El inesperado regalo de Alexia Garduño hizo llorar al Papa. En el Hospital Infantil de México Federico Gómez, la adolescente de 15 años, enferma de cáncer, le cantó a capela el Ave María. “Se le salió una lagrima, y yo también lloré”, relató la pequeña.
La idea de cantarle surgió un día antes del encuentro, cuando a su papá, Gabriel Garduño, le confirmaron que su hija sí tendría un lugar para recibir la bendición del Obispo de Roma.
“Así que pensé: ‘¿por qué no le canto?, no le puedo dar un mejor regalo’”. Y entonces Alexia le regaló su voz.
El obsequio provocó uno de los instantes más emotivos en la visita del papa Francisco a México. En menos de un minuto, la niña mexicana conmovió a Jorge Mario Bergoglio, en medio de una sala que enmudeció al escucharla cantar el Ave María, en la versión de Franz Schubert.
“Le pregunté al Papa: ‘¿le puedo hacer un regalo, por favor? Y me respondió: ‘sí, claro, ¿qué?’. Entonces le dije: ‘¿le puedo cantar?”, y dijo ´sí, sólo ponte cómoda’”, narró a Excélsior.
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Si el Papa Francisco le pidió a Alexia que se pusiera cómoda fue porque a pesar del tumor que ella tiene en el fémur, se levantó de su silla de ruedas para hacerle la petición.
“Me dijo que muchas gracias por el regalo y que tenía una muy hermosa voz”, presumió.
Pero al final, al salir del hospital, el Papa no sólo se llevó el Ave María de Alexia: salió cargado de presentes.
Por ejemplo, José Manuel Hernández, a quien hace 15 días lo diagnosticaron con leucemia aguda, le entregó una playera de fútbol de los Pumas con el nombre de “Francisco” y el número “1”.
El Papa argentino, conocido por su pasión al futbol, se sonrió al recibirla y le dio las gracias.
“Al Papa le gustó mucho leer su nombre en la playera, se le quedó mirando”, dijo Jessica González, mamá de José Manuel.
A cambio, el niño de 11 años consiguió una foto con el Papa, que la propia primera dama Angélica Rivera les tomó. Y, además, su bendición.
“Quiero pedirle a Dios que los bendiga, los acompañe a ustedes y a sus familias, a todas las personas que trabajan en esta casa y buscan que esas sonrisas sigan creciendo cada día. A todas las personas que no sólo con medicamentos, sino que con la “cariñoterapia”, ayudan a que este tiempo sea vivido con mayor alegría”, dijo a los 38 niños que lo recibieron en vestíbulo del auditorio Jesús Kumate del hospital Federico Gómez.
Luego de sus palabras, el Papa se acercó a cada uno de los niños, se inclinó para abrazarlos, besarlos y bendecirlos. Les entregó un rosario y hasta dedicó unos instantes para aplicar él mismo una vacuna contra la polio a José Rodrigo.
En respuesta a este cariño, los niños emocionados, lo abrazaron, lo besaron y también se le acurrucaron con la esperanza de encontrar, entre sus brazos, un alivio a su enfermedad.
“Por un lado, al cruzar esa puerta y ver sus ojos, sus sonrisas, sus rostros, generó ganas de dar gracias. Gracias por el cariño que tienen al recibirme, gracias por ver el cariño con el que se les cuida y acompaña. Gracias por el esfuerzo de tantos que están haciendo lo mejor para que puedan recuperarse rápido”, expresó el Pontífice.
El Papa pudo conocer un cachito de las historias de cada uno de los niños que reciben quimioterapia, gracias a la narración que la primera dama le hacía. Le contó de Sarita, una niña de seis años, diagnosticada hace cinco meses con linfoma linfoblástico, que se distingue por las vistosas pelucas que usa desde que perdió el cabello.
“A Sarita ya se le cayó el cabello, por eso usa varios gorritos, tiene ocho modelos diferentes de pelucas de trenzas, de coletas y hasta de Rapunzel que le ha bordado su tía”, explicó Marina Pérez, su mamá, quien le pidió al papa Francisco recuperación y salud para su hija.
