¿Qué ocurre con tus datos cuando mueres?
En la era de la hiperconectividad, dejamos atrás algo más que recuerdos: dejamos atrás datos.
No es un legado de sangre o piedra, sino de código. Y mientras preparamos nuestros testamentos, pólizas de seguros y arreglos funerarios, pocos nos paramos a preguntarnos: ¿qué pasará con nuestras vidas digitales cuando nos hayamos ido?
Incluso te puedes preguntar qué se hace con las cuentas que tienes abiertas para realizar apuestas online. Seguramente tengas varias cuentas abiertas en diferentes webs, pero no podrás volver a ellas al morir.
Bienvenidos a la nueva frontera de la muerte digital, donde colisionan la tecnología, el derecho, la ética y la emoción. En México y América Latina, donde la transformación digital se está acelerando, este tema sigue siendo poco explorado, pero cada vez más urgente. ¿Deben tus datos ser borrados, heredados, monetizados o preservados como parte de tu historia personal? ¿Y quién decide?
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Fantasmas en la nube
Empecemos por lo básico: la mayoría de la gente hoy en día tiene docenas de cuentas online. Algunas de ellas tienen valor monetario (PayPal, monederos digitales), otras valor emocional (Google Photos, Instagram) y algunas incluso valor profesional (LinkedIn, Medium, GitHub). Pero cuando alguien fallece, el acceso a estas cuentas puede resultar complicado, si no imposible.
Las principales plataformas tecnológicas tienen políticas diferentes:
- Facebook permite que las cuentas se recuerden o se eliminen previa solicitud.
- Google ofrece el “Gestor de cuentas inactivas”, que te permite decidir qué ocurre con tus datos tras un periodo de inactividad.
- Apple introdujo en 2021 los contactos de Legado Digital, que permiten a personas previamente aprobadas acceder a tus datos de iCloud.
- Twitter/X, por su parte, no permite el acceso ni siquiera a los familiares más próximos.
Pero muy pocos usuarios configuran realmente estas herramientas. Eso significa que cuando alguien fallece, su presencia en línea se convierte en un limbo digital, a veces pirateado, a menudo abandonado y rara vez gestionado.
El punto ciego legal de México
En México, actualmente no existe una legislación federal integral que aborde específicamente la herencia digital. El Código Civil y la Ley del Notariado ofrecen poca claridad sobre cómo los datos deben ser tratados como propiedad, especialmente cuando se almacenan en servidores fuera del país.
Algunas asociaciones de notarios han empezado a debatir la inclusión de los activos digitales en los testamentos, pero no existe un procedimiento estándar. Este vacío legal deja a las familias en apuros, incapaces de acceder a información vital o cerrar cuentas, mientras los proveedores de servicios aducen condiciones de servicio internacionales como justificación para negarse.
En la era digital, esta falta de regulación no es sólo un tecnicismo: es una cuestión de derechos.
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¿A quién pertenece el más allá?
Más allá del aspecto legal, está el ético: ¿quién tiene derecho a tu legado digital? Algunas familias desean conservar la cuenta de Facebook de un ser querido como una especie de memorial. Otras quieren eliminarla para evitar robos de identidad o recordatorios dolorosos. Otras pueden estar interesadas en monetizar creaciones digitales, blogs, vídeos de YouTube, NFT, que sigan generando valor.
También está la cuestión de los datos de entrenamiento de la IA. Muchas empresas tecnológicas utilizan contenidos públicos para entrenar algoritmos. ¿Deberían utilizarse así los restos digitales de los fallecidos? ¿Se puede reutilizar su voz, su rostro o su estilo de escritura en chatbots de IA o avatares virtuales? La respuesta, por ahora, es: depende. Y en la mayoría de los casos, no tienes el control.
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Surge una nueva industria
Con los problemas surgen soluciones, y los empresarios están tomando cartas en el asunto. En Estados Unidos, empresas como GoodTrust, MyWishes y SafeBeyond ofrecen plataformas para almacenar contraseñas, crear mensajes póstumos y gestionar activos digitales.
En América Latina, algunos notarios se están asociando con empresas tecnológicas para ofrecer testamentos digitales, documentos seguros que definen el testamento en línea, junto con el testamento físico. Estos servicios son todavía un nicho, pero la demanda está creciendo.
Imagina recibir un mensaje de cumpleaños de un ser querido que falleció, grabado hace años y activado por un contrato inteligente. O tener un chatbot que imite tu personalidad, utilizando textos y vídeos archivados. La tecnología ya existe. Ahora el debate gira en torno a la responsabilidad, la privacidad y el consentimiento.
FUENTE: REPORTE INDIGO