Los debates que se dan actualmente en las sociedades apuntan hacia nuevos horizontes: legalización de la marihuana, despenalización del aborto, matrimonio igualitario entre personas del mismo sexo y un largo etcétera. La civilización está cambiando en función de sus necesidades y sus líneas de pensamiento colectivo, a pesar de los estragos de las creencias y convicciones morales, culturales y, sobre todo, religiosas e incluso políticas.
Por siglos el matrimonio ha sido la representación máxima de unión entre parejas. El matrimonio es básicamente una institución social que puede ser de carácter religioso o civil y crea un nexo entre los cónyuges. Según algunas culturas, tiene como finalidad constituir una familia al crear un lazo de parentesco, un rol social y/o estatus. En esta categoría, la monogamia es la práctica más común.
Como muestra de su compromiso, las personas toman la decisión de realizar un voto de amor hasta que la muerte los separe (en la modalidad religiosa), pero en estos tiempos de libertinaje y despertar sexual, aún se habla de la fidelidad eterna y la responsabilidad que implica pasar el resto de los días que quedan de vida al lado de un solo compañero, la monogamia, como concepto y práctica, podría estar en peligro. De igual forma es importante aclarar: se conoce como monogamia, en términos socioculturales, a la relación sentimental exclusiva entre dos personas. Es, en definitiva, un régimen de unión matrimonial que no admite la pluralidad de cónyuges, muy común en todo el mundo, sobre todo en Occidente.
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Pero en general las cosas no siempre fueron de esta manera. En la prehistoria la sexualidad humana se practicaba de manera similar a la de los animales para asegurar la descendencia. Asimismo, no existía esa noción de propiedad, por lo que se compartía la caza, la crianza de los hijos y la sexualidad para maximizar las probabilidades de supervivencia. Con la aparición de la agricultura y la ganadería se abandonó en gran medida la vida nómada y el sedentarismo dio inicio a la propiedad privada, que transformó las dinámica de vínculos sexuales (y emocionales) en prácticas monógamas para garantizar la continuidad del patrimonio familiar.
Con el paso del tiempo las relaciones históricas entre las personas fueron modificándose y una variedad de paradigmas y códigos se formaron como parte de la idea de lealtad moral que debe existir entre parejas. Incluso como institución, la monogamia está amparada por la Ley e incurrir en poligamia puede ser penado en varios países.
Pero la historia es distinta cuando se habla del presente. Los tiempos cambian y con ellos los fundamentos preestablecidos en cuanto a la unión en matrimonio como un acto sagrado. Si el progresismo y el humanismo están abriendo la discusión en algunos países sobre el casamiento entre personas del mismo sexo, dejando atrás los convencionalismos y las normativas, es lógico que se aborden temas fundacionales sobre los que sostienen esos preceptos (morales, legales, culturales, sociológicos) y cada vez más conceptos como el poliamor y la flexisexualidad, entre otros, comienzan a tomar notoriedad.
Para muchos, el patrón monógamo ha quedado en el pasado, más allá de enmarcar el concepto de infidelidad en el contexto del matrimonio y la unión civil. Algunos incluso han sobrepasado los parámetros impuestos por la sociedad y se han atrevido a pronunciarse abiertamente en contra de la monogamia con una postura filosófica y de convicción intelectual. El doctor en psicología y autor del libro En el principio era el sexo: los orígenes de la sexualidad moderna, Christopher Ryan afirma que “los seres humanos son infieles por naturaleza“. Artistas como Scarlett Johansson, Emma Thompson y Ethan Hawke, entre otros, también han hecho público su desacuerdo en cuanto a esta forma de vida.
Según el doctor Eduardo Calixto, jefe de Neurobiología del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz, el amor dura sólo tres años porque los receptores de Dopamina —sustancia química que media el placer en el cerebro— pierden sensibilidad y dejan de responder al estímulo, por lo que desaparece la sensación de enamoramiento. Esto da pie a que los sentimientos varíen y, si la relación no está construida sobre una base sólida, las posibilidad de buscar nuevas experiencias sentimentales y sexuales en otras personas es muy probable.
Lo cierto es que los índices porcentuales de personas infieles alrededor del mundo van en ascenso. Sus causas principales, según alegatos, son el estrés y la tecnología que para algunos facilita su práctica. Para otros, en cambio, se trata de volver a los orígenes primitivos del ser humano. En todo caso los debates sobre este tema son extensos y parecen no tener fin. Ofenden la moral de muchos y coartan la voluntad de otros.
Todo parece indicar que tanto las tradiciones culturales, el sentimiento de pertenencia y el romanticismo han llevado generaciones tras generaciones a renegar de sus propios impulsos e instintos sexuales más básicos. Tal vez todo se resume a de qué lado de la moralidad te encuentres y de los prejuicios culturales. En varios países, como Senegal, Uganda, Marruecos, Báhrein e Indonesia, por ejemplo, la poligamia es legal y es una forma legítima de unión conyugal. Entre tanto queda autoanalizarse y preguntarse si se forma parte de los que no practican la monogamia o se es de los que aún creen en el amor único y eterno.
FUENTE: CULTURA COLECTIVa