Desconfianza mutua es lo que hay en la relación entre el gobierno del estado y los hoteleros que, a pesar de que técnicamente no les afecta, se oponen al aumento del porcentaje que se aplica en el cobro del impuesto del hospedaje.
El lunes lo dijo el gobernador Carlos Joaquín González: en su opinión el rechazo que han expresado actores del sector hotelero se puede deber al uso inadecuado del recurso recaudado anteriormente.
Sin embargo, subrayó que “vale la pena dialogar, pues va en beneficio de la sociedad”.
Y sí, hay la desconfianza por parte de los hoteleros por la manera como se manejaron esos recursos en el pasado, aun cuando desde 1996 exigieron que uno de ellos sea el responsable del fideicomiso de promoción, el organismo que ejerce el presupuesto que se conforma con ese gravamen.
Cuando se creó el gravamen, presionaron al entonces gobernador Mario Villanueva Madrid para que sea un empresario el que manejara el fideicomiso de promoción en Cancún que, en ese entonces, era el que más presupuesto tenía.
Según ellos, el hecho de que el organismo fuera manejado por un empresario garantizaba un manejo honesto y transparente… ajá…
Desde luego que hubo gente decente, de probada honestidad al frente de ese organismo, como el ya fallecido Gabriel Escalante Torres o el ex gobernador Miguel Borge Martín. Y fueron de las mejores épocas del fondo de promoción, pero algo sucedió después y se torció el camino.
Pero al menos públicamente los empresarios hoteleros no se quejaron, no denunciaron los malos manejos que se pudieron dar en el sexenio pasado y que es fuente principal de su desconfianza.
Y no lo dijeron quizá porque también afinaron su estrategia para evadir la entrega de los recursos correspondientes a ese impuesto, encontraron que manipulando sus índices de ocupación podían beneficiarse de un recurso que, como precisa el Gobernador, no pagan ellos. Son meros retenedores de una herramienta fiscal que va ganando terreno en el mundo con tasas muchas más altas que en Quintana Roo.
Es natural que se desconfíe del Gobierno, pero dados los antecedentes recientes también hay que desconfiar de una industria hotelera que en muchos casos ha sido depredadora, abusiva y de escaso compromiso social.
Con ocupaciones y afluencia récord, los recursos por concepto del impuesto al hospedaje que la industria hotelera entrega al gobierno no ha crecido en la misma proporción, incluso, podría decirse que descontada la inflación ha disminuido.
El año pasado apenas se recaudaron en $1,200 millones de pesos, unos 63 millones de dólares, cuando el potencial, con una ocupación promedio del 80%, es de casi 100 millones de pesos, casi 60%. Ese adicional, que presuntamente se evade, es lo que busca el gobierno del estado para apuntalar su plan de seguridad.
Y allí está la rebatinga.
En esa diferencia se centra el juego de desconfianzas, que vale la pena apaciguar.
Platea
Jesús Pool Moo, el casi seguro candidato de Morena a diputado federal por el nuevo distrito IV, tendrá enfrente a un adversario fuerte, quizá el que menos esperaba. Un alto funcionario de la administración de Carlos Joaquín que está finiquitando sus últimos pendientes de dinero para renunciar y enfrentar a Chucho, un ángel caído del joaquinismo.