea lo que sea que eso pueda significar para ti.
Fuente: cuerpomente.com