El Yin Yoga que enseña Kathy Páez complementa muy bien a otros estilos de yoga más yang que se practican hoy día. Potencia nuestro lado yin flexibilizando el tejido conectivo y creando espacios de calma y de silencio.
Kathy Páez es pionera en la introducción de los estilos Yin Yoga y Vinyasa Yoga en España. Nacida en Costa Rica, se inició en el yoga al trasladarse a vivir a nuestro país en el año 2000 y, fascinada por los beneficios internos que le reportaba, en unos años empezó a enseñarlo.
En 2007 una formación en Chicago con Paul Grilley, profesor de Yin Yoga, revolucionó su práctica y le hizo tomar un camino que ya no ha abandonado. Ha estudiado también con Sara Powers (Yin & Yang Yoga), Baba Hari Dass del Centro Mount Madonna (Ashtanga clásico Patanjali), Kamalesh (Ashtanga Clásico) o Shiva Rea (Vinyasa flow).
Durante varios años estudió, además, sánscrito en la Universidad de Barcelona. Hoy vive en California con su marido, su bebé y su chihuahua.
KATY PÁEZ: BAJAR EL RITMO CON UN YOGA MÁS YIN
El Yin Yoga que enseña Kay Páez es un estilo de yoga taoísta en el que se practican posturas de Hatha Yoga de una forma mucho más tranquila e introspectiva que los estilos de yoga que más triunfan hoy en día, que tienen un componente más yang. Para potenciar nuestro lado yin este yoga insiste en la relajación muscular durante las posturas, que se mantienen durante más tiempo.
—¿Cómo es el Yin Yoga?
—En su parte más yin (porque también tiene un lado yang) los músculos están relajados y las posturas se sostienen durante largo tiempo, desde un minuto hasta siete o más.
A nivel físico, el trabajo es muy diferente de un estiramiento, en el que los músculos se ponen en tensión, como si tiráramos de una gomita. Aquí se incide en el tejido conectivo o fascia.
Resulta paradójico, pero el trabajo en reposo lleva a una mayor fluidez en el movimiento corporal.
—¿Qué otras características tiene?
—El Yin Yoga tiene en cuenta que lo recomendable para una persona no necesariamente lo es para otra. Por eso en estas prácticas yin todo es variable, desde el tiempo que se mantienen las posturas hasta el alineamiento, que se ajusta a cada esqueleto.
—¿Fue eso lo que te atrajo del Yin Yoga?
—Cuando practicaba estilos yang, mi actitud con la práctica también era yang: quería llegar a un fin, cumplir algo, cambiar algo en mí. Hacía Ashtanga Vinyasa Yoga y Hatha Yoga dinámico. Mi estado energético era irónicamente bajo y me dolía todo el cuerpo.
Una amiga yoguini me prestó el DVD de Paul Grilley Yin Yoga, The Foundation of a Quiet Practice. Me comentó que quizás me ayudaría con los dolores. La práctica me impresionó por lo simple que era. Era simple en la forma y a la vez muy profunda en la experiencia.
Sentía cosas que en mi práctica yang (dinámica, rítmica) no llegaba a sentir. También me relajaba más y curiosamente me movía con más facilidad al completar las sesiones. Mi energía, aunque al finalizar la sesión era somnolienta, de repente rebotaba y me encontraba más despierta y alegre.
—¿Para quién puede ser interesante una práctica yin?
—Para todo aquel que lleve una vida ajetreada. Vivimos con un exceso de energía yang, en un mundo repleto de cosas que hacer y en el que priman los resultados cuantificables, rápidos y visibles, y necesitamos educarnos en el arte del descanso y darnos el permiso de no hacer.
Lo esencial del Yin Yoga es que da valor a los espacios de silencio y quietud que nos nutren. Con este tipo de práctica se experimenta la dulce rendición de soltar: soltar las metas, soltar el ego…
—Una vez más, se trata de equilibrar el yin y el yang…
—Exacto. El yoga lo vivo como algo más allá de lo físico. Lo siento como una danza interna constante entre hacer y no hacer, una inteligencia intuitiva que te permite entender en qué momentos es más apropiada una cosa u otra.
El yoga me ayuda a crear la vida que necesito y vivir la vida que se me ha dado.
—¿Por qué el Yin Yoga no es un estilo tan popular como el Ashtanga o el Vinyasa?
—No sabemos no hacer, y por eso muchas veces no sabemos ni sentir. Muy pocos meditan, a pesar de ser uno de los pilares del yoga. El propósito original del yoga era la introspección, la meditación… Solo así se podía recibir mensajes de los seres divinos.
Cuando dormimos, la profundidad con la que descansamos es la que nos da la claridad y la eficiencia con las que luego podemos hacer, cumplir y completar nuestras tareas del día.
—¿Qué potencial tiene? ¿Lo veremos crecer en el futuro?
—La gente empieza a sentirse atraída por la meditación. Y el yoga vive un boom. Así que el momento del Yin Yoga llegará, no lo dudo, si es que no está llegando ya.
De todos modos, se trata de una práctica complementaria de las yang. Es muy positivo que cada vez haya más escuelas de yoga que estén incluyendo una o dos clases a la semana de Yin Yoga. Ayuda a que la gente entienda que todo es cuestión de equilibrio.
—¿Qué aconsejas a quien quiera iniciarse en el Yin Yoga?
—Según la persona, puede irle mejor empezar con una práctica más yang, manteniendo menos tiempo las posturas y con algún movimiento rítmico previo. Lo ideal es probar con varios profesores para ver qué estilo se adapta mejor a uno.
Es fundamental no aplicar un principio yang a una práctica yin, pensando que hay que mantener como sea la postura durante el tiempo sugerido. Un buen profesor debe hacerte saber que lo que cuenta es tu experiencia con tus sensaciones.
Fuente: cuerpomente.com