EL BESTIARIO
SANTIAGO J. SANTAMARÍA
El presidente de Cuba es el primer mandatario latinoamericano en criticar, sin pelos en la lengua, defendiendo un enfoque regional, la ‘irracional’ agenda política del nuevo inquilino de la Casa Blanca, mostrando su apoyo incondicional a los mexicanos y al mandatario priista Enrique Peña Nieto; “Expresamos la solidaridad de Cuba con el pueblo y gobierno mexicanos. La pobreza, las catástrofes, los migrantes no se contienen con muros sino con cooperación, entendimiento y paz”, dijo el hermano de Fidel, en Caracas, Venezuela, durante la apertura de la XIV Cumbre de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), que se hizo coincidir con el cuatro aniversario de la muerte de Hugo Chávez; los revolucionarios de La Habana conocen muy bien a quienes todavía mantienen su embargo o bloqueo comercial, desde hace más de medio siglo, a pesar de haberse reanudado las relaciones diplomáticas con Barack Obama, un 17 de diciembre del 2014; “Su proteccionismo comercial extremo y egoísta impactará la competitividad de nuestro comercio exterior, vulnerará acuerdos ambientales para favorecer los ingresos de las transnacionales, perseguirá y deportará migrantes generados por la desigual distribución de la riqueza, provocando un crecimiento de la pobreza”; los servicios secretos descubren ‘inshe’, resguardos o amuletos de protección yoruba en el Despacho Oval de Washington, Stephen Bannon ‘ficha’ a babalawo cubano
Raúl Castro toma posición frente a Donald Trump. En la inauguración este domingo en Caracas de una cumbre regional con sus países aliados, el presidente de Cuba criticó la “irracionalidad” de la agenda del nuevo presidente de EE UU y denunció su plan de cerrar con un muro toda la frontera con México, que juzgó como una agresión “contra toda nuestra región”. “Expresamos la solidaridad de Cuba con el pueblo y gobierno mexicanos. La pobreza, las catástrofes, los migrantes no se contienen con muros sino con cooperación, entendimiento y paz”, dijo Castro durante la apertura de la XIV Cumbre de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), que se hizo coincidir con el cuatro aniversario de la muerte de Hugo Chávez.
En el primer discurso en que ha atacado a Trump, el mandatario cubano, de 85 años, analizó desde un enfoque hemisférico: “La nueva agenda del Gobierno de los EE UU amenaza con desatar un proteccionismo comercial extremo y egoista que impactará la competitividad de nuestro comercio exterior; vulnerará acuerdos ambientales para favorecer los ingresos de las transnacionales; perseguirá y deportará migrantes generados por la desigual distribución de la riqueza y el crecimiento de la pobreza que provoca el orden internacional impuesto”, dijo en referencia a la preponderancia global de Washington.
Castro consideró que el continente americano está “en una etapa crucial (…) en la que un retroceso a escala regional tendría impactos muy negativos”, y reafirmó su compromiso con Venezuela, su principal socio benefactor, un país en profunda crisis en el que según el líder comunista “se libra la batalla decisiva por la soberanía, la emancipación, la integración y el desarrollo de Nuestra América”. A finales de enero, en otra cumbre regional, el presidente cubano hizo su primera referencia al nuevo Gobierno de EE UU en tono diplomático: “Deseo expresar la voluntad de Cuba de continuar negociando los asuntos bilaterales pendientes con EE UU sobre la base de la igualdad, la reciprocidad y el respeto a la soberanía y la independencia de nuestro país”.
La Habana y Washington iniciaron en 2014, con el demócrata Barack Obama en la presidencia de EE UU, el restablecimiento de relaciones tras medio siglo de hostilidad mutua. El republicano Trump respaldó esa política en líneas generales al inició de su campaña, pero al aproximarse las elecciones giró hacia la postura tradicional de su partido de exigir a Cuba respeto a los derechos humanos como condición sine qua non para continuar el proceso de acercamiento. El pasado 3 de febrero un portavoz de la Casa Blanca adelantó que su política sobre Cuba se encontraba en estado de “revisión completa”. Se prevé que Washington anuncie su nueva posición próximamente.
