Es un partido de calificación al Mundial, como el que México jugará en el Estadio Azteca contra Panamá. Jugamos en casa, con nuestra afición, y aquí hay once líneas estratégicas que se pueden dibujar sobre la pizarra para cada jugador.
1. ¡Que no nos canten que el déficit de Estados Unidos con México es descomunal, de 64,354 millones de dólares! Ése es un gol que no podemos encajar. En un mundo globalizado, con la producción tan fragmentada y las cadenas de valor tan integradas, lo relevante es lo que cada país ha incorporado de valor al proceso. Ese valor que cada nación va añadiendo al producto final es lo que realmente importa en términos de crecimiento, empleo y bienestar.
2. Por tanto, Estados Unidos, a la hora de registrar las importaciones provenientes de México, no sólo debe computarlas como el valor total de los bienes finales que le han comprado sino que, en sentido estricto, debería anotar también sólo aquel porcentaje con el que México ha contribuido a la producción de ese bien, esto es, la diferencia entre el valor al que México vendió el producto y el valor al que lo compró inicialmente.
3. Esa medición sería mucho más justa. Así lo hace la OCDE a través de su reporte de Comercio en Valor Añadido. Por ejemplo, dentro del sector automotriz, el más sensible de todos, ¿cuánto aporta México, en valor añadido, en la producción de un vehículo que exporta a Estados Unidos? La OCDE reporta que en el 2011, la última cifra disponible, México aportaba a la producción de “vehículos, trailers y semitrailers” exportados a Estados Unidos 50.4% del valor, es decir, la mitad, en tanto que la otra mitad provenía de contenido extranjero. De este último, 18.1% lo aportaba Estados Unidos, 5.8% lo hacía China, 4.3% Japón, 3.0% Alemania, 2.0% Canadá y 1.9% Corea. Todavía resta 14.6% que proviene de otras parte del mundo.
4. Ese cómputo, mucho más exacto y justo, cambia la historia con respecto a México. No hay que olvidar que el componente de vehículos de motor de México, según el registro tradicional, arroja un déficit para Estados Unidos de 53 mil 434 millones de dólares, o 83% del déficit total de Estados Unidos con México. Pues bien, si lo medimos de este modo, si sólo contabilizamos la producción con la que México ha contribuido a un coche comprado en Estados Unidos, el déficit en el rubro de “vehículos, trailers y semitrailers” es de apenas 10 mil 65 millones de dólares, una quinta parte de lo reportado en las cifras tradicionales.
5. Si ese ejercicio se hiciera con todos los rubros de bienes comercializados con Estados Unidos, la realidad es muy distinta, es otro partido completamente distinto, otro campeonato. Si medimos la balanza comercial como la diferencia entre el valor añadido por México en sus exportaciones a un bien consumido en Estados Unidos y el valor añadido por Estados Unidos a un bien consumido en México, es decir, lo que realmente cada país está aportando en sus exportaciones e importaciones, el desequilibrio de Estados Unidos con México se reduce prácticamente a la mitad. En el 2011, el déficit fue de 31 mil 380 millones de dólares comparado con 64 mil 585 millones de dólares de los datos oficiales del Censo de Estados Unidos.
6. Pero hay más. Sabemos que a Trump le encanta ver a México como su gran rival en el campo, y no tanto a Canadá, con quien posee un déficit más balanceado de alrededor de 11,000 mdd. Pero en términos de valor agregado, resulta que quien realmente les está goleando es Canadá. Así medido, el déficit de Estados Unidos con su vecino del norte es de 48 mil 480 millones de dólares, muy superior al de México y se cuela como el segundo más vasto detrás del de China (casi 180 mil millones de dólares).
7. Eso es así porque el componente canadiense en sus exportaciones a Estados Unidos, su valor añadido, es superior al de México en sus exportaciones a Estados Unidos. Por ejemplo, veamos lo que sucede en todo el sector manufacturero, el de mayor litigio. Las exportaciones brutas de Canadá a Estados Unidos son de 192 mil 480 millones de dólares, por encima de las de México (166 mil 635 millones de dólares). Pero dentro de ese total, la contribución canadiense es de 120 mil 469 millones de dólares y el valor añadido por México es de 92 mil 956 millones de dólares. Es decir, de los bienes manufacturados que exporta Canadá a Estados Unidos, 62.6% es contenido canadiense, mientras que en el caso mexicano, es 55.8%. Por tanto, Canadá no sólo vende más productos manufacturados a Estados Unidos, sino que además poseen un mayor contenido nacional que las exportaciones mexicanas.
8. ¿Cuál es el problema del TLCAN?
Desde luego que no es México. El problema es que no ha cumplido con la promesa de generar, en toda la región, exportaciones de bienes de mayor valor añadido y, en consecuencia, la creación de empleos mejor remunerados. La idea original era que Estados Unidos exportara capital a México, que México fabricara autopartes y las ensamblara, y reexportara un bien a Estados Unidos para darle el toque final. Pero el plan inicial descarriló, sobre todo, a partir de 2001 cuando China entró en la OMC y México se convirtió en una plataforma para ensamblar componentes asiáticos que reexporta a Estados Unidos.
9. Por tanto, la globalización ha reducido, dentro de esa cadena, el valor de la producción mexicana en sus propias exportaciones manufactureras. Si en el 1995 el valor que México añadía a sus exportaciones a EU era de 59.1%, en el año 2011 se había recortado a 55.8 ciento. Pero, y he ahí el problema, peor le ha ido a Estados Unidos: el valor añadido que aporta a las exportaciones mexicanas a su propio país se han hundido de 26.1% a 15.7 por ciento.
10. ¿Quiénes acapararon ese valor añadido? Sobre todo China, que ha entrado con fuerza a la cadena de valor y ha incrementado su contenido de 0.3% a 6.1% entre 1995 y 2011, así como Corea, de 0.8% a 1.8 por ciento. ¿Qué es lo que pide Estados Unidos? Básicamente, regresar a la idea original, que el valor añadido sea acaparado por los socios del TLCAN.
Ahí es donde entran en juego las reglas de origen, sobre todo en el sector automotriz: la actual regla es que 62.5% del vehículo sea producido en la región, un porcentaje de por sí muy elevado. El asunto es que en el 2011, un vehículo exportado desde México a Estados Unidos poseía una contribución de los países del TLCAN de 70.5 por ciento. Posiblemente esa aportación se haya reducido en estos últimos años, y se encuentre entre ese 70.5% de 2011 y el nivel de la regla de 62.5 por ciento. Estados Unidos pretende elevar ese porcentaje de 62.5% para detener la entrada asiática y que sean, principalmente ellos, los que se reapropien de ese valor añadido perdido.
11. El fracaso del TLCAN para incorporar más valor añadido en la cadena de producción se ha reflejado en el actual malestar de la población. Producción y distribución de rentas son dos puntos de vista para contemplar una corriente de un mismo valor total. Si México compra un producto a 600 dólares y lo revende a mil, su valor añadido al flujo de producción es de 400. Ese valor es equivalente a la suma total de las rentas generadas: sueldos y salarios, alquileres, intereses, beneficios empresariales. Si el valor añadido por México se ha reducido, las rentas no han podido mejorar. La solución ha sido castigar a los salarios a favor de las utilidades empresariales.
Por tanto, hará falta un árbitro justo en este encuentro vital. El discurso es bastante diferente del que trae Trump. Y sobre todo, hay que poner en el TLCAN un buen director técnico con mucha más visión de juego, al estilo de Zinedine Zidane.
FUENTE: DINERO EN IMAGEN