Presentamos los principales indicadores sociales que caracterizaban a la sociedad de la Nueva España antes de iniciar la Independencia
Hace 205 años se inició la gesta heroica mediante la cual nuestro país logró su independencia política. El desperdicio del “momento histórico” que representó el Bicentenario, y cuya celebración no pasó de ser una “gran kermés nacional”, puede aún ser retomado y, con esa base, plantear grandes hazañas en el ámbito social, que es en donde se encuentran los mayores rezagos de nuestro país.
Tener siempre presente lo que fuimos, en aras de imaginarnos con audacia el futuro, es una condición necesaria, no sólo para evitar repetir los errores del pasado, sino para cimentar una nueva grandeza mexicana, llena de orgullo respecto de nuestro ser nacional, el cual se caracteriza por una inmensa diversidad y pluralidad cultural, idiosincrática y lingüística, todo ello en medio de una de las regiones megadiversas en lo ecológico.
Por ello, en el 205 aniversario de nuestra Independencia nacional, presentamos los principales indicadores sociales que caracterizaban a la sociedad de la Nueva España antes de iniciar la Independencia, y cómo podemos vernos hoy en ese espejo.
La dimensión demográfica
Resulta desproporcionado decir qué poco ha cambiado desde la Independencia a nuestros días. Sin embargo, sí es legítimo decir que hay estructuras relativas a la desigualdad, la injusticia social y la discriminación que han perdurado durante siglos y que aun ahora hemos sido incapaces de superarlas.
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Desde esta perspectiva lo primero que es importante destacar es la magnitud de la población nacional de hoy respecto de la que había hace dos siglos.
Al respecto, las fuentes de información son escasas. Quizá la principal y de mayor confiabilidad es el llamado Censo de Revillagigedo (llamado así por el apellido del Virrey de la época), y el cual fue levantado en el año de 1795. De acuerdo con las bases de datos que el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) tiene al respecto, en 1795 había en el país 12.63 millones de habitantes, de los cuales, 6.28 millones eran hombres (49.2%) y 6.35 millones eran mujeres (50.8%).
De acuerdo con la misma fuente, 41.48% de la población nacional tenía 15 años o menos; y debe destacarse además que la esperanza de vida promedio en la época se puede estimar en alrededor de 30 años, debido a las elevadas tasas de mortalidad infantil, pero también a la alta prevalencia de enfermedades infecciosas y de la constante violencia que existía en distintas regiones.
La estructura de la desigualdad
Uno de los principales motivos que originaron el movimiento armado de 1810 fue la estructura de castas y estamental que prevalecía en la época. En efecto, el Censo de Revillagigedo muestra que en diez de las más importantes Intendencias de la Nueva España (Alta California, Baja California, Durango, Guanajuato, México, Nuevo México, Sinaloa, Puebla, Sonora y Tlaxcala), la población considerada como parte de la “nobleza” era parasitaria, pues de las 570,015 personas identificadas como empleadas en las provincias citadas, únicamente 890 formaban parte del segmento de la nobleza (0.15% del total señalado).
Destacan en segundo lugar los empleados del Estado, entre los que sobresalen quienes formaban parte de la “Inquisición”; entre ellos se contaban 1,654 personas, es decir, 0.29% de la masa trabajadora señalada en las diez Intendencias seleccionadas.
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A la vuelta de 205 años, México cuenta con una “clase” de superricos que concentran, de acuerdo con el reciente estudio sobre la desigualdad presentado por OXFAM, alrededor de 10% del PIB nacional.
Herencias históricas
Uno de los indicadores de la desigualdad y la pobreza que prevalecía en la Nueva España es el relativo al analfabetismo; de acuerdo con el Censo de Revillagigedo, de los 12.6 millones de habitantes de la Nueva España había 8 millones de personas que no sabían leer ni escribir. Asimismo, había en esa época menos de 270,000 estudiantes en todos los niveles educativos, y el país contaba con únicamente 2,282 médicos (uno por cada 5,534 habitantes).
En 2014, si bien es cierto que las proporciones son incomparables, en números absolutos tenemos una suma de alrededor de 5.7 millones de personas mayores de 15 años que no saben leer ni escribir.
De igual forma, en 2014 teníamos 2.2 médicos por cada 1,000 habitantes; en Suiza cuatro por cada 1,000; en España hay 4.9 por cada 1,000 personas, y en Mónaco siete por cada 1,000 , datos que en su conjunto revelan que si bien las cosas han cambiado, seguimos estando muy lejos de un país incluyente.
Los Sentimientos de la Nación
Ante la evidencia con que contamos, es pertinente destacar el Artículo 12 de Los Sentimientos de la Nación, escritos por José María Morelos y Pavón:
Que como la buena Ley es superior a todo hombre, las que dicte nuestro Congreso deben ser tales que obliguen a constancia y patriotismo, moderen la opulencia y la indigencia, y de tal suerte se aumente el jornal del pobre, que mejore sus costumbres, alejando la ignorancia, la rapiña y el hurto”.
Fuente: Dinero en Imagen