Cuba y México, dos países a los que ni siquiera la Guerra Fría logró separar, tuvieron un reencuentro histórico en Mérida (Yucatán)
Se vieron, se rieron y se abrazaron. Cuba y México, dos países a los que ni siquiera la Guerra Fría logró separar, tuvieron un primer viernes de noviembre de 2015 un reencuentro histórico en Mérida (Yucatán). En la primera visita de Estado de un presidente cubano a México desde 1960, Raúl Castro enterró los malos momentos vividos con los gobiernos panistas (2000-2012) y estableció con Enrique Peña Nieto la hoja de ruta de los próximos años. Una senda de mejora de las relaciones económicas que para Cuba, en pleno deshielo, supone una necesidad, y para México, la oportunidad de recuperar terreno frente a Brasil y España. “Nuestra relación especial avanza”, zanjó Castro en su discurso.
Bajo una fina llovizna tropical, Raúl Castro llegó a Mérida con retraso, sin mucho tiempo pero acompañado por el viento de la historia. Un antiguo vínculo, poblado de imágenes en blanco y negro, que arrancó la noche del 26 de junio de 1956, cuando un revolucionario de 29 años llamado Fidel Alejandro Castro Ruz fue detenido por la policía secreta mexicana en las calles del Distrito Federal. Durante un mes, su destino, junto con el de Raúl Castro y el Che Guevara, quedó en manos del régimen priista. Finalmente, en una operación bien calculada por la inteligencia mexicana, fueron liberados. Desde aquel momento, México apoyó su causa. Dio comienzo una larga amistad. La relación especial entre México y Cuba.
“Casi 60 años después, y de la mano de uno de los últimos protagonistas de aquel capítulo, ambos países se sentaron juntos a rediseñar su futuro bilateral. Las perspectivas no son malas. México, aunque por debajo de lo previsto, mantiene su crecimiento, y el deshielo con Estados Unidos ha disparado el atractivo de la isla caribeña. A ojos de muchos empresarios, la paulatina apertura comercial puede más que la pobreza y el antediluviano sistema político cubano. Incluso la figura de Raúl Castro, el viejo e impenitente revolucionario, ha ganado enteros tras su encuentro con Obama en la pasada Cumbre de las Américas. En este momento dulce, sin fricciones mutuas, ambas diplomacias buscaron rentabilizar todo aquello que les fuese posible… Incluido el apretón de manos”, escribía Jan Martínez Ahrens en EL PAÍS. “El cese del injusto, ilegal e inmoral bloqueo es una victoria de la solidaridad mundial. Estamos en un momento de relanzamiento de nuestras relaciones. Vamos a fortalecer los vínculos comerciales, culturales y diplomáticos”, explicó el líder cubano.
La llegada del líder cubano devolvió a la política exterior mexicana el aire de gran jugador de la escena americana
Para Peña Nieto, que viajó a Cuba en 2013, la devolución de la visita supone un éxito diplomático. En términos internos lanza un guiño a una cierta izquierda con la que siempre ha coqueteado el PRI. También confirma que la estrategia de acercamiento elegida al inicio del mandato, tras el invierno panista, ha sido un acierto. Bajo esta luz, la llegada del líder cubano, aunque fuese por sólo 24 horas, devolvió a la política exterior mexicana el aire de gran jugador de la escena americana.
Este dividendo político fue la base de la visita. Pero no la agotó. La mejora del intercambio comercial también pesó en la agenda. Ahí las cifras muestran una fuerte asimetría. En 2013, las exportaciones de México a la isla representaron 372 millones de dólares, sólo el 1% del total. Y las importaciones aún menos: 14 millones, un 0,01%. Un registro mínimo, pero que para Cuba, una economía cerrada y pobre, es crucial, hasta el punto de que México es su sexto socio comercial. “Los números no acompañan e incluso están por debajo de las obtenidos en la mitad de los años noventa. Por eso están haciendo un esfuerzo al más alto nivel”, señala el profesor del CIDE Rafael Elías Rojas.
