REDACCIÓN MACRONEWS POR DARSET RIVERO.— En entrevista exclusiva con Alfredo Hachet Anaya, médico general y líder del programa de rehabilitación en el Centro de Integración Juvenil Cancún, aborda las impactantes consecuencias del consumo excesivo de alcohol.
Las enfermedades del hígado, trastornos neuropsiquiátricos, y trastornos del estado de ánimo son solo algunas de las aflicciones crónicas vinculadas al alcoholismo. Hachet Anaya destaca que las alteraciones en el hígado, como la temida cirrosis hepática, son resultados directos del esfuerzo sobrehumano que realiza este órgano para metabolizar el alcohol.
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El consumo explosivo de alcohol no solo aumenta los riesgos de accidentes automovilísticos, sino que también contribuye a cambios conductuales, siendo la principal causa de muerte en personas jóvenes en México.
El hígado, un jugador clave en la metabolización del alcohol, sufre desgaste y transformaciones estructurales que llevan a condiciones graves como la cirrosis hepática y el hígado graso.
El riesgo de enfermedades cardiovasculares se eleva con el consumo de alcohol, no solo por las calorías vacías en las bebidas, sino también debido al desorden alimenticio y al sedentarismo asociados.
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El alcohol afecta la corteza prefrontal del cerebro, desencadenando trastornos neuropsiquiátricos a edades más tempranas y con mayor intensidad en individuos susceptibles.
El consumo crónico de alcohol se vincula con desórdenes alimenticios y condiciones que favorecen el desarrollo de cánceres, especialmente en el tracto digestivo, como cáncer gástrico y de duodeno.
El consumo excesivo de alcohol no solo irrita la mucosa del sistema digestivo, desencadenando enfermedades crónicas como síndrome de intestino irritable, colitis ulcerativa y gastritis crónica, sino que también establece una conexión directa con trastornos mentales.
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La ansiedad y la depresión, a menudo subestimadas y vinculadas a prejuicios culturales, encuentran un refugio temporal en el alcohol, exacerbando su consumo.
Además, la creciente tendencia de consumo de alcohol en mujeres, respaldada por campañas publicitarias y malentendidos sobre la equidad de género, plantea riesgos biológicos adicionales.
Las mujeres, con mayor proporción de tejido graso, son más vulnerables a los efectos perjudiciales del alcohol.
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En este contexto, Hachet Anaya hizo un llamado urgente a la sociedad, especialmente a las mujeres, a buscar ayuda profesional para prevenir y abordar los impactos devastadores del alcoholismo. Reconoce que pedir ayuda no es signo de debilidad, sino un paso valiente hacia una vida más saludable y equilibrada.