El mayor deseo de Marina es que su pequeña libre la enfermedad y camine hasta la ludoteca del hospital a tocar la campana que anuncia la cura del cáncer, como este domingo lo hicieron frente al Papa los niños Luz Elena y Lázaro.
Detrás del sonido de la campana que escuchó el Pontífice están dos historias de lucha y supervivencia. Luz Elena, por ejemplo, venció el cáncer después de 120 quimioterapias, mientras que Lázaro lo derrotó por segunda vez.
A diferencia de todas las demás veces, los dos guerreros no fueron al hospital a consulta o para recibir quimioterapias, sino con el único propósito de encontrarse con el Papa y lo hicieron vestidos de gala.
Lázaro usó el traje de su primera comunión y Luz Elena lució un vestido y zapatos blancos, que le regaló un reportero estadunidense, cuando se enteró que la niña no tenía un atuendo para el evento.
Como ellos, todos los niños eligieron su ropa favorita para conocer al Sumo Pontífice.
“Yo me vine vestido formal para causarle una buena impresión al Papa”, confesó René de 11 años, uno de los diez protagonistas del video oficial que varios artistas grabaron como parte de la bienvenida para Su Santidad, el papa Francisco.
También Citlali Vázquez Zamora, de 12 años, quien llegó como paciente al Federico Gómez desde recién nacida, se arregló muy coqueta para la ocasión, adornando su cabello con una vistosa diadema bordada.
Hace menos de un mes, mientras recibía una de las tres transfusiones de plasma que le hacen a la semana, se le acercó la primera dama Angélica Rivera para invitarla personalmente a conocer a Jorge Mario Bergoglio.
“Me dijo que si quería ver al Papa y yo emocionada le dije que sí”, contó Citlali, quien padece deficiencia de vitamina C, una enfermedad hasta ahora incurable.
Desde enero, Angélica Rivera hizo varias visitas al hospital para conocer las historias de los niños y afinar el encuentro entre ellos y el Papa.
“Los niños de México le abren con alegría su corazón y reciben con su presencia las virtudes de la fe y la esperanza. Usted es grande por lo que dice, pero es mucho más grande por lo que hace. Su mensaje de amor y de paz es para todos. Por todo esto, desde el fondo del alma y llenos de alegría le decimos: ¡muchas, muchísimas gracias por acompañarnos!”, agradeció la primera dama al obispo de Roma.
Desahuciada pide milagro a Francisco
Melany, de 13 años, cumplió su sueño de conocer al papa Francisco y de pedirle que la ayude a vencer el cáncer de médula que padece, y no morir en año y medio como le diagnosticaron los médicos.
Con una sonrisa, Maribel enfrenta haber quedado paralítica tras ser intervenida quirúrgicamente por médicos del Hospital Infantil de México, para tratar de extirparle el tumor.
Su mamá, Maribel Castellanos, irradia esperanza y fortaleza: “Ella me dijo que no se quiere morir sin la bendición del Papa y lo logramos”.
“Mi hija era una niña sana, hace unos tres años comenzó a tener escoliosis, entonces la llevé al hospital. Le hicieron una resonancia y descubrieron que tiene un tumor en la médula. Trataron de quitárselo, pero quedó paralítica y le dieron año y medio de vida”, relató en llanto, mientras esperaba que saliera su hija de la Nunciatura Apostólica, donde estuvo 20 minutos con el papa Francisco.
Al salir, Melany presumió un rosario bendito que le entregó el Pontífice, y declaró que el amor de su mamá y su hermano, Ángel Gabriel, de tres años, quien padece autismo, le dan fortaleza para resistir los tratamientos médicos.
“Estuve muy emocionada. Sentí mucha alegría cuando vino directamente a mí. Sentí mucha esperanza y le pedí poder vivir. Me gusta mucho vivir, quiero vivir aventuras y lanzarme de un paracaídas. Quisiera lograr hacer una comunidad que se llame PetCity para ayudar a perritas de la calle”, dijo la adolescente, que no paraba de sonreír por la emoción.
Melany logró conocer al Papa después de seguir sus pasos desde su llegada; para su mamá fue un milagro que fuera escogida sin tener boletos para verlo.
La familia regresó a la Ciudad de México después de vivir en San Diego, California, y han combatido la enfermedad con fe y amor por la vida.
(FUENTE: EXCELSIOR)