En esta línea, para Castro el objetivo principal fue la reactivación de las relaciones comerciales. Cuba ha emprendido el camino hacia un nuevo modelo económico, pero las cifras siguen sin cuadrar. Padece un déficit crónico de casi todo lo que no sean discursos y los flujos muestran una excesiva dependencia de Venezuela y China. En este contexto, México es un socio próximo (la distancia es de 200 kilómetros), tiene una treintena de empresas dispuestas a dar el salto y, como demostraron los acuerdos cerrados ayer en turismo, educación y agricultura, quiere ampliar su campo de juego. “Valoramos mucho las nuevas oportunidades que brinda Cuba”, señaló Peña Nieto.
Vicente Fox, en un intento de evitar que coincidiera con George W. Bush, despachó a Fidel Castro con un lapidario “comes y te vas”
La estancia también le permitió a Castro sacarse algunas espinas. Desde hacía 13 años ningún presidente cubano pisaba tierras mexicanas. La última visita, con motivo de la Cumbre de Monterrey, acabó en desastre diplomático. El mandatario mexicano Vicente Fox, en un intento de evitar que coincidiera con el presidente George W. Bush, despachó a Fidel Castro de la reunión con un lapidario “comes y te vas”. Recibido con honores, Raúl regresó a una tierra que en los momentos capitales de la historia se ha mantenido a su lado, y donde su revolución vivió un momento germinal. “Nunca lo olvidaremos”, sentenció Castro.
El tema bilateral más espinoso correspondió a la emigración. Cientos de cubanos se agolpaban aquellos días en la frontera sur de México. Procedentes de Quito, su destino final es Estados Unidos. El miedo a que Washington, tras el deshielo y por la presión de los republicanos, ponga fin a las leyes que favorecen la acogida de cubanos ha acrecentado su llegada. No se equivocaron en sus temores. Las autoridades mexicanas les daban un buen trato y les ofrecían un salvoconducto de 20 días para que alcanzaran el norte. Pero ambas diplomacias, como demuestra el protocolo de entendimiento cerrado sobre este asunto, son conscientes de que este aumento masivo de migrantes en una de las fronteras salvajes de América no deja de ser una fuente de conflictos. Y, a la postre, una demostración de los problemas internos de Cuba.
“El extraño ‘caso de Donald Trump’ en Cuba”, retomando la novela de Roberto Louis Stevenson y el desdoblamiento del doctor Jekyll
Retomando la novela de Robert Louis Stevenson sobre el desdoblamiento de personalidad del doctor Jekyll, nadie sabe cuál se impondrá en “El extraño ‘caso Donald Trump’ en Cuba”: El inversor del bienio 1998-2000 interesado en construir campos de golf en las islas, el aspirante de las primarias que se pronunció positivamente sobre el deshielo o el candidato presidencial abiertamente belicoso en los mítines de 2016 en Florida con el exilio cubanoamericano. La gran incógnita sobre el nuevo rumbo de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos no es tanto la anulación, revisión o desguace de los decretos aprobados por Obama para consolidar la distensión, sino qué nuevos mecanismos de presión aplicará Trump para conseguir lo que infructuosamente intentaron las once administraciones anteriores: ‘libertades políticas y sindicales’. “Solo faltan una invasión en toda regla y la bomba nuclear”, comentaba un funcionario español con años de experiencia en el trato con el castrismo.
Y como los cubanos no dan puntada sin hilo, cabe suponer que Raúl Castro recibió recientemente a Thomas J. Donohue, presidente de la Cámara de Comercio de los Estados Unidos, con un doble propósito: subrayar su disposición a seguir abriendo la isla a la inversión norteamericana para contrarrestar en lo posible el cabildeo del ‘lobby’ republicano favorable al embargo; y también para aprovechar el acceso de Donohue al nuevo secretario de Estado norteamericano, Rex Tillerson, expresidente de Exxon Mobil, una de las petroleras que aportaron fondos a la cámara. No es descartable que el dirigente de la poderosa agrupación de empresas y hombres de negocios estadounidenses fuera a su vez, mensajero del equipo de Tillerson, que amagó con la reincorporación de Cuba a la lista de países patrocinadores del terrorismo si no aceptaba un acuerdo más beneficioso para todos. El improbable reingreso perjudicaría duramente por su simbolismo y derivaciones en el mundo de la banca, la inversión extranjera y la diplomacia.
