CAPTAN A ORANGUTÁN ELABORANDO MEDICINA Y APLICANDOLO A SU HERIDA EN LA CARA
Aunque la capacidad de las especies animales para automedicarse consumiendo plantas con propiedades curativas ha sido observada en ocasiones previas, pero el caso de Rakus, un orangután de Sumatra macho, es el más complejo y mejor documentado hasta la fecha. Tras sufrir una herida en la cara, el gran simio se fabricó una ‘pomada’ masticando savia de una planta trepadora con efectos analgésicos y antiinflamatorios.
Tras aplicarse este remedio en la herida repetidas veces, la herida había cicatrizado perfectamente dos meses después. Aunque se han descrito comportamientos similares en otros primates -chimpancés que consumen ciertas plantas cuando sufren molestias por parásitos estomacales, o que se frotan con hojas los músculos doloridos-, esta es la primera instancia en la que se observa el éxito del remedio curativo con una sustancia bioactiva. La práctica de la medicina, por tanto, habría podido originarse en un ancestro común a humanos y orangutanes.
En el estudio publicado en Scientific Reports a cargo de investigadores del Instituto de Comportamiento Animal del Instituto Max Planck (Alemania) y la Universitas Nasional de Indonesia, el comportamiento se observó en la reserva de Suaq Balimbing, que da cobijo a 150 orangutanes de Sumatra, una especie en peligro crítico. «Durante nuestras observaciones diarias nos dimos cuenta de que un macho llamado Rakus presentaba una herida facial, muy probablemente causada por el enfrentamiento con otro macho vecino«, explica Isabelle Laumer, primera autora.
Tres días después de aparecer con la herida, Rakus fue visto arrancando de forma selectiva hojas de liana de una planta llamada Akar Kuning (Fibraurea tinctoria) por la población local. El orangután las masticó y se aplicó la pomada resultante en la herida directamente durante varios minutos. Finalmente, la cubrió a modo de protección con el resto de hojas masticadas.
«Esta planta y sus lianas se pueden encontrar en las junglas tropicales del sureste asiático, y es conocida por sus efectos analgésicos y antipiréticos«, explica Laumer. «Se usan en la medicina tradicional para tratar los síntomas de enfermedades como la malaria. El análisis de los compuestos bioquímicos vegetales ha revelado la presencia de furano-diterpenoides y alcaloides protoberberínicos, cuyos efectos antibacterianos, antiinflamatorios, antifúngicos y antioxidantes son conocidos y relevantes para la cicatrización».
La herida no dio muestra alguna de infección y a los cinco días ya aparecía como cerrada. «Fue interesante ver que Rakus descansaba más de lo habitual mientras estaba herido», valora la investigadora. «Dormir ayuda a la cicatrización ya que favorece la secreción de la hormona de crecimiento, la síntesis de proteínas y la división celular mientras se reposa».
Laumer subraya que se trató de un comportamiento deliberado, ya que aplicó la pomada sobre la herida y no sobre ninguna otra parte de su cuerpo. Además, repitió el proceso varias veces con distintas densidades de materia vegetal hasta cubrir adecuadamente toda la parte dañada. Es un proceso que llevó tiempo y trabajo, apunta la investigadora.
¿Cómo habrían podido desarrollar este comportamiento cuando los orangutanes no interactúan normalmente con laFibraurea tinctoria? Caroline Schuppli, autora senior del trabajo, plantea que ha podido producirse un caso de innovación individual. «No suelen comer de esta planta, pero ha podido darse el caso de que la comieran y su jugo cayera por accidente en heridas que tuvieran abiertas. Dado que la Fibraurea tinctoria tiene un potente efecto analgésico, los individuos habrían podido sentir un alivio inmediato, lo que les llevaría a repetir el proceso hasta dominarlo».
Curiosamente, este comportamiento nunca había sido observado en Suaq, pero Rakus, como el resto de machos adultos ahí alojados, no nació en esa reserva. «Los machos de orangután se dispersan desde su área natal a partir de la pubertad y recorren largas distancias para establecer un nuevo hogar o moverse entre varios», explica Schuppli. «Es posible que esta técnica sea propia de su comunidad natal, aunque desconocemos de dónde proviene».
En cuanto a los humanos, el primer documento que alude a prácticas médicas con compuestos vegetales se remonta al 2.200 antes de Cristo, y resulta similar a la técnica de Rakus: limpiar, aplicar ungüentos de origen natural hasta cubrir la herida y vendar. «Dado que los tratamientos para heridas activas no son únicamente humanos y se encuentran en grandes simios de África y Asia, podría existir un mecanismo evolutivo común que nos permite reconocer y aplicar las sustancias con propiedades medicinales o bioactivas que se remonte a nuestro último ancestro común», concluyen.
CON INFORMACIÓN DE: EL ESPAÑOL