Faltan siete días para Nochebuena y tus planes de perder algo de peso para caber en la ropa de fiesta o, como mínimo, compensar los desastrosos efectos de las comilonas que vienen, no han funcionado.
Vamos, que no has perdido ni un gramo en las últimas semanas. El caso es que ahora ya estás en el tiempo de descuento… ¿Es posible hacer algo? ¿Y sin morir de pena en el intento? ¿O nos entregamos a la lujuria gastronómica sin más, le pese a quien le pese (vamos, a ti)?
Pues sí, es posible hacer algo. Desde luego, ese algo no es adelgazar cinco kilos en una semana. Eso, ni haciendo ayuno estricto en la Buchinger. Pero sí podemos perder entre un kilo y kilo y medio con un poco de disciplina, haciendo más racionales nuestras comidas y, por encima de todo, nuestras cenas. Recopilamos las fórmulas más demostradas para quitarte calorías de encima.
- Tatúate esto, aunque sea a bolígrafo, durante los próximos siete días. Muchos hidratos por la mañana, pocos por la noche. Los hidratos de carbono son el combustible que tu cuerpo necesita para estar activo, moverse, pensar. No para tumbarse en el sofá a ver la tele o para dormir. Así que si desayunas un café con leche, un zumo y media barra de pan con aceite, pues fantástico, pero ni se te ocurra hacer nada ni remotamente parecido por la noche. Proteína animal magra (pescado, pollo al horno o a la plancha con poquísimo aceite, huevo duro, en tortilla o revuelto) con guarnición vegetal poco calórica (espinacas, acelgas, lechugas variadas, judías verdes…), funcionan a la hora de perder peso. Pero no lo único que puedes hacer.
- Al mediodía, ‘adelgaza’ los platos. Cómete un plato de pasta, por ejemplo, pero deja el queso y la mantequilla para la semana que viene, ahora prefiere un poco de aceite de oliva y media latita de atún. Y esta filosofía, con todo.
- Ni se te ocurra cenar queso. Sí, sí, apetece mucho, porque está muy rico, pero ni el queso menos calórico te ayudará a conseguir tu objetivo si te lo comes por la noche (¡¡476 calorías tienen sólo 100 gramos de queso curado. El que menos tiene, el queso blanco fresco, tampoco es que sea un santo. ¡100 calorías por cada 100 g!).
- Abandona esa cosa llamada jamón york, que siempre te han contado que es ideal para adelgazar. Si quieres una razón, léete su etiqueta. Puede llevar azúcar, fécula de patata, almidón, proteínas vegetales…
- Deja de creer que un sándwich es una cena ligera. Porque sería mucho más ligero comerte una lata de callos, mira lo que te digo. Para empezar, porque un sencillo sándwich de jamón y queso te deja con un hambre que no veas, lo que suele concluir en que no cenas solo un sándwich de jamón y queso. Pero es que, además, todo lo que lleva suma y complica la digestión. 100 calorías del mal llamado jamón york, más 100 de la sabanita de queso (y eso, si solo le pones una), más 140 del pan hacen la bonita suma de… ¡340 calorías que te zampas en dos bocados! Ah, y eso sin contar la mantequilla, si le pones. En total, las mismas calorías que tiene un plato de espaguetis a la marinera.
- Nada de fruta por la noche. Resérvala para la mañana, incluso para el mediodía. La fruta es muy sana, sí, pero tiene mucha azúcar, en su forma fructosa. Así que comerla abre el apetito que da gusto. Y el apetito de cosas calóricas y grasientas, como demostró un estudio realizado en 2015 en la Universidad del Sur de California y dirigido por la doctora Kathleen A. Page. Los resultados de esa investigación apuntaban a que la fructosa no ayuda a tener sensación de saciedad, sino todo lo contrario. Vamos, que si cenas solo fruta, al cabo de media hora puedes tener un hambre canina… y volver a pecar, digo, a picar.
- Si no eres deportista habitual, ni se te ocurra ponerte a hacer deporte como una máquina durante esta semana. Sólo conseguirás más agujetas y más hambre.
- Si eres de esas personas que no pueden comer sin pan, cómete todo el pan del universo en el desayuno y la mitad en la comida, pero olvídate de él a partir de las seis de la tarde. ¿Con qué sustituirlo por la noche? Por nada. ¿En serio no eres capaz de comerte una ensalada con berros, atún, rabanitos, champiñones… sin pan? ¿Pero qué fuerza de voluntad es esa?
- Cena vegetales muy saciantes y poco calóricos. La clave está en la fibra y también en el agua. Los champiñones, por ejemplo. Crudos abultan mucho, pero su carga calórica es mínima (22 calorías los 100 g). Y en ensalada, laminados, están buenísimos. Los espárragos blancos, por su parte, tienen solo 18,79 calorías por cada 100 g. Y no solo eso. Tienen tanta fibra que el cuerpo debe invertir mucha energía en procesarlos, más, de hecho, que la que ellos contienen. Otros buenos aliados de las cenas son los calabacines, con solo 20 calorías por cada 100 g, igual que la coliflor.
- El alcohol… Sí, ya lo sabes, engorda mucho. Pero unos más que otros. El vino (83 calorías/100 g), más que la cerveza (43 calorías/100 g) y ésta, más que la sin alcohol (37 calorías), por ejemplo. La conclusión está clarísima, ¿no? Resérvate un poquito para navidades…
FUENTE: Mundo