A la espera de la transfiguración de Trump, La Habana sigue en el business as usual ocupando los espacios abiertos por Obama en la confianza de que el discurso del magnate haya sido fundamentalmente retórico, una herramienta para forzar un mejor acuerdo que no insistirá en el pluripartidismo. El gobierno de Raúl Castro trata de averiguar la hoja de ruta de la nueva administración, que ha incorporado a funcionarios y exportadores partidarios de los negocios con Cuba, y también a defensores del embargo y el aislamiento comercial, entre ellos el abogado Mauricio Claver-Carone, miembro de la organización Democracia Cuba – EE UU.
Los autobuses ‘Camellos’ de escenas calientes de sexo debido a las obligadas apreturas carnales entre culos y ‘paquetes’ toreros
Seguramente, los partidarios del embargo trataran de persuadir al presidente de que no necesitará ni la invasión ni el maletín nuclear porque la confluencia de los astros, esto es la drástica disminución de la ayuda de Venezuela y la vulnerabilidad de la economía cubana, será dogal suficiente. El desenlace, sin embargo, puede ser otro porque los cubanos están acostumbrados al atrincheramiento y a sufrimientos crónicos. Tras la caída de la Unión Soviética fueron capaces de hacer frente a un ‘Período Especial’, en la década de los noventa del pasado siglo. Yo viví en La Habana, editando tres revistas, ‘Mar Caribe’ (turismo y medio ambiente), ‘Récord’ (deporte) y ‘Habanera’ (política, cultura y sociedad). La unidad de los cubanos logró el ‘milagro’ de superar situaciones de falta de alimentos, eternos apagones, pesadas bicicletas chinas como único transporte individual, autobuses blindados llamados ‘camellos’, no aptos para menores de edad pues no faltaban situaciones de violencia sobre todo a la entrada y a la salida de las ‘guaguas’, lenguaje de adultos y escenas calientes de sexo debido a las obligadas apreturas carnales entre culos y ‘paquetes’ toreros.
Al igual que recibieron a decenas de gobernadores, alcaldes y delegaciones oficiales de Estados Unidos pueden dejar de hacerlo. Y lo mismo con Google y las empresas de telecomunicaciones, cruceros, aerolíneas y bancos autorizados. Los adivinadores del Palacio de la Revolución siguen dejándose las pestañas sobre la bola de cristal temiendo que el señor Hyde se apodere de Trump y lo destroce todo.
“Hagamos los mexicanos un muro verde, ecológico, un seto, para ser específicos, de plantas de mariguana”, escribe Juan Pablo Villalobos
“Hagamos el muro. Lo pagamos nosotros, los mexicanos, de acuerdo. Pero lo hacemos nosotros”, recalca Juan Pablo Villalobos, un escritor mexicano premio Herralde de Novela 2016… “Hagamos el muro. Lo pagamos nosotros, los mexicanos, de acuerdo. Pero lo hacemos nosotros y ponemos un puesto de socorro cada veinte kilómetros. Un albergue con médicos, comida, agua, camas para descansar y reponer fuerzas, clases de inglés. Y lo más importante: ponemos muchas puertas a lo largo del muro, miles. Puertas que sólo tengan picaporte de un lado: del nuestro.
Hagamos el muro. Lo pagamos nosotros, los mexicanos, de acuerdo. Pero primero pedimos un préstamo para construirlo al gobierno de los Estados Unidos. O al Banco Mundial. Mejor: al Fondo Monetario Internacional. Hacemos una licitación para el proyecto arquitectónico del muro. Otra licitación para la construcción. Y otra para la gestión cuando esté listo. Invitamos a las licitaciones, por supuesto, únicamente a los amigos. Y que ganen las licitaciones los más amigos de entre todos nuestros amigos. Los del proyecto arquitectónico se atrasarán mucho, muchísimo: años (son arquitectos mediocres, pero son nuestros mejores amigos). La construcción sólo empezará con años de retraso. Y luego habrá problemas de permisos de construcción. Y más problemas con los proveedores de materiales. Y huelgas de los trabajadores. La primera parte construida, a los dos meses, presentará grietas y humedades, lo que obligará a suspender temporalmente la construcción del muro. Así pasarán los años y, con un poco de suerte, también pasarán los presidentes de Estados Unidos, hasta que llegue uno al que no le interese construir un muro. Mejor: hasta que llegue uno que ordene detener la construcción del muro. (Por supuesto: no devolveremos el dinero del préstamo.)
