México no sabe cuántos pobres tiene. Y el hecho, en un país donde hasta hace unos días se creía que la pobreza afectaba a casi la mitad de la población, no es menor.
De un día al otro los hogares más pobres del país, sin saberlo, pasaron de tener un ingreso un tercio superior al que se creía luego de que el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) anunciara un cambio en la forma de medir el ingreso.
La decisión derivó en un incremento del 11,9% en el ingreso de los hogares a nivel nacional y llevó a un enfrentamiento con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), órgano que mide la pobreza, y los cuestionamientos de organizaciones no gubernamentales y especialistas.
En la práctica, a la espera de que se aclaren las cifras, la realidad es que oficialmente la marca negra de la pobreza sigue humillando al país.
En México, la segunda economía de América Latina, de acuerdo a datos divulgados el año pasado, hay 55,3 millones de pobres, el 46,2% de la población.
La polémica no pasa desapercibida pues los datos son utilizados para conformar políticas públicas y repartir recursos, podrían usarse de forma política y con la nueva metodología las aún inciertas nuevas cifras no podrán compararse con las de años anteriores.
La crítica no se hizo esperar. Oxfam México cuestionó el «borrón y cuenta nueva» y mostró su preocupación por «una reducción ficticia de la desigualdad», mientras que la iniciativa Acción Ciudadana Frente a la Pobreza, que agrupa a 60 organizaciones, señaló que se estaba disminuyendo la pobreza «por decreto estadístico».
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«No sólo genera una sospecha sino que es un error grave metodológicamente hablando (…) pareciera tener como objeto reducir o generar una impresión de que efectivamente se redujo la pobreza», le dice a BBC Mundo Gerardo Esquivel, economista e investigador especializado en pobreza y desigualdad.
De acuerdo a un cálculo no oficial del Centro de Estudios Espinosa Yglesias, con la nueva metodología, la pobreza en el país habría descendido en un año al 36,7% de la población.
Eso, dice Esquivel, significaría que más de seis millones de mexicanos dejaron esa condición.
«Es muy poco probable porque es un año en el que el crecimiento fue bastante mediocre, es más bien imposible», apunta el profesor del Centro de Estudios Económicos de El Colegio de México.
Enfrentamiento
El Inegi anunció el viernes pasado nuevos «criterios de captación y verificación de información en campo de mayor rigor» para su reporte Módulo de Condiciones Socioeconómicas (Mcs) 2015 bajo un comunicado titulado «El Inegi mejora la captación del ingreso de los hogares».
El instituto reconoce que medir ingresos es una tarea «compleja» ya que la subestimación de ingresos es una constante porque la gente suele declarar que gana menos de lo que en realidad percibe. Y en México, dice, la brecha es «particularmente grande» por lo que debieron hacer ajustes para ofrecer una medición «más precisa» de los ingresos de los hogares.
La polémica no pasa desapercibida pues los datos son utilizados para conformar políticas públicas y repartir recursos
Desde el Inegi no se respondió una solicitud de entrevista de BBC Mundo y se aseguró que no era posible hablar con la prensa porque el tema estaba a discusión.
Pero para lo que unos se trató de esfuerzo por alcanzar más precisión, para los encargados de medir la pobreza el cambio no cayó bien.
La reacción del Coneval fue inevitable. A través de un comunicado cuestionó la decisión y señaló que se había tomado al margen del convenio entre ambas instituciones. De hecho, el Reglamento de la Ley General de Desarrollo Social obliga al Inegi a consultar al Coneval para diseñar una encuesta o censo.
«Cualquier modificación para captar adecuadamente las variables económicas y sociales debe ser realizada con transparencia y planeación (…) Ese no fue el proceso que siguió el Inegi», explicó el organismo.
«Dichos cambios carecen de documentos públicos de carácter técnico que los justifiquen», apuntó, «y no fueron debatidos técnicamente con Coneval ni anunciados de manera oportuna, por lo que el proceso de captación del ingreso que elaboró el Inegi no fue transparente».
De acuerdo a distintas declaraciones de funcionarios del Inegi en los últimos días, porque las modificaciones -advierten expertos- no quedaron explicadas en ningún documento, no se cambió el cuestionario sino el operativo de campo.
En los hogares que declaraban ingresos «sospechosamente bajos» se hacía una segunda visita, se dijo, y luego también se afirmó que se habían realizado más preguntas en algunos casos.
Pero en ningún documento oficial está definido qué se considera «sospechosamente bajo» ni quedaron explicadas las modificaciones en el operativo de campo para un sector determinado de la población, algo que los especialistas señalan va en contra del tratamiento homogéneo de los encuestados.
«Estamos a favor de una medición más exacta, lo que nos molesta es el proceso, de buenas a primeras el Inegi decidió descartar el modelo de comparabilidad histórica», le dice a BBC Mundo el economista Luis Ángel Monroy Franco.
«Queremos que haya mayor transparencia en cómo se hacen los cambios técnicos, que se discuta», agrega.
Con este escenario, Coneval todavía analiza si publicará a tiempo con retraso la medición de la pobreza este año prevista para fines de mes.
La principal consecuencia es que al romperse la comparabilidad histórica no se podrá evaluar, por ejemplo, si la pobreza aumentó o bajó durante el mandato de Enrique Peña Nieto, ni determinar si los planes sociales están funcionando o no.
«Si los datos no son comparables», explica este experto, «no se pueden construir indicadores de pobreza y en consecuencia no podemos diseñar políticas públicas».
«Absolutamente absurdo»
El secretario de Desarrollo Social, José Antonio Meade, defendió el cambio en la metodología al asegurar que había una tendencia a «subreportar» los ingresos en las clases más bajas y en las más altas.
Sobre la dificultad para comparar las cifras con las de otros años, Meade explicó que los técnicos deberán realizar un reajuste para determinar si la disminución de hogares pobres se debe a una modificación en «la metodología de campo o de la modificación en la realidad».
El secretario consideró «absolutamente absurdo» que se acuse al gobierno de querer reducir la pobreza de forma artificial y que la decisión se haya tomado para beneficio del oficialismo.
Esquivel todavía mantiene ciertas dudas pues señala que hasta que el Inegi no aclaré cómo hizo el cálculo no se sabrá si se trató de «un error metodológico, un error de comunicación o de plano efectivamente hubo intervención de funcionarios del gobierno federal».
«No sé si hay intencionalidad política», le dice a BBC Mundo Ricardo Fuentes Nieva, director ejecutivo de Oxfam México.
«Pero el hecho de que los resultados de la metodología beneficie la percepción que tiene la sociedad mexicana sobre la pobreza y la desigualdad», agrega, «y que no podamos saber sobre ciertos cambios hace que nosotros tengamos la responsabilidad de ser escépticos y hacer muchas preguntas».
FUENTE: BBC MUNDO