Raúl Castro dio ayer su primera rueda de prensa ante los medios de comunicación internacionales. Lo hizo conjuntamente, con Barack Obama. Cuando acabó, tras 56 minutos de declaraciones, preguntas y respuestas -en los que el cubano necesito que su ministro de Exteriores, Bruno Rodríguez Parrilla, subiera dos veces al estrado a «chivarle» las repuestas- Castro agarró la muñeca de Obama y trató de que los dos aparecieran cogidos de las manos, brazo en alto, en una foto simbólica. Y ahí sucedió algo extraño. Obama dejó su brazo totalmente flácido, y el gesto victorioso de Castro se convirtió en una acción embarazosa, extraña, y sin ninguna gracia.
Fue el extraño colofón de una rueda de prensa en la que los dos dirigentes dieron imagen de una excelente química, tras un encuentro de dos horas, en las que discutieron el levantamiento del embargo de EEUU, la falta de libertades en Cuba, el proceso de paz en Colombia, la lucha contra el narcotráfico, y la crisis económica y política en Venezuela.
Y Obama reflejó la nueva relación bilateral con frases rotundas: «El destino de Cuba no será decidido por EEUU ni por ninguna otra nación. El futuro de Cuba será decidido por los cubanos«. El presidente estadounidense declaró que, «no podemos obligar a que cambien las cosas en ningún país en concreto. Los cambios deben venir desde dentro», dijo Obama. La era del ‘cambio de régimen’ de Bush queda definitivamente atrás.
«Hemos dado los primeros pasos. Bastante es para ser los primeros», dijo Raúl Castro en relación al deshielo bilateral iniciado en diciembre de 2014. «Y estoy seguro de que lograremos vivir pacíficamente en un ambiente de colaboración como ya estamos haciendo», remachó.
Así pues, EEUU y Cuba parecen lanzados a una mejoría de las relaciones, aunque las diferencias políticas continúen. El embargo sigue, EEUU ni se plantea la exigencia de La Habana de devolver Guantánamo y, en materia política, permanece un abismo entre ambos países.
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Castro negó en redondo que existan presos políticos en Cuba. «Deme la lista de los presos políticos para soltarlos. Deme los nombres. Si hay esos presos, esta noche están sueltos«, replicó un irritado presidente cubano a una pregunta del periodista de la cadena de televisión CNN Jim Acosta, que es hijo de cubanos.
Al final de la rueda de prensa, Castro volvió a enfrentarse con la prensa estadounidense, esta vez con Andrea Mitchell, de la NBC. «¿Cuántos países cumplen con los 61 derechos humanos y civiles? ¿Lo sabe? Yo sé lo voy a decir: ninguno», dijo Castro. Según el presidente cubano, Cuba cumple con 47. Pero Castro no aclaró de dónde había sacado esos 61 derechos humanos y civiles, ni la lista de los que cumple Cuba, aunque insistió en que cuestiones como la asistencia sanitaria y educativa son mejores en su país que en EEUU.
Obama, a su lado, callaba. Pero pocas horas después el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, Ben Rhodes, rechazó la afirmación de Castro. Para Rhodes, la clave es que lo que EEUU califica como ‘presos políticos’ no lo son para Cuba. Pero, en cualquier democracia occidental, sí lo serían.
«Para Estados Unidos, si una persona está en prisión por sus creencias o por llevar a cabo una actividad política pacífica, es un preso político», declaró Rhodes, quien además recordó que el Gobierno de Raúl Castro, más que detener por largos periodos, acosa, arresta y libera a la oposición, lo que dificulta el cálculo del número exacto de detenidos políticos. Un número que el grupo de oposición Fundación Cubano-Americana cifró en 47. Por su parte, el director para América de la ONG Observatorio de los Derechos Humanos, José Miguel Vivanco, calificó a EL MUNDO de «decepcionante» la actitud de Obama a la hora de evaluar la situación de los derecho a humanos en Cuba en la rueda de prensa.