“Un muro invisible que sólo pueda ver la gente inteligente, lo construimos los mexicanos, con ladrillos invisibles y acero también invisible”
Hagamos el muro. Lo pagamos nosotros, los mexicanos, de acuerdo. Un muro verde, ecológico, un seto. Un seto, para ser específicos, de plantas de mariguana. Legalicemos, por supuesto, primero, la mariguana con fines de construcción de muros. Ya veremos, entonces, cómo cambiarán los flujos migratorios: la gente del norte bajando en tropel rumbo al sur, para fumarse nuestro muro. Contra lo que pudiera esperarse, nosotros no los detendremos. Al contrario. Nos encontraremos en la frontera todos: y una nueva época de amistad y fraternidad surgirá entre los dos pueblos.
Hagamos el muro. Lo pagamos nosotros, los mexicanos, de acuerdo. Pero hagámoslo como atracción turística, como parque de diversiones. Le llamamos ‘El Muro de la Vergüenza’ o algo por el estilo. Instalamos al lado museos sobre el racismo, el imperialismo, la discriminación. Y miradores para ver desde lejos cómo son las cosas al otro lado del muro. Vendrán turistas japoneses, chinos, alemanes, escandinavos, turistas del mundo entero. Nuestro muro será un gran negocio y creará miles de puestos de trabajo. Puestos de trabajo que ocuparán, por supuesto, los migrantes que no puedan cruzar el muro.
Hagamos el muro. Lo pagamos nosotros, los mexicanos, de acuerdo. Un muro invisible, como el traje invisible del traje del emperador. Un muro que sólo pueda ver la gente inteligente. Lo construimos nosotros, los mexicanos, con ladrillos invisibles y acero también invisible. Liberados de restricciones materiales, lo hacemos altísimo: mil metros de altura. Y muy gordo: dos kilómetros de grosor. El día de la inauguración le decimos al presidente de los Estados Unidos: aquí está su muro, es muy alto, muy ancho, pero sólo los inteligentes pueden verlo. Estoy seguro de que el presidente de los Estados Unidos se quedará muy contento”.
Raúl Castro considera “una agresión contra toda nuestra región” el muro de Donald Trump entre Estados Unidos y México. El presidente de Cuba es el primer mandatario latinoamericano en criticar, sin pelos en la lengua, defendiendo un enfoque regional, la ‘irracional’ agenda política del nuevo inquilino de la Casa Blanca, mostrando su apoyo incondicional a los mexicanos y al mandatario priista Enrique Peña Nieto; “Expresamos la solidaridad de Cuba con el pueblo y gobierno mexicanos. La pobreza, las catástrofes, los migrantes no se contienen con muros sino con cooperación, entendimiento y paz”, dijo el hermano de Fidel, en Caracas, Venezuela, durante la apertura de la XIV Cumbre de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), que se hizo coincidir con el cuatro aniversario de la muerte de Hugo Chávez; los revolucionarios de La Habana conocen muy bien a quienes todavía mantienen su embargo o bloqueo comercial, desde hace más de medio siglo, a pesar de haberse reanudado las relaciones diplomáticas con Barack Obama, un 17 de diciembre del 2014; “Su proteccionismo comercial extremo y egoísta impactará la competitividad de nuestro comercio exterior, vulnerará acuerdos ambientales para favorecer los ingresos de las transnacionales, perseguirá y deportará migrantes generados por la desigual distribución de la riqueza, provocando un crecimiento de la pobreza”; los servicios secretos descubren ‘inshe’, resguardos o amuletos de protección yoruba en el Despacho Oval de Washington, Stephen Bannon ‘ficha’ a babalawo cubano.
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