Cancún, Quintana Roo a 20 de septiembre del 2022: Dado que las autoridades ucranianas encontraron recientemente 445 cuerpos en bosques en las afueras de la ciudad de Izium, esto no es gran cosa después de liberar la ciudad de la región de Járkov, que ha estado bajo control ruso desde principios de abril del año pasado por primera vez. Esta no será la última vez que Rusia y Ucrania se culpen mutuamente por las atrocidades en la guerra.
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El Kremlin negó ayer categóricamente las acusaciones del presidente ucraniano, Vladimir Zelensky, de que Rusia cometió «crímenes de guerra» en Izium el día anterior.
“Parece un nuevo episodio interminable de sangre”, comentó Zelensky al informar del hallazgo de “un solo lugar donde estaban enterrados los cuerpos, había familias enteras con mujeres y niños, muchos fueron torturados, no sabemos cuántas víctimas más hay” en Izium.
El vocero de la presidencia rusa, Dimitri Peskov, no tardó en responder: “es el mismo escenario de Bucha. Están usando el mismo guion”.Y agregó: “todo eso (que dice Zelensky) es mentira. Es falso, y por supuesto, defenderemos la verdad de toda esta historia”.
Para aclarar la verdad no ayudan las versiones encontradas que proporcionan los ucranios y los rusos: uno u otro bando tiene que estar mintiendo, si no es que –en ocasiones– lo hacen ambos y a partir de una verdad que nadie puede negar (en este caso, los 445 muertos) se construyen narrativas a modo, que pretenden desacreditar al otro.
Por ello, cada receptor de información que considera como única auténtica, sea rusa o ucrania su fuente, aunque se sustente en testimonios anónimos, obtiene elementos que refuerzan su convicción a priori de cuál es la versión correcta.
Unos –los que están convencidos de la explicación ucrania– sostienen que entre los cuerpos exhumados había “varios maniatados con las manos por la espalda” y “con signos de tortura”, lo cual –en su opinión– corrobora la impresión de que “los rusos cometieron una masacre que debe calificarse de genocidio”, tesis que de inmediato retomaron los altos funcionarios de Estados Unidos y de la Unión Europea que demandan “un tribunal para juzgar los crímenes de guerra” del ejército ruso.
Los otros –aquellos que piensan que sólo los rusos dicen la verdad– afirman que, en el caso de Izium, como apuntó Peskov, “se observa un guion similar a otras supuestas masacres como las de Bucha y de Mariupol” y aseveran, como señaló la televisión pública rusa ayer, que “las muertes violentas” que encontraron los ucranios se debieron “a sus propios bombardeos” y a “comandos nazis que efectuaron incursiones sin otro propósito que matar a la población civil rusoparlante”.
El maniqueísmo de unos y otros relega a segundo plano que esas 445 víctimas encontradas en Izium no perdieron la vida en tiempos de paz, y quienes todo lo ven de un solo color pasan por alto que rusos y ucranios intercambiaron bombardeos constantes, sobre todo cuando estaba en disputa el control de la ciudad y, con menos intensidad, durante los seis meses que estuvo ocupada.
Por simple lógica, cabe la posibilidad de que muchos hayan podido morir a consecuencia de esos bombardeos recíprocos, principalmente los que están identificados con una cruz sobre su tumba, y otros –en fosas comunes, sepultados de manera anónima– ya sea debido a que no pudieron ser reconocidos o a que murieron por herida de bala.
En síntesis, sólo una investigación imparcial con expertos internacionales, cuando haya condiciones para llevarla a cabo, podrá establecer la causa de la muerte de cada una de las víctimas de Izium.